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El mercado argentino de harinas vegetales mostró en 2025 un marcado cambio de protagonismo, con la harina de girasol como principal motor de crecimiento exportador, mientras que la harina de soja enfrenta un escenario de precios internacionales deprimidos y márgenes cada vez más ajustados. El fenómeno se explica por una combinación de factores productivos, comerciales y regulatorios a nivel global, en un contexto donde las políticas de biocombustibles reconfiguran la oferta mundial de subproductos oleaginosos. El análisis surge de un informe técnico elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario, a partir de datos oficiales y estimaciones propias.
En la actual campaña, la dinámica de la harina de soja argentina estuvo condicionada por el desempeño del complejo aceitero. Dado que la harina y el aceite se obtienen de manera simultánea en el proceso de crushing, los cambios en la producción y exportación de uno impactan directamente sobre la disponibilidad del otro. Entre enero y noviembre de 2025, Argentina registró el segundo mayor volumen de exportaciones de aceite de soja del siglo, un dato que vuelve especialmente relevante el análisis del mercado de harinas.
Según cifras del INDEC citadas en el informe, entre abril y octubre de 2025 el país exportó 18,3 millones de toneladas de harina de soja, lo que representa una caída interanual del 10,3% respecto del mismo período de la campaña anterior. Sin embargo, el volumen embarcado se ubicó 10,5% por encima del promedio de los últimos cinco años, lo que confirma que la retracción no responde a un problema de oferta estructural, sino a un contexto de mercado menos favorable.
La contracara se observa al incorporar la variable precio. En ese mismo período, el valor exportado de harina de soja acumuló USD 5.404 millones, un 23% menos que en la campaña previa y el tercer registro más bajo de la última década. El precio FOB promedio se ubicó en USD 296 por tonelada, un nivel comparable al de la campaña 2018/19 y el más bajo desde 2006/07. La tendencia fue claramente descendente a lo largo del año: en abril el precio rondaba los USD 312 por tonelada y en octubre cayó hasta USD 281.
Un desempeño diametralmente opuesto mostró la harina y los pellets de girasol, que en 2025 alcanzaron un récord histórico de exportaciones en volumen. De acuerdo con datos oficiales, entre enero y octubre Argentina exportó 1,26 millones de toneladas de harina de girasol, el mayor registro del siglo. El volumen fue 28,6% superior al del mismo período de la campaña anterior y, aun considerando estimaciones para noviembre y diciembre, el récord se consolida. Este resultado acompaña al desempeño del aceite de girasol, que registró el segundo mayor volumen exportado del siglo, configurando un año excepcional para el complejo girasolero.
En términos de valores, las exportaciones de harina de girasol totalizaron USD 220,2 millones, un 4,2% más que el año pasado y 17,7% por encima del promedio del último lustro. No obstante, el impulso provino fundamentalmente del aumento de los volúmenes y no de los precios. El precio FOB promedio se ubicó en torno a USD 170 por tonelada, muy por debajo del máximo de USD 258 por tonelada alcanzado en la campaña 2020/21. Desde entonces, las cotizaciones internacionales mostraron una tendencia sostenida a la baja.
El informe identifica factores estructurales detrás de los bajos precios de exportación de las harinas vegetales. En los últimos años, varios países con grandes excedentes de soja, como Estados Unidos y Brasil, profundizaron políticas de promoción de biocombustibles, lo que incrementó la demanda interna de aceite para biodiésel. Sin embargo, este proceso genera de manera inevitable un excedente de harina, que termina volcado a los mercados internacionales.
Como resultado, la oferta global de harina de soja creció con fuerza y presionó a la baja los precios FOB. Datos del USDA muestran que, si bien las exportaciones mundiales de harina crecían a un ritmo promedio anual del 1,5% entre los principales proveedores, en la campaña 2024/25 se produjo un salto abrupto: las ventas externas alcanzaron 73,4 millones de toneladas, un 12,3% más que el año anterior y 18,4% por encima del promedio de los últimos cinco años.
Para Argentina, este escenario refuerza una relación histórica inversa entre el precio del aceite y el de la harina de soja. Cuando el aceite encuentra sostén por la demanda energética, la harina queda expuesta a un mercado internacional sobreofertado. En contraste, el girasol logró capitalizar una combinación de mayores volúmenes exportables y una demanda más firme, lo que explica por qué en 2025 se convirtió en el centro de atención del mercado de harinas vegetales.
El balance final del año deja una señal clara: mientras la harina de soja enfrenta un ciclo de precios mínimos históricos y márgenes ajustados, la harina de girasol emerge como una alternativa exportadora en expansión, capaz de compensar parcialmente la debilidad del principal producto del complejo oleaginoso argentino.
