El primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, reiteró en Francia, el rechazo del gobierno francés al acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, al considerar que no existen actualmente condiciones políticas ni económicas para que París respalde el pacto. La definición resulta relevante porque el tratado es una de las negociaciones comerciales más ambiciosas de la UE y su avance depende del aval de los Estados miembro, en un contexto de fuerte presión del sector agrícola francés y de tensiones internas en la política gala. La información fue difundida por Infobae.
La posición fue expresada por Lecornu en una breve declaración televisiva, horas después de que la Asamblea Nacional francesa aprobara por unanimidad una ley de emergencia que permite al Estado seguir funcionando de manera provisoria ante la falta de un Presupuesto aprobado para 2026. Más tarde, el Senado también convalidó la norma transitoria, con 344 votos a favor y ninguno en contra, reflejando un consenso excepcional en un escenario parlamentario altamente fragmentado.
En ese mensaje al país, el jefe de Gobierno sostuvo que es “posible” alcanzar un acuerdo presupuestario si se dejan de lado los intereses partidarios y remarcó la necesidad de contar con cuentas públicas vigentes a partir de enero. Al mismo tiempo, volvió a marcar límites claros en materia de política comercial exterior. “Sobre el Mercosur, nuestra posición es firme: no aceptaremos ningún acuerdo si fragiliza a nuestros sectores agrícolas o si impone una competencia desleal”, afirmó Lecornu, según consignó Infobae.
El primer ministro explicó que, si bien el texto del acuerdo ha tenido modificaciones, los cambios no alcanzan para responder a las demandas planteadas por Francia, especialmente en relación con salvaguardas sanitarias, ambientales y de competencia. En ese sentido, señaló que el contenido actual del pacto “no está aún a la altura” de los estándares exigidos por París, pese a las adaptaciones impulsadas por la Comisión Europea.
El rechazo francés se da en un contexto de fuerte movilización del agro, uno de los sectores más sensibles al eventual ingreso de productos sudamericanos al mercado europeo. En los últimos días, manifestaciones de agricultores volvieron a ocupar el centro de París, con protestas contra el acuerdo UE-Mercosur y reclamos adicionales por la gestión sanitaria de la epidemia de dermatosis nodular contagiosa que afecta a la cabaña bovina.
La crisis agrícola fue uno de los temas que el primer ministro abordó de manera directa. Las principales organizaciones del sector, la Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas (FNSEA) y Jóvenes Agricultores (JA), fueron recibidas este martes en el Palacio del Elíseo por el presidente Emmanuel Macron. Tras el encuentro, los dirigentes Arnaud Rousseau y Pierrick Horel ratificaron su “firme oposición” al acuerdo con el Mercosur.
Según expresaron los líderes sindicales, los países sudamericanos “ofrecen productos que no responden a los estándares europeos”, lo que, a su entender, generaría una competencia desleal para los productores franceses. Rousseau, presidente de la FNSEA, explicó que el objetivo del encuentro con Macron fue transmitir la extrema tensión que atraviesa el sector agrícola, golpeado por el aumento de costos, las exigencias ambientales y la incertidumbre comercial.
En paralelo a este debate, Lecornu enfrenta un escenario político interno complejo. La Asamblea Nacional surgida de las últimas elecciones es la más fragmentada de las últimas décadas, con tres grandes bloques —centroderecha macronista, izquierda y ultraderecha— que mantienen vetos cruzados. En los últimos dos años, Francia tuvo cuatro primeros ministros, y dos de ellos, Michel Barnier y François Bayrou, fueron desplazados tras mociones de censura vinculadas al fracaso de sus proyectos presupuestarios.

En su discurso, Lecornu defendió la necesidad de tomarse tiempo para construir consensos. “Tomarse el tiempo necesario para construir un buen Presupuesto en una democracia como Francia no es una debilidad (…) Un compromiso no es ni una renuncia ni una confusión”, sostuvo el jefe de Gobierno, en una frase que buscó marcar continuidad institucional en medio de la inestabilidad política.
El mandatario también advirtió sobre las consecuencias económicas de prolongar la vigencia de la ley transitoria sin un presupuesto definitivo. Señaló que operar sin cuentas aprobadas podría generar un costo de al menos 12.000 millones de euros para el Estado francés y dejar sin efecto determinadas ayudas previstas para 2026. Además, reafirmó el objetivo oficial de reducir el déficit fiscal a menos del 5% del PIB el próximo año.
En materia internacional, el silencio de Lecornu sobre si sigue vigente el plazo de enero, cuando Francia debería volver a pronunciarse formalmente sobre el acuerdo UE-Mercosur, alimenta la incertidumbre en Bruselas y en los países sudamericanos involucrados: Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. La última cumbre del Mercosur, celebrada el 20 de diciembre, volvió a mostrar el interés del bloque regional por destrabar el tratado, considerado clave para ampliar exportaciones y atraer inversiones.

No obstante, la postura francesa sigue siendo uno de los principales obstáculos políticos para la ratificación del acuerdo a nivel europeo. La combinación de presión social del agro, fragilidad parlamentaria y debate fiscal interno refuerza la cautela del Ejecutivo francés, que por ahora evita comprometer plazos o señales de flexibilización.
Así, mientras la Unión Europea intenta mantener viva una negociación estratégica de más de dos décadas, Francia reafirma su rol de actor clave y reticente, dejando en claro que cualquier avance dependerá de garantías concretas para su sector agrícola y de un contexto político interno más estable.