El petróleo enfrenta un escenario bajista en 2026 y pone a prueba el ritmo de desarrollo de Vaca Muerta

El precio internacional del petróleo se encamina a cerrar 2025 con una nueva señal de debilidad y abre un escenario de alta incertidumbre para 2026, una variable clave para el desarrollo de Vaca Muerta y el plan energético argentino. En los últimos días, el barril Brent, referencia para la producción local, volvió a perforar los US$ 60, alcanzando por segunda vez en el año su nivel más bajo desde la pandemia. El movimiento reavivó las proyecciones bajistas de los mercados de futuros y encendió alertas en la industria hidrocarburífera. La información fue difundida por Forbes.

La caída consolida una tendencia que se viene profundizando. De mantenerse estos valores, el Brent promediaría en 2026 un precio 13% inferior al de 2025, que a su vez ya había sido 14% menor que el de 2024. En términos acumulados, el mercado estaría absorbiendo una pérdida cercana a US$ 20 por barril en apenas dos años, un recorte significativo para proyectos intensivos en capital como los no convencionales.

Las proyecciones hacia adelante muestran una dispersión inusual entre bancos de inversión y consultoras especializadas. “Las estimaciones para el Brent hoy oscilan en un rango más amplio de lo habitual”, explicó a Forbes Ezequiel Fernández, director de Research Corporativo de Balanz. En el extremo más pesimista, algunos escenarios ubican el barril cerca de los US$ 50, impulsados por una sobreoferta estructural derivada del crecimiento de la producción en aguas profundas y de un eventual retorno pleno del crudo ruso al mercado global si se avanza hacia una resolución del conflicto con Ucrania.

Desde esa mirada, la demanda tampoco aportaría un sostén firme, en un contexto de mayor penetración de vehículos eléctricos y cambios graduales en los patrones de consumo energético. En el extremo opuesto, los analistas más optimistas consideran que factores geopolíticos y decisiones de los grandes productores podrían llevar el Brent nuevamente a la zona de US$ 70, bajo el argumento de que precios demasiado bajos resultan inviables tanto para los países de Medio Oriente como para la producción shale de Estados Unidos.

Una referencia clave para el mercado es la Energy Information Administration (EIA), el organismo estadístico y de análisis energético de Estados Unidos. Sus últimas proyecciones sitúan al Brent en un rango de US$ 54 a US$ 56 para 2026, mientras que el WTI, referencia norteamericana, se movería entre US$ 50 y US$ 52.

“El problema central es que la oferta sigue superando a la demanda”, advirtió Miguel Sinigaglia, presidente de CAI Uruguay. Según explicó, si bien el consumo global de crudo seguirá creciendo hasta 2027 a un ritmo estimado de entre 0,9 y 1,2 millones de barriles diarios, el incremento de la producción será mayor. Estados Unidos dejaría de ser el principal motor del aumento de la oferta, un rol que pasarían a ocupar los proyectos offshore de Brasil y Guyana, junto con el avance de Vaca Muerta como fuente de bajo costo y con infraestructura exportadora en expansión.

En línea con esa visión, bancos como JP Morgan y Goldman Sachs proyectan precios en torno a los US$ 56–58 por barril. En tanto, la consultora Adcap traza un escenario algo más favorable, con valores entre US$ 60 y US$ 63 para 2026 y un repunte gradual hacia US$ 65 en 2027 y US$ 67,5 en 2028.

“Vemos riesgos al alza, especialmente por la baja de tasas internacionales y una mejora del contexto para los mercados emergentes”, señaló Matías Cattaruzzi. Aun así, advirtió que la evolución del precio estará condicionada por la política de cuotas de la OPEP, las tensiones geopolíticas y eventuales cambios en Rusia y Venezuela.

El escenario más duro surge de S&P Global. Para Sebastián Borgarello, vicepresidente y responsable global de Energy Consulting, el mercado petrolero está “largo”, es decir, con exceso de oferta. “Parte de esa sobreoferta está siendo absorbida por China, que incrementa sus reservas estratégicas, pero no alcanza para sostener el precio”, sostuvo. En su escenario base, el barril podría ubicarse cerca de US$ 50 hacia fines de 2026.

Para Vaca Muerta, el impacto es directo. Si bien las principales operadoras aseguran que el shale neuquino puede ser rentable con precios de hasta US$ 45, la baja del crudo reduce el flujo de ingresos y limita la capacidad de sostener planes de inversión agresivos. En ese contexto, el desarrollo de la formación podría avanzar a un ritmo más lento, priorizando proyectos de menor costo y mayor productividad.

Ante este escenario, el Gobierno nacional tomó algunas medidas de alivio fiscal. El viceministro de Energía, Daniel González, anunció primero la eliminación de las retenciones al petróleo convencional y luego la ampliación del RIGI al upstream, con el objetivo de mejorar las tasas de retorno y sostener la competitividad del sector.

La industria, sin embargo, no espera grandes reducciones de costos a partir de la reforma laboral, aunque confía en que una eventual baja del riesgo país permita mejorar las condiciones de financiamiento. “Para eso es clave que se acumulen reservas y que la macroeconomía muestre señales claras de estabilidad”, señaló una fuente del sector consultada por Forbes.

Con un mercado internacional presionado por la sobreoferta, una demanda que crece pero no alcanza a equilibrar los precios y un contexto geopolítico incierto, el valor del petróleo en 2026 se perfila como una de las variables decisivas para el futuro de Vaca Muerta. El interrogante ya no es solo cuánto puede producir la Argentina, sino a qué precio y con qué capacidad de sostener inversiones de largo plazo en un escenario global cada vez más competitivo.