Argentina consolida su ecosistema de Empresas B y se ubica entre los diez países con más firmas de triple impacto

La Argentina cerró 2025 como el noveno país del mundo con mayor cantidad de Empresas B certificadas, consolidando un ecosistema empresarial que integra el impacto económico, social y ambiental como parte central de su modelo de negocios. Según datos difundidos por El Cronista, durante el último año 54 nuevas compañías obtuvieron la certificación, lo que elevó el total nacional a 280 firmas, ubicando al país como el segundo de América Latina, solo detrás de Brasil.

El crecimiento no solo es cuantitativo. Las Empresas B que operan en el país emplean a más de 44.000 personas, generan ingresos anuales por US$ 5.175 millones, participan en 30 sectores económicos y están presentes en 15 provincias, lo que muestra una expansión territorial y sectorial sostenida del movimiento.

En términos geográficos, la mayor concentración de Empresas B de origen se da en la Ciudad de Buenos Aires (110 compañías), seguida por la Provincia de Buenos Aires (91), Córdoba (19) y Mendoza (17). Este despliegue refleja cómo el modelo de triple impacto dejó de ser un fenómeno concentrado para convertirse en una práctica extendida dentro del entramado productivo nacional.

A nivel histórico, 2025 fue el segundo año con mayor cantidad de certificaciones desde la llegada del movimiento al país en 2012, solo superado por 2022, cuando se certificaron 57 empresas. Entre las organizaciones que se sumaron este año se destacan compañías de gran escala y pymes de distintos rubros, como La Anónima, McCain Argentina, Urbano Express, Coelsa, Bagués, Calm y el restaurante Alamesa, entre otras.

Además del ingreso de nuevas firmas, 68 empresas lograron recertificarse, lo que marca una tasa de permanencia del 94% dentro del Movimiento B. Para Marina Arias, este dato es clave para entender el valor de la certificación. “Esto demuestra que la certificación es una herramienta valiosa. Ser parte de una comunidad con valores afines es uno de los aspectos que más valoran los líderes de las Empresas B”, señaló, según consignó El Cronista.

Desde la perspectiva de las compañías, la certificación funciona como un marco de gestión y una señal hacia el mercado. “Haber obtenido la certificación como Empresa B nos impulsa a seguir profundizando el camino de hacer negocios de manera responsable, guiados no solo por la rentabilidad, sino también por nuestro impacto social y ambiental”, expresó Nicolás Braun, gerente general de La Anónima, en declaraciones recogidas por el medio.

La Comunidad B agrupa organizaciones muy diversas: desde proyectos unipersonales y PyMEs regionales hasta multinacionales de productos y servicios. Esa heterogeneidad es una de sus principales fortalezas. “La diversidad permite que muchas empresas articulen entre sí para escalar su impacto, haciendo crecer negocios que aportan soluciones reales a los principales desafíos sociales y ambientales”, explicó Arias.

Más allá de la certificación formal, el interés por medir el impacto sigue creciendo. Durante 2025, 580 empresas argentinas comenzaron a evaluar su desempeño a través de la Evaluación de Impacto B, una herramienta que hoy utilizan 9.000 organizaciones en el país y más de 320.000 a nivel global. “Algunas la usan para avanzar hacia la certificación, pero muchas otras la incorporan como una herramienta de gestión integral”, destacó la directora de Sistema B Argentina.

El avance del movimiento también se reflejó en el trabajo conjunto con actores públicos y privados. Durante el año, Sistema B Argentina concretó 20 alianzas sectoriales para promover el triple impacto en la agenda empresarial. Entre ellas, se destacó el Programa de Aceleración B junto a la Agencia de Desarrollo Económico de Río Negro, que permitió a 25 PyMEs comenzar a medir su impacto, y el trabajo con la Ministerio de Economía de la Nación, que alcanzó a 300 emprendedores con capacitaciones específicas.

En el plano internacional, el movimiento también atraviesa un momento de transformación. Durante 2025, B Lab, entidad responsable de la certificación a nivel global, presentó los nuevos estándares que entrarán en vigencia en 2026. Las nuevas reglas establecen la gestión integral del impacto como condición excluyente y fijan parámetros mínimos en siete Temas de Impacto, en lo que constituye la mayor actualización del modelo desde su creación, hace dos décadas.

A nivel global, el año cerró con 10.409 Empresas B en 103 países, distribuidas en 163 industrias y con más de 1.048.000 puestos de trabajo generados. “Crecemos de forma sostenida desde hace más de diez años, más allá de los contextos económicos. Ya está claro que no es un nicho ni una moda, sino un tejido productivo real”, concluyó Arias.

En un escenario económico desafiante, el avance del modelo de triple impacto muestra que un número creciente de empresas en la Argentina apuesta a integrar propósito y rentabilidad, consolidando una tendencia que gana peso tanto en el mercado local como en el mapa global de los negocios.