México se consolidó en 2025 como el principal proveedor de bienes de Estados Unidos, desplazando a China y reafirmando su rol estratégico en el comercio internacional, en un contexto atravesado por la guerra arancelaria, el reordenamiento de las cadenas de suministro y el fortalecimiento del T-MEC. El avance resulta relevante no solo por el cambio de liderazgo comercial, sino porque se produjo en un escenario que a comienzos de año anticipaba un impacto negativo para la economía mexicana debido a la política comercial estadounidense.
Lejos de ese pronóstico, las exportaciones mexicanas hacia el mercado estadounidense registraron un crecimiento cercano al 9% entre enero y noviembre de 2025, lo que permitió que el intercambio bilateral se encamine a un máximo histórico cercano a los 900.000 millones de dólares. El dato confirma un giro estructural en el comercio de América del Norte y refleja la capacidad de México para adaptarse a un entorno internacional más restrictivo y competitivo.
El desempeño cobra mayor relevancia si se considera que se dio bajo la administración del presidente Donald Trump, que profundizó la aplicación de aranceles en sectores sensibles como el automotriz, el acero y el aluminio. Aun así, el impacto no fue homogéneo. Mientras las exportaciones de automóviles registraron una caída aproximada del 6%, otros rubros industriales mostraron un comportamiento mucho más dinámico.

Los bienes manufacturados no automotrices crecieron hasta 17%, compensando las bajas sectoriales y sosteniendo el avance general del comercio exterior mexicano. Este resultado evidencia una mayor diversificación exportadora y una menor dependencia de un solo sector, en un contexto de fuertes cambios en la demanda y en las reglas del intercambio global.
Uno de los factores clave detrás del avance mexicano fue la ventaja arancelaria frente a China. México enfrenta una tasa arancelaria efectiva promedio del 4,7% para ingresar al mercado estadounidense, muy por debajo del 37,1% que pagan los productos chinos. Esta diferencia generó un incentivo directo para que empresas y distribuidores estadounidenses reemplacen proveedores asiáticos por producción mexicana, acelerando un proceso que ya se venía gestando en años anteriores.
La consecuencia fue una recomposición del mapa comercial. México logró captar una porción significativa del espacio dejado por China, afectada por gravámenes más elevados y mayores tensiones geopolíticas. En ese marco, el propio Representante Comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, reconoció que México absorbió alrededor del 25% de la reducción del déficit comercial estadounidense con China, un dato que confirma el peso creciente del país en las cadenas de suministro regionales.

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) funcionó como un sostén central de este proceso. A pesar de las tensiones comerciales y de la aplicación de medidas unilaterales, el acuerdo regional mantuvo su vigencia y previsibilidad. Actualmente, cerca del 85% de las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos ingresan libres de aranceles bajo el marco del tratado, lo que otorga estabilidad a las empresas y reduce la incertidumbre en las decisiones de inversión.
A estas condiciones se suman ventajas estructurales difíciles de replicar por otros competidores: la cercanía geográfica, menores costos logísticos, tiempos de entrega más cortos y una alta integración productiva entre ambos países. Estos factores cobraron especial importancia en un escenario global marcado por interrupciones logísticas, conflictos geopolíticos y una creciente búsqueda de seguridad en las cadenas de abastecimiento.
En ese contexto, el fenómeno del nearshoring volvió a ganar impulso. Empresas que habían congelado inversiones en México durante los meses de mayor incertidumbre retomaron proyectos productivos al confirmar que el país enfrentaría un trato arancelario más favorable que otros socios comerciales, en particular los asiáticos. La relocalización de plantas y la ampliación de capacidades productivas se convirtieron en una estrategia para abastecer al mercado estadounidense con menores riesgos y mayores márgenes de previsibilidad.

El manejo político de la relación bilateral también jugó un rol relevante. El diálogo entre el gobierno mexicano, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, y la administración de Donald Trump, junto con medidas vinculadas a la seguridad fronteriza y la imposición de aranceles a productos chinos, contribuyó a evitar nuevas sanciones comerciales y a preservar el flujo de intercambio entre ambos países.
En términos macroeconómicos, el mayor dinamismo exportador ayudó a amortiguar la desaceleración interna. El Banco de México proyecta un crecimiento del 0,3% para 2025, una cifra moderada pero que se ubica por encima de los escenarios de recesión que se planteaban a comienzos del año, cuando se temía un impacto severo de la política comercial estadounidense sobre la economía local.
El avance no se limitó a los sectores tradicionales. Las exportaciones vinculadas a la tecnología mostraron un crecimiento sostenido, con un mayor envío de equipos de procesamiento de datos y componentes asociados a la infraestructura para inteligencia artificial. Este desempeño refuerza la idea de que México comienza a posicionarse en segmentos de mayor valor agregado, más allá de la manufactura tradicional.
El desplazamiento de China como principal proveedor no implica su salida del mercado estadounidense, pero sí una pérdida relativa de protagonismo frente a un socio regional que supo capitalizar el nuevo contexto. Para Estados Unidos, el cambio implica una mayor regionalización del comercio, con cadenas de suministro más cortas y menos expuestas a tensiones externas. Para México, consolida su papel como plataforma manufacturera clave de América del Norte, aunque también plantea desafíos en infraestructura, energía, capital humano y estabilidad regulatoria.
Con exportaciones en alza, ventajas arancelarias sostenidas por el T-MEC y un contexto político que evitó mayores conflictos, México cerró 2025 como el principal proveedor de bienes de Estados Unidos, uno de los países mejor posicionados frente a la actual reconfiguración del comercio global, de acuerdo con un análisis publicado por Infobae.