El anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de avanzar con un bloqueo total y completo al tráfico petrolero de Venezuela, con participación directa de buques de guerra, volvió a sacudir al mercado energético global y abrió interrogantes sobre su impacto en regiones productoras como Vaca Muerta, en la Argentina. La medida, confirmada la semana pasada desde Washington, busca asfixiar los ingresos del gobierno de Nicolás Maduro, pero también genera efectos colaterales sobre los precios del crudo, las inversiones y el equilibrio de la oferta mundial en un contexto de exceso de producción.
La decisión estadounidense implica una operación militar en el Caribe, con fuerzas navales que rodean la costa venezolana para impedir el tránsito de petroleros que transporten crudo sancionado. El movimiento no es solo declarativo: en las últimas semanas, fuerzas de EE.UU. incautaron al menos un buque cargado con petróleo de Venezuela e Irán, un hecho que el gobierno de Caracas calificó como “piratería internacional”. Según datos de S&P Global Commodities Insights, el efecto inmediato ya se refleja en la logística: el número de buques que se dirigían a aguas venezolanas cayó de 24 a 17 en apenas un mes, mientras que el Departamento del Tesoro sancionó a seis compañías navieras, forzando a varios operadores a replegarse del Caribe para evitar riesgos legales y financieros.
En el corto plazo, el anuncio del bloqueo generó un repunte transitorio en los precios del petróleo, con el Brent superando los u$s60 por barril y el WTI ubicándose por encima de los u$s56. Sin embargo, ese rebote duró poco. Los analistas coinciden en que las exportaciones venezolanas representan alrededor del 1% de la oferta mundial, un volumen insuficiente para alterar de manera estructural el equilibrio global en un mercado que ya enfrenta un marcado exceso de producción.
De hecho, la tendencia dominante en 2025 es claramente bajista. El WTI, referencia del crudo estadounidense, acumula una caída cercana al 22% en lo que va del año, camino a su peor desempeño desde 2018. El Brent, referencia internacional, retrocede alrededor de 20%, con un registro comparable al desplome observado durante 2020, el año de la pandemia. La presión bajista responde a varios factores: desaceleración de la demanda global, crecimiento sostenido de la producción no convencional en Estados Unidos y una oferta que sigue expandiéndose incluso en contextos de tensión geopolítica.
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Para la Argentina, y en particular para el desarrollo de Vaca Muerta, el contexto internacional resulta clave por al menos dos razones centrales. La primera es el precio de exportación del crudo, que en 2025 permitió al país alcanzar niveles récord de ventas externas, con ingresos superiores a los u$s10.000 millones, fortaleciendo el saldo de la balanza energética. El shale neuquino necesita precios internacionales estables y relativamente altos para sostener la rentabilidad de los pozos no convencionales y garantizar el flujo de capital necesario para inversiones millonarias en infraestructura, desde oleoductos hasta terminales de exportación.
El segundo factor es la competencia global por inversiones. En un escenario de precios deprimidos, los capitales tienden a concentrarse en los proyectos más eficientes y con menor riesgo político. Si bien el bloqueo a Venezuela reduce la presencia de un competidor en ciertos mercados informales o de alto riesgo, no alcanza por sí solo para sostener un barril por encima de niveles críticos para la industria. Un Brent por debajo de los u$s60 suele encender luces de alerta en el sector, incluso para formaciones competitivas como Vaca Muerta.
Las perspectivas a mediano plazo refuerzan esta cautela. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) advirtió que, pese a las sanciones y bloqueos que afectan a países como Venezuela y Rusia, el mercado global seguirá bien abastecido durante 2026. Las proyecciones indican un superávit cercano a los 3,84 millones de barriles diarios, un volumen significativo que limita el impacto de cualquier interrupción regional y pone un techo a los precios.
En este contexto, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses no logra revertir la tendencia estructural. La oferta no-OPEP, liderada por Estados Unidos, continúa creciendo, mientras que la demanda muestra señales de debilidad, especialmente en economías desarrolladas. Para Vaca Muerta, esto implica una encrucijada estratégica: por un lado, la Argentina gana atractivo relativo frente a destinos más inestables; por otro, enfrenta un entorno de precios que podría moderar el ritmo de inversión si no se consolida un piso rentable para el barril.
Otro elemento a seguir de cerca es la situación de empresas internacionales que aún operan en Venezuela bajo licencias especiales, como Chevron. La petrolera estadounidense mantiene un delicado equilibrio: produce y exporta solo una fracción de su potencial, con permisos temporales que dependen del clima político en Washington. Un aumento del riesgo en Venezuela podría acelerar la reorientación de capitales hacia regiones más predecibles, entre ellas la Argentina, siempre que el marco regulatorio local acompañe.
No obstante, los analistas advierten que esa oportunidad es relativa. Si los precios internacionales continúan en un ciclo descendente, el atractivo financiero de nuevos proyectos podría verse limitado, incluso en formaciones de shale con costos competitivos. En ese escenario, Vaca Muerta seguiría destacándose frente al petróleo convencional argentino, que tiene costos más altos y márgenes mucho más ajustados, pero no quedaría inmune a una contracción global del sector.
De cara a 2026, distintos pronósticos anticipan la continuidad de un ciclo de precios bajos, con valores que algunos analistas ubican en torno a los u$s53 e incluso u$s50 por barril. De confirmarse, sería un golpe severo para el petróleo convencional a nivel mundial y un desafío relevante para los planes de expansión de la industria. Para Vaca Muerta, significaría la necesidad de profundizar la eficiencia, reducir costos y acelerar obras clave de infraestructura, como los proyectos de exportación, para sostener su competitividad.
En síntesis, el bloqueo petrolero impulsado por Donald Trump contra Venezuela reintroduce tensión geopolítica y agrega ruido a los mercados internacionales, pero no modifica de manera sustancial un escenario global todavía marcado por el exceso de oferta y la debilidad de la demanda. Para la Argentina, el desafío pasa por aprovechar las ventanas de oportunidad que ofrece la estabilidad relativa de Vaca Muerta, sin perder de vista que el precio del crudo seguirá siendo el factor determinante para el ritmo de las inversiones y el futuro energético del país, una advertencia que también subrayan analistas y medios especializados como iProfesional al evaluar el impacto real de estos movimientos en la industria local.