Arroz orgánico: un producto de desarrollo local que se ofrece al mundo

rganic Latin America dio sus primeros pasos llevando frutos secos y deshidratados orgánicos al mundo. Luego, tuvo la oportunidad de sumar arroz para uno de sus clientes y no lo dejó escapar. Christian Martínez, su presidente, aseguró que la empresa nació para producir, procesar y exportar alimentos orgánicos.

Martínez se propuso conformar un grupo de productores dispuestos a tomar el desafío de la producción orgánica. En 2010, comenzó con productores en las provincias de Entre Ríos, que sumaban 400 hectáreas. Luego, se incorporaron otros de Corrientes y Chaco, con un total de 1.500 hectáreas. Uno de ellos ya tenía experiencia en cultivo orgánico, mientras que los otros hicieron la transición de producción convencional a orgánica.

“Actualmente, trabajamos con diez productores en 2.500 hectáreas. Hay productores chicos que cultivan entre 50 y 150 hectáreas”, comentó Damián Moreno Presotto, responsable técnico de la empresa, que recorre los campos y sigue cada uno de los planteos buscando, en esta etapa, lograr mayor tecnificación de los cultivos y los procesos. “Nosotros exportamos 4.500 mil toneladas de arroz elaborado por año a América del Norte, Europa y Nueva Zelanda”, destacó Moreno Presotto.

Es un mercado regido por lo que ocurra en los países productores y consumidores, pero también por el ritmo de las campañas de Tailandia, Vietnam y Pakistán, principales exportadores del cereal.

Si bien el orgánico es un segmento menor, no tiene las barreras comerciales del arroz convencional y puede acceder a mercados diferenciados.

No obstante, la presión de malezas es uno de los puntos flacos de la producción. En sistemas orgánicos se requiere más laboreo, como remover la tierra hasta seis veces antes de sembrar, inundando luego el terreno para tener un arroz sin competencia.

Con este escenario claro, los productores de Organic Latin America saben que, al haber pocas opciones de rotación con otros cultivos, es fundamental destinar parte de la superficie para rotar. Sin rotación no es posible que el suelo descanse, y sin cultivos que devuelvan parte de la fertilidad al suelo es difícil un sistema orgánico que se sostenga en el tiempo.

“Nosotros llevamos un plan de rotaciones destinando una porción del campo para ganadería extensiva con pasturas. Así, el suelo se repone mediante el bosteo de los animales y por la incorporación de lo que queda de la pastura al mover la tierra para iniciar un nuevo ciclo de arroz”, detalló el técnico.

Cultivar arroz orgánico implica más horas de trabajo con maquinaria para remover la tierra. Este laboreo fundamental para controlar malezas, que lleva cinco días en producción orgánica, en convencional se resuelve con la aplicación de un producto.

En la Argentina se conocen muy pocas variedades de arroz, pero hay miles en todo el mundo de diferentes colores, tamaños y aptitudes para el consumo. Organic Latin America cultiva las más difundidas como las de grano largo fino, cortos e intermedios, y también aromáticos. En los próximos años quieren innovar con especialidades.

“Estamos incursionando en variedades nuevas para la Argentina, de alto valor gastronómico, con distintos puntos de cocción, distintas concentraciones de amilosa y proteína, y variedades que traslocan menos arsénico de la planta al grano”, indicó Moreno Presotto.

Sin embargo, el desafío es lograr las certificaciones orgánicas que no implica solo cumplir con la normativa de un país, sino que también significa garantizar una cadena de trazabilidad, desde el campo hasta el destino final, dar garantías del producto y cumplir con necesidades específicas de los clientes para acceder a los destinos más exigentes.

El mercado del arroz orgánico tiene oportunidad de ganar espacio de la mano del consumo que sigue creciendo para este tipo de productos, no solo en países desarrollados, sino también en países en desarrollo.