ste aumento en la cantidad de fibra obtenida se pudo dar gracias al desarrollo de un programa con apoyo oficial que incorporó a esa actividad ancestral nuevas técnicas y herramientas.
Un programa multisectorial comenzó a trabajar en este asunto en 2014, pero los resultados comenzaron a verse en 2016, cuando las comunidades involucradas lograron lleva a cabo unos 11 chakus (encierres de vicuñas silvestres), de los que obtuvieron 136 kilogramos de fibra. Esa cifra se triplicó el año pasado, con la cosecha de 393 kilogramos de fibra en unos 19 chakus. En ellos se capturaron unos 2.530 animales y fueron esquilados cerca de 1.800.
“Hemos tenido un gran salto con los chakus -técnica ancestral para la esquila-, que se siguen haciendo de la forma en la que culturalmente se hacían, a diferencia de lo que ocurre en otras provincias, como Catamarca”, señaló la secretaria de Desarrollo Productivo de Jujuy, Patricia Ríos.
Romero explicó que en la puna jujeña hay muchos productores familiares que se dedican a la cría de camélidos, en especial la llama (un animal doméstico), y combinan esta actividad con el manejo de la vicuña, que es un camélido silvestre”, que estuvo al borde de la extinción en los años 60.
“El aprovechamiento de la vicuña en la esquila puede ser hecha de forma manual o con máquinas eléctricas. En los últimos años un grupo de comunidades aborígenes han comenzado a hacerlas más frecuentemente. Los animales viven en silvestría, en su hábitat natural, y lo que se hace es capturarlos en cierta época del año, mediante grandes arreos y con una infraestructura especial. Se las conduce a un corral de manejo, y allí se hace la esquila”, explicó la especialista del INTA.
En esas jornadas en promedio se están obteniendo unos 350 gramos de la cotizada fibra por animal.
Ríos, la funcionaria jujeña, destacó que hasta hace unos años esa esquila era “exclusivamente manual” y lo que se hizo fue llevar a las comunidades innovación tecnológica para avanzar hacia la esquila mecánica. Pero hubo otras tecnologías: Por ejemplo, se entregaron motos a los pastores, que durante seis meses hacen observaciones del recorrido de las vicuñas para luego armar en esos lugares los chakus y montan los puestos fijos de captura.
Ríos indicó que gracias a esta iniciativa actualmente las comunidades “comercializan la fibra en un mercado que es monopólico, con dos empresas de Argentina que compran la fibra y la exportan tal cual”.
Por eso agregó que se está “trabajando fuertemente” en que “se pueda deshebrar, hacer el hilado y confeccionar prendas en Jujuy”.
“Tenemos la misión de que nuestros productores y comunidades puedan recibir un importe adecuado de este bien tan preciado, que se consume a precios muy rentables en Europa, muy distante de lo que reciben quienes cosechan la fibra”, concluyó la funcionaria.
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