La competencia sana incrementa la motivación. Por ese motivo, muchas empresas la utilizan como herramienta para que sus empleados mejoren la productividad y el rendimiento.
Para que una competencia fomente el rendimiento es necesaria la presencia de un adversario que despierte una cierta amenaza. En el ámbito laboral, los gerentes suelen hacer que compitan entre sí aquellos que tienen las mismas habilidades. “Cuando vemos que alguien como nosotros es capaz de completar una tarea y obtener el reconocimiento que buscamos, subimos la apuesta para lograr esos resultados e, incluso, mejorarlos”, explicó la psicóloga Jillene Grover Seiver.
Cabe destacar que la competencia resultará más motivadora cuanto menos sean los involucrados en la misma. No es lo mismo que compitan diez empleados por un premio o que lo hagan cien, ya que en el primer caso se sienten más motivados porque tienen mayores probabilidades de destacarse.
Ganar una competencia produce una dosis de dopamina –que es la hormona del bienestar– en el hipotálamo, el núcleo de placer del cerebro, lo que hace que la persona quiera repetir esa experiencia una y otra vez, y se sienta cada vez más motivado.
No obstante, esto funciona en tanto y en cuanto se obtenga la recompensa deseada. Es posible que las personas que se hayan visto derrotadas en repetidas oportunidades no quieran volver a competir, y no es necesario que lo hagan: afrontar un desafío, ya sea propuesto por la empresa o una meta personal, también es una excelente manera de experimentar la misma sensación de bienestar, sin las emociones negativas que pueden llegar a surgir de la competencia.