La agrosilvicultura ofrece una alternativa ecológica a la tala y quema

lberto Oppata cultiva cacao, pimienta negra, açaí, melocotonero y pitaya en su finca de 100 hectáreas en Tomé-Açu, en el norteño estado brasileño de Pará.

Bisnieto de inmigrantes japoneses, que llegaron a la región hace casi un siglo para fundar una colonia agrícola, hoy el Sr. Oppata es presidente de la Cooperativa Agrícola Mixta Tomé-Açu (Camta). La organización es pionera en la agrosilvicultura dentro del bioma del Amazonas, una vasta extensión de tierra que se extiende por varios estados brasileños - y en países vecinos - y que consiste principalmente en selva tropical.

La preocupación internacional por el futuro de la Amazonía ha crecido en los últimos años, y muchos observadores extranjeros culpan al sector agrícola de Brasil por la deforestación desenfrenada.

Sin embargo, la agrosilvicultura como la practicada por el Sr. Oppata está siendo promocionada cada vez más por los ambientalistas e inversionistas con mentalidad sostenible como una alternativa viable a la ganadería o los monocultivos como la soja.

Alberto Oppata: Este sistema. . . es más armonioso con la naturaleza.

“Este sistema brinda estabilidad económica y crea empleos”, dice Oppata. "Es más armonioso con la naturaleza".

Utilizada durante siglos por las poblaciones locales, la agrosilvicultura consiste en cultivar árboles y arbustos en la misma superficie de tierra que se utiliza para producir cultivos o criar ganado. Estos sistemas se basan en modelos tradicionales de agricultura familiar, que requieren cantidades relativamente pequeñas de tierra y capital.

“Es una forma de mantener unida a la familia, con un ingreso básico sostenible”, dice Oppata.

Pastos renovados

Los suelos en la Amazonía brasileña son a menudo de mala calidad y rápidamente se vuelven improductivos con el pastoreo intensivo de ganado y la producción de cultivos. Esto requiere una mayor inversión de los productores o, a menudo, la expansión de la tala y quema de las tierras agrícolas a expensas del bosque.

Edegar Rosa, director de conservación y restauración de ecosistemas del grupo de presión ambiental WWF-Brasil, dice que Brasil tiene más de 50 millones de hectáreas de pastos degradados que podrían recuperarse y rentabilizarse utilizando sistemas agroforestales.

“La cantidad de área que ya está abierta sería suficiente para la expansión”, dice. "No necesitamos seguir el modelo de deforestación".

Otro inconveniente de la agricultura intensiva es su vulnerabilidad a las enfermedades, una realidad que el Sr. Oppata conoce muy bien. Creció en un momento en que los cultivos de pimienta negra más preciados de su comunidad estaban siendo devastados por plagas de insectos, lo que provocó que muchas personas se fueran.

Esta experiencia llevó a quienes se quedaron a crear el actual sistema de uso mixto, que es más resistente.

Hoy, Camta, socio de Embrapa, la corporación estatal de investigación agrícola de Brasil, exporta unas 400 toneladas de pimienta negra al año a Japón, Estados Unidos, Alemania y Argentina. Las exportaciones representan alrededor del 30 por ciento de sus ventas, y el 60 por ciento de su cacao y el 30 por ciento de su açaí van al extranjero.

Camta también tiene asociaciones con universidades locales y Natura, un gigante brasileño de cosméticos, dice Oppata.

Mientras tanto, a unos 3.000 km de distancia, en el estado brasileño de Acre, en el extremo occidental de Brasil, todavía dentro del bioma amazónico, WWF-Brasil, en asociación con Embrapa, afirma haber creado un sistema agroforestal que es más rentable por hectárea que el ganado o la soja.

Según el Sr. Rosa, el modelo puede generar R $ 4.500 ($ 840) por hectárea en áreas forestales recuperadas de tierras agrícolas degradadas, en comparación con R $ 1.500- R $ 2.500 por hectárea para la soja, que a su vez es más rentable que el ganado.

“Consolida el proceso de conservación con lucro”, dice. "En dos años, el sistema puede ser autosuficiente".

Prioridades políticas

El objetivo no es reemplazar la agricultura convencional a gran escala, sino reducir la presión para arrasar más bosques.

“Los modelos que tenemos todavía son de pequeña escala en comparación con la agricultura convencional”, dice Marcello Brito, presidente de la Asociación Brasileña de Agronegocios, un grupo industrial. "Pero sin duda, hay oportunidades de crecimiento".

Los costos de puesta en marcha son una barrera para muchos, sin embargo, debido a la falta de voluntad política, dice Rosa, con los monocultivos todavía muy favorecidos cuando se trata de asegurar crédito. “Las políticas públicas son fundamentales”, agrega.

Paula Costa, cofundadora de PretaTerra, una consultora agroforestal con sede en São Paulo, sostiene que el sesgo actual de financiamiento genera riesgos. “Toda la estructura de la inversión se centra en el monocultivo”, dice. "Pero si eres un inversor, no debes poner todo tu dinero en un fondo".

Para Tomaz Lanza, investigador postdoctoral que ha estado estudiando.

sistemas agroforestales durante los últimos 13 años, las políticas públicas de apoyo y el acceso al crédito para los pequeños productores son fundamentales.

“El gran obstáculo es cómo hacer que este sistema sea más barato de implementar y en mi opinión tiene que ser a través de incentivos”, dice. “Si tuviéramos incentivos políticos y económicos ciertamente podríamos llegar a más”.

Actualmente, Brasil tiene un área de 17 millones de hectáreas dedicadas a sistemas de uso mixto como los agroforestales, según José Pugas, socio de Ceptis Agro, una empresa especializada en autenticación y trazabilidad de productos.

Recientemente, Ceptis se asoció con Embrapa, el banco Bradesco y otras empresas para lanzar el Fondo de Financiamiento para la Agricultura Sostenible, que busca atraer inversiones del exterior y planea destinar 68 millones de dólares el próximo año.

El dinero se destinará a los productores que reserven el 5 por ciento de las áreas productivas de sus propiedades, que deben estar certificadas independientemente, para sistemas de tipo agroforestal.

“No solo queremos recompensar a los productores por producir más”, dice Pugas. "Queremos recompensarlos por ser más sostenibles".

Financial Times