Abejas reinas certificadas y adaptadas a la Argentina

Desde hace 25 años, el INTA y otras entidades comenzaron a trabajar en el Material Vivo Certificado (MVC) con la intención de ofrecer al productor apícola reinas de excelencia y, sobre todo, adaptadas a la Argentina.

En la década del noventa, cuando se empezó a tomar conciencia de que había que profesionalizar la actividad apícola, estaba claro que debían mejorarse las abejas con las que se trabajaba a diario en los colmenares. Muchos empezaron a importar abejas italianas, seguros de que la genética europea era la solución a los problemas. Ante eso, los investigadores argentinos no tardaron en poner manos a la obra y dar comienzo a un importante programa de mejoramiento genético que, ciertamente, favorece la producción local. Hoy por hoy, el Programa Apícola del INTA (Proapi) lleva más de 16 años comercializando de manera ininterrumpida el MVC.

En la actualidad, existe un convenio entre el INTA y la Asociación de Cabañas Apícolas Productoras de Material Vivo Certificado, conformada por nueve criaderos privados de reinas. Este trabajo mancomunado entre investigación y producción fue lo que permitió, en un principio, avanzar en el objetivo, y hoy asegura la continuidad de la oferta de MVC en todo el territorio nacional.

Al respecto, la doctora María Alejandra Palacio, coordinadora del Proapi, con sede en la Estación Experimental Balcarce –Buenos Aires–, señaló: “En 1992, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), junto con la facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce y la de Ciencias Veterinarias de Tandil, ambas de la provincia de Buenos Aires, apostaron a un programa de mejoramiento genético de las abejas para lograr la tolerancia a enfermedades de la cría”.

Ese era el criterio de selección que los movía; para ello, pusieron énfasis en el comportamiento higiénico, que es algo que las abejas poseen naturalmente y que les permite detectar cría muerta en las celdas operculadas. “Como una medición indirecta de esta tolerancia natural a enfermedades de la cría, logramos avanzar en nuestro trabajo e incorporamos otros criterios de selección como por ejemplo, productividad y mansedumbre obteniendo lo que llamamos la Genética Proapi”, explicó Palacios.

Por supuesto, desde el principio del proyecto se sabía que era necesario que dicha genética estuviera disponible para los productores; lo que dio inicio a un arduo trabajo con criadores de reinas. Éstos no solo aceptaron trabajar con el INTA, sino que no dudaron en aplicar los protocolos de producción exigidos por la entidad para llegar a contar con una genética de calidad.

Cabe destacar que no solo es importante la genética, sino también el ambiente donde se produce. Sobre esto, el veterinario Emilio Figini enfatizó: “Es cierto el hecho de que existen abejas para cada ambiente. Por lo tanto, el INTA trabaja sobre abejas adaptadas a la Argentina; incluso dentro de este espectro, se puntualiza en abejas adaptadas a determinadas zonas”.

Puede ocurrir que abejas que tenían un buen desempeño en su lugar de origen, no lo reflejen en el nuevo. Esto es lo que sucedió, en su momento, con el auge de la importación de abejas italianas. No significa que fueran malas, solo que al no estar en su hábitat de origen, su respuesta no era la esperada.

Dichos avances, así como la aplicación del Sendero Tecnológico, llevaron a que hoy todos los apicultores puedan acceder al material biocertificado del Proapi y evaluar su comportamiento higiénico y productivo.