Las royas son hongos de fácil expansión que atacan principalmente a los cultivos de trigo, causando unas líneas amarillentas, anaranjadas e incluso negras, que se ubican en forma de estrías a lo largo de sus hojas. Desde épocas medioevales se le tiene mucho resentimiento a esta enfermedad, que recién entre 1928 y 1930 llegó a nuestro país, provocando serias pérdidas para los sectores productivos, ocasionando daños en alrededor de dos millones de toneladas de trigo.
Hasta hace algunos años, en la Argentina las ocurrencias epidemiológicas de la roya amarilla, causadas por Puccinia striiformis f.sp. tritici (PST), fueron esporádicas y se limitaban a regiones con temperaturas medias bajas como el sudeste de Buenos Aires. Con estos antecedentes, el territorio argentino fue considerado históricamente como una zona “marginalmente favorable”. No obstante, desde 2016, debido a la difusión de variedades de trigo susceptibles al desarrollo espontáneo de nuevas razas virulentas de PST y las consecuencias del cambio climático, se vienen registrando casos en el sur de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires.
Si bien la roya más dañina es la negra, conocida científicamente como Puccina graminis f.sp. tritici, la amarilla es la que más afecta a los campos a nivel global, ya que posee una gran capacidad de expansión geográfica. Según datos oficiales, el 88% de la producción mundial de trigo es vulnerable a esta epidemia.
Como medida de control, se pueden sembrar variedades resistentes o con mejor comportamiento sanitario. Sin embargo, en la Argentina la mayor parte de la superficie está sembrada con cultivares susceptibles, por lo que el uso de fungicidas se posiciona como la opción más recomendada.
Al momento de elegir un fungicida, se debe recordar que la resistencia genética es la principal táctica para manejar la enfermedad; en este sentido, algunas moléculas triazoles como triticonazole, fluquinconazole y flutriafol pueden bridar protección hasta por cuarenta días.
Como en nuestro país aún no se realizaron investigaciones relacionadas con el control químico de la roya amarilla en base a umbrales de daño, conviene seguir los ejemplos internacionales, que recomiendan umbrales de alrededor del 1% de severidad foliar promedio, que sería el equivalente a la presencia de la epidemia en 35 hojas por cada cien muestreadas. También es importante analizar todas las hojas y no exclusivamente a las superiores, ya que las primeras en infectarse siempre son las inferiores.
- Verificar la susceptibilidad del cultivar sembrado. Las variedades de trigo más vulnerables son: DM Algarrobo, DM Fuste, Klein León, Klein Rayo, DM Ceibo, Klein Serpiente, BIOINTA 1008, Klein Lanza, Buck Claraz y Baguette 601.
- Monitorear los lotes, especialmente aquellos sembrados más temprano con variedades susceptibles.
- Si se está en una región con amplitud térmica amplia, ocurrencia de rocío frecuente y temperaturas relativamente frescas, el ambiente facilitará su expansión; por lo tanto, si se sembró una variedad susceptible será necesario aplicar un fungicida.
- Averiguar si en las localidades o regiones cercanas hay presencia de roya amarilla, ya que sus agentes patógenos se diseminan fácilmente por el viento a través de largas distancias.
- Detectar tempranamente todos los focos dispuestos con manchones amarillos para planificar el uso de los fungicidas más recomendables.
- Planificar un control químico completo, debido a que es probable que haya incidencia de roya anaranjada o negra.
Una buena opción es aplicar una mezcla de estrobilurina y triazol, que además será eficiente para el resto de las royas o manchas que puedan llegar a tener las hojas. Aun así, si la elección es colocar triazoles en solitario, se debe considerar lo siguiente:
1) Si hubiera en el mismo lote epidemias de roya anaranjada, se observará menor eficiencia de control por parte de los triazoles.
2) Observaciones a campo demostraron que los triazoles frenan las infecciones recientes, pero no pueden controlar de manera eficiente las infecciones más viejas, que seguirán su desarrollo como estrías necróticas.
3) Es preciso respetar las dosis de marbete de aquellos fungicidas registrados para roya amarilla y anaranjada, porque todavía no hay casos de resistencia a fungicidas de cepas de PST y la ocurrencia a nivel mundial es intensa y constante.
4) Se recomienda el uso de adyuvantes que favorezcan la penetración en días frescos o lluviosos o en aplicaciones con umbral en exceso o alta intensidad de ataque, ya que requiere que el fungicida penetre y actúe rápidamente.
Aunque la influencia de los adyuvantes en la aplicación de fungicidas no ha sido tan investigada, varias publicaciones establecieron que los mismos incrementan y aceleran la penetración de las soluciones y aumentan su actividad biológica.
Para roya amarilla, el uso de adyuvantes en base a ésteres metílicos de ácidos grasos de aceites vegetales mejora y acelera la penetración de fungicidas, disminuye el lavado de los mismos por las lluvias y aumenta su actividad biológica; logrando disminuir la intensidad de la enfermedad y mejorando su control.
Siempre es preciso consultar con los fabricantes para saber qué productos son los más convenientes.