El coronavirus modificó los patrones de consumo de alimentos

ómo impactó el coronavirus en el consumo en América Latina? ¿Puede favorecer a las compañías de agroalimentos la aceleración en la adopción de tecnología? Esos fueron algunos de los interrogantes que planteó el panel “El día después: cambios en los patrones de consumo y producción” en el Congreso Maizar 4.0, del que participaron Cecilia Alva, Clients Director & New Business de Kantar World Panel; Bernardo Milesy, fundador de GLOCAL; y Pablo Ogallar, cofundador y presidente de B2B-Agri.

Cecilia Alva, consideró que hubo grandes modificaciones en el consumo cotidiano en los últimos tres meses. Asimismo, señaló que “el padecimiento en la región fue diferente”, ya que la Argentina, por ejemplo, no se ve tan impactada por el COVID-19 en cuanto al número de muertes, mientras que Chile y Perú están más comprometidos”. Al mismo tiempo, expresó que “la Argentina es el país con más restricciones de movimiento”, algo que se traslada “a las restricciones de frecuencia de compras, distinto a los países que fueron más laxos”.

En Latinoamérica, el 63% de los trabajadores son vulnerables a percibir una disminución de sus ingresos, y un 47% (140 millones) son trabajadores informales. “El final de la pandemia va a ser más desigual”, advirtió Alva.

De acuerdo a lo exhibido por la especialista, en el primer trimestre de 2020 se dio el consumo más alto de los últimos diez años en todos los países de la región, sobre todo en marzo, cuando lo más importante era abastecerse. Alimentos continuó siendo el rubro más importante, pero fue el de limpieza el que más creció. Además, el consumo con tarjetas de crédito creció 30%.

En esa línea, Alva manifestó que las ventas de mayoristas fueron casi tan importantes como las de hipermercados, a la vez que subrayó que se triplicó el comercio online, usado por al menos siete millones de personas en la región. “El 25% de los hogares compró algo en e-commerce entre marzo y abril, y tienden a hacer compras más grandes por el temor”, aseveró.

Por su parte, Bernardo Milesy hizo referencia a cómo está cambiando el mundo del agro y los alimentos a partir de las nuevas tecnologías. “GLOCAL nace hace cuatro años como un fondo de aceleración del agrifood de América Latina. Estamos en Rosario, un clúster importante. Mucho de lo que está pasando con el COVID-19 confirma lo que pensábamos cuando armamos la empresa”, contó Milesy, a la vez que aseguró que “de acá al 2050, el nivel de producción de alimentos debe ser un 70% superior al actual, con un escenario de 9.000 millones de personas”.

No obstante, señaló que “el rubro de agroalimentos está penúltimo en digitalización, solo antes que construcción, lo que puede ser un problema o una oportunidad, ya que podemos acortar esta brecha. Tenemos cuatro pilares: la ubicación (Rosario), la red, la experiencia y los principales puertos del mundo”.

Con respecto a la metodología, explicó que el programa de aceleración con el que trabajan cuenta con etapas definidas y medibles de manera conjunta, para que sea una empresa de triple impacto.

Según Milesy, “hay tendencias que venían de antes y el COVID-19 potenció: se pasa de push a pull, es decir que la demanda va a llegar cada vez más directamente al productor y eso va a decidir qué se produce y qué no; hay convergencia de industrias a través de la tecnología; se superpotenció el D2C (Directo al Consumidor) que llegó para quedarse, sin intermediarios, cuyo rol se va a reconvertir dependiendo de si agregan valor; se toman decisiones en tiempo real, se suben y bajan stocks; y se desarrollan plataformas on demand”. Y agregó: “La tecnología genera las mismas oportunidades para el gigante y para el pequeño; el COVID superaceleró la adopción de tecnología”.

Por último, Pablo Ogallar, fundador de B2B-Agri, se enfocó en el escenario pospandemia. “La imagen de la agroindustria se benefició. Tenemos en la Argentina un ecosistema muy interesante, único en el mundo, que hay que capitalizar, conformado por la capacidad tecnológica e industrial; un alto nivel de conocimiento y educación; un altísimo desarrollo de las AgTech; y una integración de biocombustibles, plásticos, farmacéutica, química y alimentación, que lleva a producir 140 millones de toneladas de granos en 37 millones de hectáreas”, subrayó.

Para Ogallar, dentro de la “nueva normalidad” habrá también una nueva normalidad empresarial, con adaptación continua a nuevos escenarios, una fuerza laboral permanente y otra para proyectos, conexión remota, nuevos horarios y mayor flexibilidad y horizontalidad, además de aumento general del teletrabajo, credibilidad y transparencia como diferenciales, e innovación permanente, entre otras características.

“La Argentina tiene una oportunidad única de potenciar su liderazgo en la producción de alimentos tras la pandemia. La transformación digital va a definir la competitividad de las empresas del sector”, finalizó.