a conocemos la importancia económica que el cultivo del poroto implica para el NOA y todo el valor nutricional que este aporta. Esta legumbre se siembra fundamentalmente en las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, habiendo ya desarrollos productivos en Chaco y Córdoba.
El área de siembra varía según el año entre las cuatrocientas a cuatrocientas cincuenta mil hectáreas, donde los tipos comerciales más importantes son los blancos o tipo Alubia, Negros, Porotos de Color y Poroto Mung.
Las condiciones ideales del Norte Argentino le dieron al poroto oportunidades especiales para el desarrollo de dicho cultivo. Por su parte, la introducción de manejos con Siembra Directa a partir de la década de los 90 permitió mejorar la estabilidad productiva del cultivo, poniendo un piso productivo más alto ya que se optimizo la ciencia de la conservación del agua y nutrientes.
Pero, lo cierto es que, después de 30 años de historia, dependiendo la zona, es lógico entender que el ambiente suelo ya no es el mismo. Esto deriva en que la oferta nutricional, la capacidad de retención de agua, como la oferta microbiana, y la materia orgánica estén modificadas y no nos permitan expresar el potencial de rendimiento que los productores necesitan. Al ser el poroto un cultivo de ciclo corto, entre 90 (algunos menos) y 110 días desde la siembra a la cosecha, con un requerimiento de agua de entre 300mm y 500mm, debemos ser muy eficientes en aprovechar esa oferta ambiental. Si bien estas condiciones son favorables, es importante tener en cuenta ciertas características: baja capacidad fotosintética, elevada tasa transpiratoria, un sistema radicular reducido y poco agresivo, no tolera el encharcamiento, tiene un rango de tolerancia de la T° estrecho (15°C a 29°C) las min 12°C y la máx. 35°C.
Actualmente son diversos los desafíos que los productores debemos resolver para fijar los factores que nos permitan armar el rendimiento. Los principales componentes dependientes del manejo son:
Para lograr estos objetivos, se deben tomar en cuenta los siguientes puntos, a saber:
Una vez ajustadas las técnicas para una buena implantación, el siguiente paso es optimizar la estructura y dirigir la energía captada hacia órganos rentables o “preparar la cancha” para esa etapa, es decir construir el rendimiento. Promover brotes laterales en etapas tempranas da como resultado ramas más gruesas y plantas más erguidas y resistentes. Una planta balanceada tiene IAF (Índice de Área Foliar) adecuado para maximizar el rendimiento y con él la eficiencia en el uso del agua y los nutrientes.
En lo que respecta a eficiencia de la fotosíntesis, el control de enfermedades es clave. Para esto, es necesario:
Para esto, la identificación y planificación del manejo de las enfermedades es un eje que se debe ajustar con mucho detalle y resulta estratégico. Para mencionar los problemas más comunes debemos mencionar a Mancha Angular, Antracnosis, Roya del poroto, Pseudomonas (bacteriosis), Esclerotinia y Rhizoctonia. Para todas estas etapas, la nutrición es fundamental porque los nutrientes irán tomando funciones estructurales y funcionales a lo largo de la vida de la planta.
El poroto es una leguminosa que va a producir hidratos de carbono (energía) y una gran cantidad de proteínas (Nitrógeno, Azufre, Fosforo y energía).
Los requerimientos del poroto se mencionan a continuación:
Exportación en Kg/ha. (Cosecha de 1500kg/ha de grano y 1900kgs de rastrojo)
Grano Rastrojo Total
Nitrógeno 65,25 24,28 89,53
Fosforo 8,42 2,27 10,69
Potasio 16,95 29,82 46,77
Calcio 1,76 15,74 17,5
Magnesio 2,12 2,86 4,98
Vinculado al tipo de manejo debería adecuarse las cantidades de Nitrógeno por la naturaleza de los suelos y la relación C/N. Debido a los bajos contenidos de materia orgánica, suele existir deficiencia de azufre. Se han detectado en análisis foliares deficiencias de Zinc, Cobre, Magnesio, solo para mencionar alguno de ellos.
Los problemas nutricionales se inician comprendiendo los suelos, la compleja relación de nutrientes y la relación suelo planta. Desde Stoller queremos acompañar a los productores en este necesario proceso de cambio a una más intensiva, eficiente y productiva.
Es por todo lo anteriormente expuesto que la propuesta del programa nutricional de Stoller se basa en un plan (modelo) que explica las necesidades generales del cultivo en las etapas críticas.
Para derrocar algunos mitos, los fertilizantes foliares son herramientas muy útiles al momento de su aplicación y contrariamente a lo que dice el mito, la eficiencia de uso del nutriente por parte de la planta varía entre 30 a 300 veces respecto de una fertilización al suelo (debido a las interacciones). Un buen estado nutricional en el cultivo es, como lo decía Francis Chabussau, más resistente a enfermedades y al estrés. También es más eficiente en el uso del agua. Se vuelve entonces imprescindible conocer el requerimiento de las plantas y también la oferta del suelo para cumplir esos requerimientos.
Stoller cuenta con formulaciones balanceadas que permiten aplicaciones sin alterar las proporciones de nutrientes necesarios para un incremento en la función de la fisiología del poroto y consecuente aumento de rendimiento. Entre otras, Stimulate, es un producto con una proporción de hormonas de crecimiento que ayudan a emergencia más rápida y uniforme. La velocidad de emergencia es sumamente importante en los cultivos, especialmente en el poroto.
Debemos pensar la construcción del rendimiento de nuestro cultivo como si fuese la construcción de nuestra casa a partir de una base sólida, donde base es el suelo. Este debe presentar las características físicas y químicas óptimas para soportar los pilares o columnas y nuestro techo.
Nuestros pilares son:
Por otra parte, debemos tener un techo que se adapte a nuestra estructura donde juegan un importante papel:
Desde Stoller proponemos:
Agrositio