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Un tambo certificado

Del concepto de productividad al de calidad de servicios

Un tambo certificado
miércoles 04 de diciembre de 2019

La consigna es sencilla: no se puede mejorar aquello que no se conoce. Por este motivo, los administradores del establecimiento lechero La Polvorilla, localizado en la zona bonaerense de Castelli, decidieron implementar la certificación ISO 9001, para saber cómo se gestiona cada uno de los procesos que se desarrollan en la empresa. El proyecto se inició en 2000 –durante una crisis tambera– con unas 500 vacas que debían producir alrededor de 20 litros al día por cabeza con una carga de 1,70 vacas por hectárea (ha). En la actualidad, tienen más de 700 vacas que producen un promedio de 26,5 litros/día/cabeza con una carga de 2,30 vacas/ha. La meta es llegar a los 30 litros en un progresivo crecimiento del rodeo con material propio.

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Los comienzos

Cinco años atrás, resolvieron contratar a un consultor externo para que realizara una auditoría exhaustiva de cada uno de los procesos que se desarrollan en el establecimiento. “Buscamos obtener un diagnóstico que evidenciara las diferencias entre lo que nosotros considerábamos que debía hacerse y lo que se hacía en realidad. Fue muy útil para observar las brechas existentes entre ambas situaciones”, explica Jorge Olmedo, administrador de La Polvorilla, integrante del CREA Gelas y presidente de la Comisión de Lechería de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA).

Una vez identificados los puntos flojos, se procedió a ajustarlos; pero en ese momento surgió una pregunta: ¿cómo hacer para que las brechas no volvieran a aparecer? Para ello, se implementó un sistema de bonificaciones ajustado al cumplimiento de objetivos productivos. “En caso de corresponder, las bonificaciones se pagan mensualmente, porque de esa manera podemos hacer el seguimiento de eventuales desvíos que pudieran presentarse”, indica Jorge.

Antes de que termine el mes, cada trabajador –en el marco de una reunión con el encargado del establecimiento– recibe un informe con el registro de los datos productivos logrados en su unidad y la bonificación mensual por recibir. “Se trata de un ámbito necesario para detectar cuáles son los factores que permiten lograr una buena performance productiva –para poder potenciarlos– y cuáles son los problemas que contribuyen a reducir la eficiencia, con el propósito de poder solucionarlos; se constituye así un proceso de mejora continua”, agrega.

Es importante aclarar que el proceso de mejora continua no implica que se esté modificando todo constantemente. La disciplina también es un factor crítico. “Nos consideramos una empresa abierta. Queremos escuchar a todos, por lo que estimulamos el debate y buscamos miradas comunes. Pero una vez que entre todos definimos un curso de acción, este debe considerarse inamovible hasta que se establezca una nueva modificación”, comenta el administrador.

“En lechería, cuando se habla de calidad, se piensa antes que nada en los componentes sanitarios y sólidos de la leche. Sin embargo, considero que un tambo es una empresa de servicios; como tal, la calidad debe estar orientada a mejorar la eficiencia de los diferentes procesos. Llegué –incluso– a tomar un curso de hotelería para entender cómo funciona una empresa de servicios, porque en algunos aspectos, un tambo se parece a un hotel que debe ofrecer comodidad y alimento a las vacas, y en el cual, al final del día, es posible mensurar la satisfacción de nuestros clientes a partir de la leche y de los terneros producidos”, indica.

Para consolidar los progresos alcanzados, en 2015 iniciaron acciones para lograr la última versión de la certificación internacional ISO 9001. “El objetivo no es la certificación en sí misma, sino los ahorros, la eficiencia y las mejoras que se producen durante las etapas necesarias para alcanzar la certificación”, explica Olmedo.

Para ello, contaron con la ayuda de una consultora que se dedicó a realizar la preauditoría encargada de detectar los desvíos respecto de los requisitos normativos establecidos por la ISO 9001. “El estándar 2015 de esta norma (superador del establecido en 2008) establece un nuevo capítulo de gestión de riesgo, por lo que diseñamos una matriz de peligros climáticos, de manejo y sanitarios –entre otros– para evaluar cómo responder frente a diferentes posibles contingencias”, señala Pablo Juvé de la consultora Q. Management.

Otra de las metodologías implementadas fue la “5S”, una técnica japonesa orientada a organizar los espacios de trabajo por medio de la eliminación de los objetos inútiles, la suciedad y la señalización. “Un día, llego a trabajar y me encuentro con cosas desparramadas por todo el establecimiento: era parte del trabajo del 5S, que exige juntar todo lo existente en diferentes ámbitos de trabajo para definir si se va a usar o no”, relata Olmedo.

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Comité de calidad

También crearon un comité de calidad integrado por cuatro trabajadores designados por cada uno de los sectores de la empresa: tambo, maquinaria, recría/guachera y reproducción. “El propósito del comité es detectar puntos de mejora, para lo cual los empleados tienen piedra libre; eso lo hicimos porque en la encuesta observamos que muchos se animaban a escribir su opinión sobre cuestiones por mejorar”, apunta Juvé.

El comité se reúne una vez por mes con una agenda abierta. La idea es que sus integrantes no sean fijos, sino que vayan rotando durante cierto tiempo. La condición básica para tratar un tema es que este se refiera exclusivamente a procesos sin ninguna mención personalizada.

“En ese ámbito, surgieron más de 50 propuestas de mejora, muchas de las cuales ya se implementaron o están en curso de implementación”, explica Jorge. “Cuando vemos que nuestras sugerencias son tenidas en cuenta, nos sentimos parte de una organización”, asegura.

Otra de las mejoras que se implementaron luego del proceso incluyó la separación de baños para hombre y mujeres (en la actualidad, seis de los 24 empleados del tambo son mujeres, con Lía María Cuence, médica veterinaria que tiene a su cargo la coordinación técnica de todas las unidades). También se construyeron vestuarios y un espacio especialmente preparado para que los trabajadores almuercen o descansen.

El proceso de auditoría para certificar ISO 9001 –realizado por un técnico de Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM)– consiste en una visita en la cual se toma una muestra al azar de diferentes procesos para detectar eventuales desvíos. La visita culmina con un informe que contiene el detalle de los desvíos, los cuales deben ser solucionados. También se realizan sugerencias orientadas a mejorar procesos que no presentan desvíos en términos normativos.

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Sistema productivo

Dentro del sistema productivo implementado en La Polvorilla conviven todos los sistemas productivos posibles. La premisa es que durante el pre y el posparto, la vaca sea tratada como un Fórmula 1 para evitar que en los estadios posteriores, un eventual contratiempo atente contra la fábrica de leche.

El sistema está dividido en cinco estadios diferentes. El primero es un picadero en el cual residen las vacas durante los veinte días previos al parto. Luego de parir, los animales pasan por una fase de transición para ingresar posteriormente a un ciclo intensivo de unos dos meses, donde reciben 27 kilos de Materia Seca (MS) por cabeza por día en raciones integradas por pellet de soja Hi-Pro (mínimo de proteína del 47%), silaje de maíz, rollos de fibra de alfalfa y balanceado. Al tratarse de un tambo que prácticamente linda con una autovía nacional, el ingreso de alimentos no presenta dificultades ante inconvenientes climáticos

“Durante la etapa intensiva, las vacas producen hasta 40 litros diarios; cantidad que luego se va reduciendo al incrementarse, en las siguientes fases, el componente pastoril de la dieta. Si llevamos la vaca al tope de sus posibilidades al inicio de un ciclo que dura 400 días, luego podemos mantener, en términos relativos, altas producciones empleando el recurso de las pasturas a base de alfalfa”, señala el administrador.

La intensificación no sólo comprende parte de la dieta: los cuidados especiales implementados durante el parto contribuyen a reducir las mermas perinatales hasta un nivel del orden del 3% en hembras. Al nacer, los terneros son colocados en una lona para luego ser derivados al sector de neonatología. “Con todo lo que cuesta preñar una vaca, no podemos tolerar mermas elevadas”, advierte.

El siguiente objetivo es reducir las mermas en el sector de guachera, para lo cual inauguraron un galpón techado para terneros con un dispositivo que permite cerrar ambos laterales o uno solo con cortinas móviles, de manera que permita evitar la luz solar directa sobre los animales en épocas estivales o protegerlos durante la ocurrencia de temporales. Cuentan con un dispositivo móvil que toma leche del tanque de frío y la calienta a una temperatura programada, para luego trasladarla al galpón con las guacheras.

Otra de las innovaciones implementadas en el establecimiento que contribuyeron a mejorar la productividad es un túnel de enfriamiento montado sobre un galpón techado, el cual, por medio de picos que distribuyen chorros de agua y grandes ventiladores, permite reducir la temperatura corporal de las vacas durante el verano. “En la empresa no se emplea la técnica de las pariciones estacionadas. A estas alturas, tener un parto en enero o febrero no debería ser un problema”, concluye Olmedo.

 

CREA



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