uando hablamos de árboles en la huerta nos imaginamos los frutales y dentro de ellos hay una gran diversidad de especies, cada uno con características, flores y frutos distintos. Los árboles nos brindan sombra, madera, soporte para plantas trepadoras. En cada primavera nos regalan sus flores y colores, atrayendo a las abejas y otros insectos polinizadores. Son refugio para insectos y aves, y contribuyen a evitar la erosión por el viento y el agua.
Desde el punto de vista de la alimentación, los frutales a diferencia de los vegetales, producen por muchos años. Las frutas son fuente de vitaminas y minerales, algunas pueden también contener grasas, aceites y proteínas. En las huertas familiares se consideran alimentos complementarios.
Desde el programa ProHuerta se fomenta la integración del componente “Frutales” junto al de “Huerta” y “Granja”, ya que la experiencia de plantar un árbol y obtener los frutos es una acción satisfactoria para quien se anime a realizarla.
En La Pampa, algunos de los árboles frutales que más se adaptan a las condiciones climatológicas son, dentro de los denominados de pepita: el peral y el manzano; y dentro de los de carozo: el duraznero, el ciruelo y el damasco, entre otros.
Es fundamental contar con material de propagación de origen confiable proveniente de plantas madres cultivadas especialmente para esta finalidad.
El estado fenológico ideal para la compra y plantación de un frutal a raíz desnuda, es durante el otoño y/o invierno, ya que este período las plantas no tienen raicillas activas y no hay pérdidas por manipulación.
El área debe estar protegida de vientos y no ser un sector inundable. Seleccionar aquellos sitios que estén iluminados por el sol para lograr una maduración uniforme de los frutos.
Es importante considerar un radio de 2 metros, y si desean plantar más de uno, se debe dejar una distancia de 4 metros entre sí. La profundidad debe ser de por lo menos 1 metro.
Realizar un hoyo de 40 a 60 cm de profundidad donde se va a colocar la planta. Se debe separar y no mezclar los perfiles, los primeros 20 cm del perfil se pueden mezclar con abonos orgánicos o lombricompuesto y utilizarlo para tapar las raíces.
Los 40 cm restantes del hoyo se utilizan para el llenado del pozo una vez plantado. El pie o porta injerto debe quedar por fuera del hoyo, sin taparlo, para no inducir la brotación de las yemas adventicias del portainjerto.
Una vez plantado el frutal se procede a la poda de formación, el propósito es darle fortaleza a la estructura para que optimice el manejo y una rápida iniciación de la producción frutal. Esta acción puede llevar, según el frutal y la variedad, de 1 a 3 años desde la plantación.
Mientras el árbol crece se deben podar las ramas que están muy cerca o que se cruzan entre sí, con el fin de permitir que el aire y la luz circulen por el árbol, reduciendo plagas y promoviendo la fructificación. Es necesario podar las ramas débiles, las que se inclinan demasiado dejando los frutos cerca del suelo y aquéllas que se orientan hacia el centro del árbol.
INTA La Pampa