En el 2019, el gobierno de la provincia de San Luis lanzó “Alfazal, Plan Integral Alfalfa San Luis” con el fin de paliar el excedente de precipitaciones de la Cuenca del Morro y combatir el impacto ambiental generado por el movimiento de placas tectónicas y el cambio del uso del suelo a través del fomento local del cultivo de alfalfa.
La zona del río Nuevo, que nace en la Cuenca del Morro, al este de la provincia, tiene más de 300 mil hectáreas que confluyen hídricamente en el río V. La zona ha tenido cambios importantes en los últimos 100 años. Por otra parte, las condiciones climáticas de la provincia puntana favorecen a la alfalfa como cultivo plurianual y lo convierten en un gran absorbente de agua.
“Alfazal surge por un problema ambiental que tenemos en el Morro y como alternativa para los productores de la cuenca. Para que sirva como remediación ambiental para las zonas bajas y porque se puede cultivar todo el año, así que la alfalfa estaría consumiendo los excesos de agua”, asegura Alejandro Marín, jefe del programa Zona de Actividades Logísticas Agropecuarias.
El objetivo es lograr la implantación de más de 10 mil hectáreas de alfalfa con el fin de que la superficie sembrada absorba un equivalente mayor al volumen de agua que contiene el dique La Florida, colaborando así al saneamiento de la cuenca.
El programa se desarrolla en tres etapas:
Durante el primer año de ejecución, se realizó la capacitación y asesoramiento técnico en cultivos para lograr parámetros de calidad. Un grupo de ingenieros agrónomos trabajó en el campo y visitó a quienes necesitaron asesoramiento.
En pandemia, el programa realizó videoconferencias para acompañar a los productores, pero la producción estuvo marcada por la gran sequía, que estresó los cultivos y no llegó a calidad de exportación.
Actualmente, se desarrolla la fase 2, que pone el foco en la compra de heno de alfalfa, el acondicionamiento y compactación propia y para terceros y el almacenamiento en depósitos específicos para megafardos.
El especialista explica que, con el incremento de la demanda internacional de alfalfa, se empezaron a estudiar las opciones de llegar a los distintos mercados con mega fardos compactados.
“Hemos conseguido mercados internacionales y estamos tratando de difundir el cultivo de alfalfa, pero con la sequía del año pasado en la zona oeste han habido dos problemas: el mercado interno se convirtió en gran demandante y la calidad no ha llegado a ser de exportación”, resume Marín.
El año pasado la provincia firmó un contrato con Qatar y realizó su primera experiencia de exportación por 15 mil toneladas anuales. “Hicimos una prueba y les gustó la calidad, pero no la configuración del megafardo. No les fue práctico en la venta o en la logística y demandan un fardo de 40 a 45 kilos”, explica el responsable del programa.
Marín comenta que la provincia participó de dos rondas de negocios en 2019 con Arabia Saudita y Emiratos Árabes para lograr colocar la producción local.
“Arabia, Qatar, Kuwait y los Emiratos Árabes son mercados muy demandantes. No obstante, estamos buscando con el INTA mercados no tan exigentes, como el uruguayo, para colocar la producción”, asevera.
Alfazal cuenta con servicios y maquinaria propia para integrar a todos los eslabones de la cadena: segadora, rastrillo lateral, enfardadora de rollo y una planta compactadora importada de España con capacidad de trabajo de 7 a 10 toneladas por hora.
“Los megafardos que producimos tienen la medida de 2,10 x 80 x 60. Eso nos permite llenar un contenedor de 40 pies con aproximadamente 25 a 26 toneladas que favorece el costo del transporte”, afirma Marín.
“Además, la idea es demostrarle al productor que no hace falta una maquinaria costosa para desarrollar los cultivos”, agrega.
El año pasado el programa le compró a 15 productores. Este año esperan llegar a 40, ubicados en la Cuenca del Morro, San Pablo y Concarán. Para abril, se calcula un corte de 200 toneladas.
Actualmente, se están realizando gestiones para lograr mayores frecuencias con el ferrocarril. “El año pasado sacamos dos formaciones por mes de vagones con alfalfa de una planta que está en San Vicente, Córdoba, a quienes le hicimos el servicio logístico de ferrocarril”, destaca el especialista.
El programa viene ejecutando una fuerte tarea de investigación para lograr una producción local con calidad de exportación. Tal es así que se prepara para sembrar seis variedades de alfalfa en una superficie de 300 hectáreas a 10 kilómetros del norte de Villa Mercedes.
“Hemos comprado tres grupos de latencia distintos y dos variedades por grupo de latencia y por cada grupo una variedad de semilla nacional y otra importada o de punta, porque la idea es probar y ver qué potencial de rendimiento tienen entre una y otra y qué calidad y duración arrojan”, cuenta Marín.
“La idea es hacer una prueba con distintos sistemas de corte de henificado, como para sacar información y brindarla a los productores”, agrega.
El proyecto se realiza junto con el INTA como soporte técnico y el objetivo es difundir y promover el cultivo de alfalfa en otras zonas de la provincia donde también hay problemas de anegamiento de napas.
En cuanto a los desafíos de este año pospandémico, los resultados dependerán más del clima y las precipitaciones que de la situación epidemiológica. Sin embargo, el experto confiesa que en 2020 “a los productores les ha ido muy bien porque han vendido”.
Como reflexión final, el jefe del programa recomienda: “A los productores, hacer hincapié en que apunten al henificado, a un heno de calidad, que, si bien es un poco más trabajoso, se aseguran un mercado que el día que localmente no tengan una demanda grande, van a poder acceder a uno internacional que les asegura un precio base de 105 dólares. Ese valor es puesto en Villa Mercedes y no es malo, es un precio tentador y lo hace competitivo en rentabilidad a lo que es soja y maíz”.
Agrofy News