finales del 2019 la cervecería Quilmes puso en marcha un plan piloto para sondear un mercado que todavía no había experimentado: el vino.
Con esa intención, lanzó primero una botella de 1/3 bajo la etiqueta Root, y luego concretó la audacia de ofrecer un vino en lata. A este último lo bautizó como Blasfemia, vaticinando que el envase iba a generar polémica entre los consumidores de esta tradicional bebida.
La prueba piloto que se llevó a cabo en 600 comercios de la Ciudad de Buenos Aires, tuvo la repercusión que sus ideólogos esperaban, lo que los llevó a dar el siguiente paso: la compra de la bodega Dante Robino para entrar de lleno a la industria vitivinícola.
El presidente de Cervecería y Maltería Quilmes, Martín Ticinesi, aclaró que “la compra la hace Quilmes, como empresa argentina con 130 años de presencia en el país”, y agregó: “Con esta operación reafirmamos nuestro perfil de grupo de bebidas, aunque la cerveza sigue siendo nuestro principal producto”.
El portafolio tradicional de Quilmes se fue ampliando con el paso de los años. Sumó aguas minerales, jugos, isotónicos y gaseosas. Además, toda la línea de Pepsico está entre su oferta de productos.
Ahora, con la compra de Dante Robino suma un jugador de peso en el sector de vinos y de espumantes. Solo le queda por completar el renglón de espirituosas para tener presencia en todo el sector de bebidas, pero Ticinesi dice que por ahora no piensa incursionar en ese mercado.
Sin embargo, el empresario admite que ninguna bebida pasó indemne la crisis económica de los últimos dos años. Sobre todo las alcohólicas, que no son de consumo básico. “El año pasado la categoría cervezas perdió 7 puntos de volumen”, explica.
En el segmento de vinos el consumo per cápita está en los niveles más bajos de la serie histórica, tras tocas el mínimo de 19 litros en 2018. En 2013, la cifra era de casi 26 litros por cabeza. De todos modos, Ticinesi destaca que pese a este contexto el mercado del vino registró una premiurización, es decir, que dentro de la caída general hubo un crecimiento de ventas de las etiquetas de precio mediano y alto.
Ahí apunta a jugar Quilmes con las marcas de Dante Robino. Su vino de mayor gama es el Gran Dante, que según variedad y año de cosecha cotiza entre los $700 y los $3.000 en Mercado Libre. Más conocido en góndolas es Novecento junto a etiquetas como Capriccio y Atelier, entre otras. Igual, el 30% de la producción de la bodega se exporta, sobre todo a Estados Unidos que es el principal comprador de vinos argentinos.
Dante Robino está ubicada en Luján de Cuyo, Mendoza. La operación incluye las instalaciones, los productos y los viñedos. La bodega cuenta con una capacidad de producción de 11,5 millones de litros. Cuenta con 74 empleados, que seguirán trabajando en la nueva empresa. La decisión de Quilmes es mantener el know how, por lo que continuará también el actual director ejecutivo de la bodega, Ignacio Squassini. En tanto, Nicolás Bruno asumió como gerente general en nombre de los nuevos propietarios.
La estrategia de Quilmes apunta a ganar mercado en vinos, sin perder presencia en cervezas. No hay rivalidad, sino complementariedad de productos, remarca Ticinese en la charla con este diario. La atención está puesta en los hábitos de comida de los argentinos. Dice que tres de cada diez consumidores toman vino y otros toman cerveza en la misma proporción, según el tipo de comida que eligen.
Quilmes viene de implementar un plan de inversiones de US$1.700 millones en cinco años. Y este año anunciará su renovación, a pesar del contexto adverso.