Juan Carlos Eiras: “Perder ocupación en invierno es condenarnos a la escasez del fin de año y el verano”

En diálogo exclusivo con Agroempresario.com, el presidente de la Cámara Argentina de Feedlot, Juan Carlos Eiras, opinó sobre la compleja e inestable situación que vive el Sector permanentemente

martes 03 de agosto de 2021

Por Agroempresario.com

En una entrevista exclusiva para Agroempresario.com, el presidente de la Cámara Argentina de Feedlot, Juan Carlos Eiras, expresó su enorme preocupación sobre el cierre de exportaciones y sobre la incertidumbre que un productor debe afrontar a la hora de tomar decisiones para invertir en el sector.

El 2020 fue un año muy complejo para los feedloteros no sólo por la cuarentena en donde el cierre de la gastronomía pudo haber influido en la baja de consumo de carne, sino por el aumento de los costos productivos que han padecido. El precio del ternero aumentó considerablemente pero más lo hizo el precio internacional del maíz que llegó a tener escaladas de un 100% con respecto al periodo anterior.  Eiras nos explicó que "todo eso generó una incertidumbre donde el engordador fue bajando su productividad, sus cabezas encerradas y tratando de asumir las pérdidas de la mejor manera posible”.

Si bien a principios de 2021 hubo un periodo de recuperación donde se combinó la suba del precio del novillo y una exportación fluida que traía aparejado un beneficio para el engordador, fue irrumpida con el cierre de las exportaciones en mayo. “Está claro que la apertura parcial de las exportaciones no alcanza para que el mercado de la hacienda en pie recupere los valores y de esta forma se justifique hacer un novillo o vaquillona pesada. Con la cuota Hilton y la Cuota  481 se venden sólo los cortes del cuarto trasero; el resto hay que integrarlo para que quede un valor  que el frigorífico pueda ofrecer”, argumentó.

Hoy, el sector está al 60%, 8 puntos menos que el mismo mes del año anterior. “Perder ocupación en invierno es condenarnos a la escasez del fin de año y el verano. El efecto del mañana es más grave aún ya que la medida del cierre daña la matriz productiva y no ha tenido un efecto masivo en los precios del mostrador”, enfatizó Eiras.

A su vez, siente que luego de dos meses y medio sigue sin encontrarle sentido a la medida desde el aspecto técnico económico ya que es muy difícil pensar que el precio de la carne debe bajar en un país con una macroeconomía y con una inflación acumulada mes a mes que hasta ha modificado la pauta paritaria. Estas medidas traen aparejadas varias consecuencias: los trabajadores de la industria han vivido un cierre hace 12 años y se han perdido 16 mil puestos de trabajo calificado y en blanco; del lado del productor, es un desincentivo permanente que modifica el ánimo de todos los ganaderos: “El productor se protege. Cuando veo el índice de encierre de la Cámara y está en 50% de capacidad, es porque es caro producir y porque mi producto tiene que venderse por debajo del costo de producción. Es nefasto el cierre de exportaciones”, remató.

Esta medida, según Eiras, pareciera ser una decisión de enojo con el sector que de alguna forma estuvo relacionada al Gobierno anterior. No es una medida trabajada, sino repentina porque cinco días antes de la misma se había firmado un convenio de abastecimiento a Precios Cuidados para 15.000 toneladas mensuales. 

Hace semanas, Juan Carlos Eiras participó de una reunión con los ministros Kulfas y Basterra donde asegura que quedaron "todos convencidos que la vaca de inferior calidad no tiene colocación en el mercado interno y, sin embargo, no hemos logrado que ese decreto salga porque es presencial y ningún ministro puede modificarlo”. 

Para lograr que el sector produzca bien, opinó que debería volver a vivirse la Revolución Agrícola pero sin retenciones. Dejando producir sin trabas, se generaría un círculo virtuoso en toda la cadena. “Si el engordador está colocando bien sus productos, acepta mejor los precios del criador. Si el criador logra vender bien sus vacas de descarte, como venía ocurriendo hasta hace unos meses, podría financiarse pudiendo así lograr más kilos en sus terneros y darle al engordador un producto de mayor peso y que éste llegue más rápido a un novillo de exportación”.

Entre ideas que surgieron para mejorar la situación, sostiene que el verdadero desafío es el de la informalidad del sector, ya que la mitad de las carnicerías no tiene registro de inscripción. También hay que ayudar a la industria chica o mediana consumera para que pueda tecnificarse y así terminar con el manejo de la media res. También habría que ayudar al productor criador o engordador para complementar el capital de trabajo que necesite para tener y aplicar la tecnología de punta. Cuando el valor de un grano aumenta fuertemente, se necesita capital de trabajo para que el engordador pueda sostener ese ritmo.  En definitiva, “con  dos medidas para la cría, dos para el engorde y dos para la industria, logramos el mejor Plan Ganadero. Luego, vendrían obviamente las medidas de fondo como la promoción, territorialidad, pero eso llevaría otros tiempos, otro análisis. En los últimos 10 años, contamos 11 planes ganaderos público-privados que nunca se pusieron en marcha. Hagamos dos medidas de impacto en los tres sectores y la cosa va a fluir; luego, buscar formalidad, que todo sea igual para todos”, concluyó. 

 



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