Carina Álvarez (FAUBA) y Santiago Lorenzatti (Socio Aapresid) abrieron este importante espacio de alcance internacional. Hablaron sobre los aspectos básicos para cultivar en Siembra Directa (SD), es decir, sin hacer remoción del suelo y en combinación con otras prácticas sustentables.
Una buena siembra dependerá de una buena labor de cosecha, remarcaron. Con énfasis en la correcta distribución de rastrojos para generar una cama de siembra pareja. Luego, puede haber un barbecho químico o cultivo de servicio que hace una estrategia biológica para el control de malezas, además de contribuir a la fertilidad y protección del suelo, entre otros beneficios.
La sembradora es protagonista y debe adaptarse para trabajar sobre esa cobertura voluminosa. Otras prácticas como la rotación de cultivos, la nutrición balanceada, el manejo integrado de plagas, y eventuales controles químicos completarán el esquema, que debe estar muy bien planificado.
En Argentina, el 90% de la superficie productiva del país está bajo SD. “Los productores fueron actores principales del cambio y sinergizaron fuerzas y trabajo en conjunto con la ciencia, y muchos de ellos se agruparon en Aapresid” contó Lorenzatti.
Los beneficios del sistema de SD están probados y son numerosos: económicos, productivos, organizativos para la empresa agropecuaria y ambientales.
Sobre el suelo, reduce la erosión, mejora la fertilidad por el aumento de MO y la actividad biológica. Hay un mejor aprovechamiento del agua por mayor retención de humedad.
La rentabilidad se ve favorecida al estabilizar los rendimientos y reducir las labores y por lo tanto el gasto de combustible. Para adoptar SD recomendaron diagnosticar previamente el sistema y empezar con el 10% de la superficie; “y predisposición a seguir aprendiendo”, remarcó Álvarez.
El mantenimiento de la cobertura viva y el manejo por ambiente son los principales desafíos. Lorenzatti subrayó que en el escenario actual agroalimentario y de cambio climático “la Certificación permite diferenciar el proceso por ser ambientalmente sustentables”.
Dentro del segundo bloque Pablo Etchegorry (Agrometal) explicó las características que debe tener una sembradora para cultivar en SD y recomendó trabajar entre 30-45º con respecto al cultivo anterior para evitar patrones de huellas, bandeo de fertilizante, y mejorar el corte de rastrojo.
Destacó la importancia de la regulación automática de la transferencia de la carga al cuerpo de siembra, y la adecuada elección del tipo de cuchillas para abrir camino y mantener una profundidad de siembra constante. Transmisiones hidráulicas y/o eléctricas para dosificación por ambiente hacen más eficiente el uso de insumos, incluyendo la fertilización, explicó.
Los barrerastrojos colocados en el frente del cuerpo de siembra apartan la cobertura y facilitan el trabajo de los discos plantadores -a los que se adosan ruedas limitadoras de profundidad- y las ruedas tapadoras mejorando la llegada de luz a la línea de siembra.
Sobre pulverizaciones, indicó a considerar para una aplicación exitosa al caudal de aplicación, presión constante y la altura y tipo de pico según objetivo a aplicar y la altura del barral en el trabajo. Además sugirió “cuidar el tránsito cuando el suelo está húmedo, y usar cubiertas de dibujos radiales lo más anchas posibles para evitar compactación y la emergencia despareja del cultivo”.
El último bloque recopiló experiencias de productores alrededor del mundo que implementan SD. José María Durán Manzoni, asesor técnico en Uruguay, comentó que inicialmente adoptaron el sistema por reducción de costos, principalmente de gasoil.
Importaban maquinaria usada de USA. Luego, la mayor cobertura hizo que busquen otras sembradoras más adaptadas desde Argentina. “Los beneficios de no laborear se ven entre lotes que aplican SD y los que no”, y agrega: “la transición es necesaria, hay mucha información para animarse y hacerla de la mejor manera”.
Toru Higa, con 25 de años de experiencia en SD con cultivos diversos como trigo, maíz, sorgo, arroz, caña de azúcar y soja en Bolivia, contó que en sus comienzos fueron asesorados por técnicos especializados. Primero adquirieron una sembradora de Brasil y les llevó 4-5 años ir rumbeando sus sistemas; hoy día aplican más tecnología con maquinaria argentina.
Por las mejoras observadas asegura que “una vez que se empieza con SD no se puede dejar”, haciendo referencia a la "adictividad" de la innovación. Pasando al continente africano, Jorge López Menéndez explicó que la región tiene mucho potencial, pero un panorama de pobreza rural muy complejo.
En el sur de Kenya los ambientes son muy frágiles, con erosión hídrica, pero con productores con capacidad y entusiasmo para adoptar el sistema. En Ghana hay más historia agrícola, aunque allí todavía hacen uso del fuego, al igual que en Sierra Leona.
Frente a esto, junto con el apoyo de socios, hacen un gran trabajo de extensión y asesoramiento para proponerles agricultura regenerativa mediante SD y un nuevo esquema de rotaciones. “El ingreso de máquinas argentinas les abrió un panorama con muy buenos resultados en granos gruesos”.
Por último, Borislav Rangelov productor en el este de Europa (Bulgaria), comentó que, a pesar de ser un país con mucha historia agrícola, la SD comenzó hace 6-8 años. Tienen suelos duros, arcillosos, condiciones climáticas adversas y falta de humedad.
Les llevó 5 años acomodar la tecnología y resistir el período de transición pasando por labranza reducida hasta SD, pero con buenos resultados. Los cultivos de cobertura son muy importantes en áreas con poca lluvia, “y es importante conseguir la sembradora perfecta”.
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