Hoy en día cuando hablamos de control, sabemos que es una parte esencial para controlar y prevenir enfermedades en la producción de alimentos.
Quién habló de los mismos fue el especialista en fitopatología, Ing. Agr. Marcelo Carmona (FAUBA), dándonos su opinión con respecto al panorama actual y perspectivas en cuanto a la resistencia de hongos fitopatógenos en el último día del 30° Congreso Aapresid “un congreso a suelo abierto”.
En cuanto al panorama argentino, especialmente para cultivos extensivos, cuando analizamos el programa de manejo integrado vemos que hay medidas que se adoptan más que otras. El control químico (aplicado en semillas o en las hojas de los cultivos) es la práctica más comúnmente adoptada.
Hay otras prácticas, en menor proporción utilizadas que pueden tener resultados en el mediano plazo, como utilización de bioestimulantes e inductores de defensa, control biológico, pronóstico de enfermedades, entre otros.
Durante muchos años los productores han tenido gran cantidad de moléculas que, empleando bajas dosis han podido controlar diversidad de enfermedades. Sin embargo, según Carmona, actualmente hay un escenario completamente diferente, esto es debido a tres factores:
El primero de ellos es debido a que las situaciones económicas, sociales y ambientales han hecho que se retiren moléculas que antiguamente han sido muy efectivas.
El segundo punto está relacionado a las compañías, las cuales hacen un esfuerzo extraordinario en cuanto a inversiones (200 – 300 millones de dólares anuales) para generar una nueva molécula y todavía no producen nuevos mecanismos revolucionarios de acción como fue en su momento fueron las estrobilurinas.
Y el tercer punto (que hace dramático este escenario) es la resistencia de los hongos a los fungicidas, que compromete y desafía a la agricultura mundial y por supuesto a la producción de alimentos.
Carmona afirmó que “el control químico viene acompañado de decisiones que se usan muy poco como por ejemplo el monitoreo y la decisión de aplicar en el momento correcto a través de umbrales, aplicar de acuerdo a las dosis correctas respetando los marbetes, dejando los mecanismos de acción de acuerdo a los conocimientos técnicos que tengan a su molécula”.
Cuando usamos fungicidas sabemos que pueden fallar, esas fallas de control se generan por diversas causas, una de ellas es la mutación del hongo por resistencia. Cuanto más hagamos las aplicaciones de manera errónea, más se aceleran las resistencias.
Con respecto al panorama iberoamericano, Carmona comenzó hablando sobre Ramularia. Esta enfermedad en cebada es preocupante a nivel mundial ya que es un endófito, vive dentro de la planta. Hay un factor desencadenante para esta enfermedad que son las condiciones de anegamiento de agua.
En cuanto a enfermedades de soja, el tizón púrpura presenta resistencia a estrobilurinas y a carbendazim. También tenemos a Cercospora y sus especies insensibles a las carboxamidas. Según lo expuesto por el especialista en fitopatología, Cercospora era secundario en Brasil, hoy en día está ganado terreno a pasos acelerados. En Bolivia también hay mutaciones de este hongo y hay reducción de sensibilidad a los Triazoles.
Para finalizar la disertación, Carmona recomendó reafirmando ciertas alternativas a soluciones como: monitoreo de enfermedades, aplicaciones de fungicidas dentro del umbral, rotación de cultivos, manejo de semillas, respetar el uso de fungicidas como corresponde, entre otros. Podemos llegar a tener una taza mucho menor de incidencia y severidad de enfermedades considerando y aplicando las alternativas anteriormente mencionadas.
Aapresid