Por Agroempresario.com
La Brochetera es una marca que surgió a mitad de la pandemia en 2020 gracias al ingenio de tres hermanos que buscaban la forma de incluir a aquellos que no consumen carne en el famoso plan argentino de comer asado. Ellos son Alejandro, Pablo y Juan Rapallini.
Dedicada toda su vida a la actividad primaria, en tiempos de pandemia comenzaron a pensar y desarrollar distintas ideas: “ahí surgió el plan de un utensilio para la parrilla apuntado principalmente a los vegetarianos y a los veganos. Cada uno fue imaginando cómo sería y fuimos perfeccionando ese producto”, comentó Pablo.
Alejandro, por su parte, añadió: “Primero empezamos mandando dibujos por el grupo familiar; era un producto que no existía en el mercado, orientado más que nada a las verduras, para que el vegetariano vuelva a prender la parrilla. Nuestra idea era que sea un orden el tema de poner las verduras porque siempre fue algo engorroso”.
Los fundadores de este utensilio estaban convencidos de que el producto iba a ser un éxito: “Queríamos salir al mercado; la primera fue una brochetera clásica, el único producto que teníamos. Estábamos convencidos que iba a ser un éxito porque no existía en el mercado, así que lo primero que hicimos fue patentarlo en el IMPI; el diseño industrial y también la marca”.
El negocio fue dándose a conocer de boca en boca, aumentando notablemente sus ventas desde octubre de 2020 con 300 brocheteras, hasta diciembre llegando a las 2.500 en la época de las fiestas. Desde la idea inicial hasta el auge del producto, pasaron nada más que 6 meses.
Si bien la marca surgió con los tres socios gerentes, continuó creciendo con la incorporación de más empleados: “Tenemos dos personas en la parte administrativa que se ocupan de lo que es packaging y preparación de productos y, de manera tercerizada, la parte de logística de capital federal y los que manejan las redes, la comunicación y la prensa; y, por supuesto, el artesano con su equipo que lleva a cabo el producto. Esa es toda la familia de la brochetera”, aclaró Pablo.
Acerca del proceso de producción de las brocheteras, Pablo comentó que “se crean en dos etapas: la del canasto y la de las tapas. La primera consiste en cortar las mallas según el tamaño de brochetera que se va a fabricar. Después se hacen las tapas. Una vez hechas las dos cosas, se hace un ensamble. Luego se lleva a una fábrica de englosado; ahí el producto ya queda terminado”.
Cierto es que comenzaron con un único producto; hoy en día tienen variedad de tamaños, y dos líneas de material: de hierro y enlozada. Al crecer la marca, comenzaron a incluir nuevos utensilios como cuchillos, delantales y provoleteras, “porque ya se hizo conocida. Ya es una marca, un nombre”, afirmó Alejandro.
Previo a llevar la idea a cabo, confiaban en que era un proyecto con un futuro de grandes triunfos asegurados. “Obviamente, las ideas y los éxitos hay que acompañarlos con esfuerzo y perseverancia hasta que todo se encamine”, añadió Alejandro. En cuanto a los resultados obtenidos, no se vieron sorprendidos. “Es fundamental que uno esté convencido de lo que está haciendo para que sea un éxito; más allá del esfuerzo, la dedicación y el tiempo, uno tiene que estar convencido de las metas y de los objetivos”, alentó.
La Brochetera fue registrada en todo el mundo y se encuentra en proceso de expansión hacia otros países. Actualmente, los hermanos Rapallini exportan a Uruguay y México, y están “teniendo contacto con un socio de EE.UU para llevar los productos para allá”, afirmó Alejandro.
Ambos resaltan que “el esfuerzo, la ejecución y la perseverancia” son indispensables para tener presentes a lo largo del camino; en caso de no prosperar, sirve como aprendizaje para el futuro. Una persona puede tener grandes ideas, pero hay que ser insistente para triunfar. Tal como sostiene Pablo: “Constancia. Constancia es la clave de todo”.