A lo largo de los años, Argentina se consolidó como una nación competitiva en la producción de miel, posicionándose como el tercer exportador de miel. Este sector productivo no solo impulsa el desarrollo territorial, sino que también fomenta los procesos asociativos de agregado de valor.
La apicultura no solo se limita a la producción de miel, sino que abarca otros productos de gran relevancia. Entre ellos se encuentran la cera, el polen, el propóleo y la jalea real. Estos productos naturales tienen múltiples usos y beneficios, tanto en la industria alimentaria como en la farmacéutica y cosmética.
En ese marco, el Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria, explica que el proceso de obtención de la miel comienza cuando el apicultor cosecha el producto en el momento preciso de maduración y humedad.
La apicultura no solo contribuye a la economía nacional, sino que también desempeña un papel fundamental en la preservación del medio ambiente. Las abejas, principales protagonistas de esta actividad, son responsables de la polinización de numerosas especies vegetales, lo que favorece la biodiversidad y la conservación de los ecosistemas.
En este Día del Apicultor, es importante reconocer y valorar el esfuerzo y dedicación de quienes trabajan en este sector. La apicultura se presenta como una actividad estratégica para el desarrollo sostenible, la generación de empleo y el fortalecimiento de la economía del país.
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