La irrupción de la industria del bioetanol ha revolucionado la producción de maíz. El principal referente en torno de la producción de este combustible renovable fue Estados Unidos, mientras que Brasil es un jugador importante y en crecimiento a nivel mundial.
“Brasil se ha convertido en una verdadera locomotora de biocombustibles, y va a toda máquina con el bioetanol”, señaló Patrick Adam al abrir el panel que abordó el tema de este combustible renovable en el Mercosur, presentando los casos de Brasil y de Córdoba.
Según Adam, el bioetanol vive una “revolución silenciosa” en los países de la región, incorporándose a las naftas. “Brasil tiene un corte libre de 46%; Paraguay y Bolivia, de 25%; Uruguay, de 10%, porque no tiene tanta materia prima. En Argentina, el corte es de 12%: tenemos materia prima, pero falta la decisión política de subirlo”, afirmó el ejecutivo.
De hecho, la Argentina exporta el 65% del maíz en grano, y sólo el 3,7% se convierte en bioetanol, lo que muestra que hay una capacidad de producción muy subaprovechada.
La producción nacional del bioetanol es de 776.747 metros cúbicos, el equivalente a 776 millones de litros por año. Tiene epicentro en la provincia de Córdoba, donde hay tres plantas, en las localidades de Villa María, Alejandro Roca y Río Cuarto. Por otra parte, Adam destacó que la producción de bioetanol “es parte de una industria más amplia”, ya que genera productos para la minería, las bebidas gasificadas, y biogás.
Mientras el sector busca un nuevo marco regulatorio y de incentivos, en especial que prevea un aumento en el corte de la nafta, la producción está estancada. La mezcla de la nafta con bioetanol en el mercado doméstico comenzó en 2010, con un 5% de corte. El objetivo en el que trabajan el Gobierno y las empresas es llevar ese nivel al 15% en 2025, y converger con el nivel del Mercosur, hacia un nivel de corte de 30%.
“Sin más biocombustibles, Argentina va a entrar en un default ambiental, por lo tanto, va a tener que seguir avanzando”, dijo el representante de la Cámara de Bioetanol de Maíz.
La demanda mundial de biocombustibles para aviones es lo que se viene, ya que son la única llave que tiene la industria de la aviación para descarbonizarse. Por esto, se proyecta que la demanda del bioetanol para aviones se habrá multiplicado por 2,5 para 2050. “Hoy no podemos desarrollarlo, porque no tenemos una ley que lo contemple”, aseguró Adam.
Córdoba es la principal provincia productora de bioetanol de maíz y tiene una política pública de apoyo al autoconsumo. “En la provincia, 70 organizaciones han definido el sistema energético para 2050, con un gran rol de las bioenergías”, sostuvo Sergio Manzur, director de Biocombustibles de la provincia.
La gran apuesta es ir hacia un parque de vehículos que utilice bioetanol como fuente de energía. “Sustituir el 30% del parque de vehículos por autos eléctricos significaría una inversión de USD 309.000 millones, muy por encima de lo que implicaría la adopción de los autos flex con más corte de bioetanol”, comparó Manzur.
Como parte de su política de incentivo al sector, Córdoba tiene una ley provincial que obliga a la flota pública (alrededor de 6.000 vehículos) a funcionar con biocombustibles: E17 (naftas con una mezcla de 17% de bioetanol) y B20 (gasoil con biodiésel al 20%), con tres puntos de carga. Además, la provincia ya realizó pruebas para llevar el corte en la flota oficial a E70 (bioetanol al 70%). A fin de incentivar el uso en el sector privado, desarrolló un proyecto para hacer 2 millones de litros de biocombustibles para autoconsumo, a partir de las inversiones en plantas modulares ubicadas en el interior provincial.
Según Manzur, los desafíos a futuro son el desarrollo de biocombustibles para transporte aéreo, fluvial y marítimo; producción de biometano con residuos para su uso en vehículos; la generación eléctrica con biocombustibles, y llegar a que el sector sea carbono neutral.
Córdoba fue un modelo para Brasil: “En 2016 estuve en Córdoba, cuando en Brasil había solo una planta de etanol de maíz: fue una inspiración”, destacó Guilherme Nolasco, presidente de la Unión Nacional de Etanol de Maíz de Brasil (UNEM), fundada hace siete años y que concentra el 90% de la producción brasileña de este combustible renovable. “Teníamos poca demanda interna, y el maíz se iba como grano por el puerto”, explicó.
La oportunidad de desarrollar el sector en Brasil surgió en la última década, a la par que la producción de maíz pasó de 72 millones de toneladas a 115 millones, sobre una superficie de 20 millones de hectáreas. “En 2032/2033, la producción de maíz será de 176,9 millones de toneladas, y solo 45 millones se van a exportar como grano”, proyectó.
La producción brasileña de bioetanol se realiza en 22 refinerías que están en operación, mientras que otras nueve se encuentran en proceso de autorización, y hay más de una decena en proyecto. Con esa capacidad instalada, en 2023/2024 Brasil produjo 4,4 millones de metros cúbicos (4.400 millones de litros), y la idea es llegar a 2033/2034 con 16 millones de metros cúbicos: 16.600 millones de litros.
Como parte del sistema de agregado de valor, Brasil también exporta un subproducto de la fermentación, el DDGS (granos secos de destilería). El año pasado, embarcó 600.000 toneladas, lo que representó ingresos por USD 180 millones. España, Reino Unido, Turquía, Tailandia, China, Vietnam, Indonesia, Japón y Nueva Zelanda, son sus potenciales clientes.
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