Por Agroempresario.com
Julio de 2024 quedará grabado en la historia agrícola de Argentina por su extrema sequedad. Con menos de 1 milímetro de lluvia registrado en la zona agrícola núcleo, el mes pasado se convirtió en el más seco en décadas, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Esta notable falta de precipitaciones, sumada a las bajas temperaturas, ha puesto en riesgo el desarrollo del trigo y otros cultivos esenciales.
Desde finales de marzo, las lluvias han sido escasas en la región, y julio no hizo más que agravar la situación. La BCR reporta que el 10% del trigo se encuentra en condiciones de regular a malo, mientras que cultivos como cebada, arveja y lenteja también han sufrido los estragos de la sequía y el frío.
Las áreas más afectadas incluyen el norte de Buenos Aires y el noroeste bonaerense, donde los sembrados han tardado en germinar y se encuentran en riesgo debido a la falta de agua. La BCR señala que los terrenos con menor aptitud y los sembrados de julio han tardado más de 20 días en brotar, y los productores temen que nuevas heladas puedan agravar aún más la situación.
Sin embargo, el inicio de agosto trajo algo de alivio con precipitaciones que oscilaron entre 30 y 50 milímetros en varias localidades. Aunque este aumento en las lluvias llega algo tarde para remediar completamente el daño, ofrece una oportunidad para los cultivos en marcha y para la próxima siembra de maíz.
El impacto en la producción de maíz también ha sido significativo, con una fuerte pérdida productiva debido a la plaga de la chicharrita. La cosecha del maíz tardío ha visto una reducción drástica en el rendimiento, y la producción total se ha quedado en 14,5 millones de toneladas, lejos del posible récord de 15,5 millones.
Las lluvias recientes ofrecen una esperanza parcial para la recuperación agrícola, pero el daño ya causado por la sequía y la plaga tendrá repercusiones duraderas. La agricultura argentina enfrenta un desafío crucial mientras se prepara para el próximo ciclo de siembra, con la mirada puesta en un clima más favorable y una recuperación efectiva de los cultivos afectados.