Por Agroempresario.com
Argentina ha recuperado su posición como el principal exportador mundial de harina de soja, un logro que, sin embargo, se ve ensombrecido por los precios internacionales en mínimos históricos. A pesar de haber superado la sequía que afectó gravemente la producción en 2023, la situación económica actual complica a los productores, impacta las exportaciones y tensiona aún más el esquema cambiario oficial del país.
El sector agropecuario argentino ha sido históricamente uno de los pilares de la economía nacional, pero en 2024 enfrenta un escenario complejo. El precio de la soja, que se desplomó en el último año, ha reducido significativamente el poder de compra interno, afectando a miles de productores. La combinación de factores externos, como la caída de los precios internacionales, y factores internos, como un tipo de cambio oficial que los productores consideran atrasado y una alta carga impositiva, ha llevado a una situación crítica.
Según un informe de la consultora Invecq, la caída de los precios internacionales podría resultar en una reducción de USD 4.700 millones en las exportaciones argentinas de trigo, maíz y soja para 2025. Esta merma en la oferta de dólares agravaría la ya tensa situación cambiaria, afectando las reservas del Banco Central y aumentando la demanda de divisas por importaciones.
Además, el panorama se complica aún más con el vencimiento de deuda en moneda extranjera que el gobierno argentino deberá enfrentar en 2025, por un total de USD 19.000 millones. Esta situación plantea un desafío significativo para la sostenibilidad del esquema cambiario actual, que muchos economistas ya consideran insostenible.
A pesar de estos desafíos, la Argentina ha logrado recuperar su posición como el mayor exportador mundial de harina de soja, superando a Brasil. Un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario destaca que, durante el primer semestre de 2024, las exportaciones argentinas de este subproducto aumentaron un 46% respecto al mismo período del año anterior. Sin embargo, este crecimiento es solo un alivio temporal en un mercado global donde la competencia se ha intensificado.
Brasil y Estados Unidos, que también son grandes productores de soja, han incrementado su capacidad de molienda y exportación en los últimos años, mientras que Argentina ha perdido terreno en mercados clave como el sudeste asiático. A pesar de ser aún un actor importante en el comercio internacional de harina de soja, la Argentina ya no domina el mercado de manera indiscutida y enfrenta la amenaza de ser superada por sus competidores.
El presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y del Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), Gustavo Idígoras, recientemente calificó a la Argentina como "una jubilada de la Agricultura", en referencia a las oportunidades perdidas en el sector. Esta declaración refleja la preocupación de los expertos sobre la capacidad del país para mantenerse competitivo en un mercado cada vez más globalizado.
En resumen, mientras Argentina celebra la recuperación de su liderazgo en la exportación de harina de soja, el sector enfrenta grandes desafíos debido a los precios internacionales bajos, la presión sobre el esquema cambiario y la competencia creciente en el mercado global. El futuro del sector agropecuario argentino dependerá en gran medida de su capacidad para adaptarse a estas nuevas realidades y aprovechar las oportunidades que surjan en un entorno económico y comercial cada vez más complejo.