Por Agroempresario.com
El consumo de garbanzos en Argentina, tradicionalmente bajo en comparación con otros países, ha comenzado a mostrar signos de crecimiento, según una nota publicada en La Nación. Mientras que el consumo promedio anual de legumbres en el país es de 800 gramos por persona, muy por debajo del promedio mundial de 8 kilos, el garbanzo ha experimentado un notable aumento en su demanda.
Pablo Campo, presidente del clúster de garbanzo de Córdoba, atribuye este crecimiento a los cambios en los hábitos alimenticios que se aceleraron durante la cuarentena. “Durante la cuarentena, muchos consumidores recurrieron a productos como legumbres y harinas que se pueden almacenar por mucho tiempo. Además, las recomendaciones de los nutricionistas y la popularidad de la dieta vegana también han incrementado la demanda” (La Nación).
El garbanzo, rico en proteínas, almidón y lípidos, especialmente ácido oleico y linoleico, es valorado por su alto contenido de fibra y energía. La creciente popularidad de harinas e ingredientes funcionales a partir del garbanzo está abriendo nuevas oportunidades en mercados nacionales e internacionales. “Hay harinas e ingredientes funcionales a partir del garbanzo, lo que podría abrir nuevos mercados y aumentar el consumo, como también más snacks y productos de panadería” (La Nación).
A pesar de este crecimiento en la demanda, la producción de garbanzos enfrenta varios desafíos. La Argentina produce entre 120.000 y 130.000 toneladas anuales de garbanzos, de las cuales cerca del 95% se exporta. En Córdoba, una de las principales regiones productoras junto con Salta, la superficie sembrada se ha recuperado gracias a las condiciones favorables al inicio de la campaña. Sin embargo, la falta de lluvias en primavera podría afectar el desarrollo del cultivo.
El último informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba señala “síntomas leves de falta de agua principalmente en el departamento Totoral”, así como “daños moderados por heladas, sin pérdidas de plantas, pero sí con amarillamiento en las hojas” (La Nación). A pesar de estos problemas, la superficie sembrada ha aumentado un 58% respecto al año anterior, aunque sigue estando un 26% por debajo del promedio histórico entre 2011 y 2023.
El futuro del garbanzo en Argentina parece prometedor, gracias a los esfuerzos por mejorar la oferta genética y expandir los programas de exportación. “La producción de garbanzos mejoró porque hay esfuerzos significativos para mejorar la oferta genética” (La Nación). Además, la creciente conciencia sobre la sostenibilidad y el impacto ambiental de los productos agrícolas está beneficiando al garbanzo, un cultivo eficiente en el uso del agua.
La innovación en productos derivados del garbanzo, como proteínas vegetales y harinas funcionales, está en auge. “Se están explorando alternativas para agregar valor al garbanzo, como la producción de proteínas aisladas de origen vegetal y otros productos derivados” (La Nación). Estos desarrollos no solo abren nuevas oportunidades de negocio, sino que también podrían impulsar el consumo tanto a nivel nacional como internacional.
En resumen, el garbanzo está ganando terreno en el mercado argentino, impulsado por cambios en los hábitos alimenticios y una creciente demanda global. Sin embargo, la industria debe enfrentar desafíos relacionados con el clima y la sostenibilidad para asegurar un crecimiento continuo.