Por Agroempresario.com
En un contexto de aumento en los costos de la energía y la reducción de subsidios, la energía solar ha emergido como una solución atractiva para los hogares argentinos. Según una nota reciente de La Nación, la inversión en paneles solares no solo permite enfrentar el incremento en las tarifas eléctricas, sino que también contribuye a la sostenibilidad ambiental.
Ignacio Dapena, Director de Digital Power en Huawei, destaca que “cuando empezaron a bajar los subsidios, empezamos a pagar más de luz e inmediatamente empezaron a florecer interesados en el tema” (La Nación). Este aumento en el interés se debe a que, aunque la instalación de paneles solares requiere una inversión inicial considerable, el ahorro en la factura de electricidad puede hacer que la inversión se recupere con creces a lo largo del tiempo.
Los paneles solares, también conocidos como fotovoltaicos, funcionan convirtiendo la luz solar en electricidad mediante el efecto fotovoltaico. Ariel Mesch, ingeniero especialista en energías renovables, explica que “fotovoltaico significa que se genera una diferencia de potencial a partir de la luz. Los paneles generan corriente eléctrica a partir de la energía del sol, que luego se transforma mediante inversores en 220 o 380 volts” (La Nación).
Una instalación típica para una vivienda requiere aproximadamente 20 metros cuadrados de paneles. La orientación y la inclinación de los paneles son cruciales para maximizar su eficiencia. Según Mesch, los paneles deben estar orientados hacia el norte y libres de sombras para capturar la mayor cantidad de luz solar posible. La inclinación varía según la ubicación geográfica, con recomendaciones específicas para diferentes regiones del país.
El costo de una instalación solar ha disminuido en los últimos años. Un sistema básico para una vivienda puede costar entre 3500 y 8000 dólares, dependiendo de si incluye baterías para almacenamiento de energía. Dapena señala que “para una casa, sin baterías, podés tener un recupero de inversión entre tres y cuatro años” (La Nación). Los sistemas con baterías, que proporcionan respaldo en caso de cortes de suministro, tienen un costo inicial más alto, pero también ofrecen una mayor autonomía.
Las baterías son particularmente útiles en áreas con cortes frecuentes de energía o para viviendas fuera de la red eléctrica. Sin embargo, Mesch advierte que “su costo es elevado, y para muchos usuarios no resulta rentable” (La Nación). Además, las baterías requieren mantenimiento y pueden no ser la opción más ecológica.
El mantenimiento de los paneles solares es mínimo; una limpieza básica una o dos veces al año es suficiente para mantener su eficiencia. Los paneles están diseñados para soportar condiciones climáticas adversas, y su vida útil supera los 20 años.
A pesar del rezago en comparación con países vecinos como Brasil y Chile, el potencial para la energía solar en Argentina es enorme. Dapena concluye que “el país tiene una oportunidad enorme en esta tecnología”, dado que la reducción de subsidios ha puesto de relieve los beneficios económicos y ambientales de esta alternativa (La Nación).