Rotación para incrementar la performance productiva-ambiental

En nuestro país, la soja y el maíz son los principales cultivos en superficie agrícola, ocupando aproximadamente 16,9 (45 %) y 9,5 (23 %) millones de hectáreas del área total destinada a producción agropecuaria. La rotación tradicional de soja y maíz en verano, y trigo en invierno son uno de los principales motores económicos del país.

El Chaco seco argentino es una de las regiones que aporta al entramado agroproductivo antes mencionado. Con el objetivo de mejorar la performance productiva y ambiental de ese sistema, investigadores del INTA y del Conicet evaluaron y diseñaron un nuevo índice que relativiza las emisiones de óxido nitroso (N2O) en función de la cantidad de carbono (C) incorporado al sistema productivo.

Novedoso índice

El equipo de investigación evaluó dichas dinámicas en términos de emisiones de N2O por unidad de carbono ingresado al sistema, para así definir la performance productiva-ambiental de las secuencias de cultivo características de la región: soja-barbecho-soja, maíz-barbecho-maíz y soja-trigo. En este sentido, el doctor Jorge Chalco Vera, investigador del INTA Salta-Conicet comentó que “hasta el momento no existían estudios que evalúen los efectos de estos cambios de uso de la tierra sobre las dinámicas de carbono y nitrógeno (N) en la región del Chaco seco argentino, y se las compare con las producida por el monte nativo”.

Según el especialista, “esta investigación representa un punto de inflexión para las investigaciones futuras sobre la performance ambiental de los sistemas agropecuarios ya que relativiza el impacto ambiental de las emisiones de N2O a la captura de carbono del sistema agropecuario. Antes, se medían las emisiones de N2O por un lado y las capturas de carbono por otro; en este trabajo integramos, al menos en parte, en un mismo índice las emisiones de N2O y las capturas de carbono”.

El doctor Martín Acreche, coautor del estudio y jefe del área de Ecofisiología de cultivos del INTA Salta, destaca que “al comparar con un monte nativo, la soja y el maíz sin fertilizar no se distinguen en términos de emisiones de N2O. Sin embargo, en cuanto a la dinámica del carbono, los impactos del cambio de uso de la tierra son notables”.

Entonces, según palabras del especialista, “se trabajó en generar un índice que combine ambas mediciones; en ese marco, al relativizar las emisiones de N2O en función del carbono capturado, las mismas son similares entre el monte nativo y el maíz, y mayores en soja.

Por ello, esta investigación afirma que, para la región del Chaco seco, una rotación de dos ciclos de cultivo de maíz por cada ciclo de soja asegura un ingreso de carbono mayor o igual que el que se pierde durante el proceso productivo, favoreciendo así la restauración o el secuestro de carbono en los suelos y minimizando el impacto sobre las emisiones de N2O.

Los investigadores sugieren que, para obtener balances positivos de carbono, es fundamental mantener constantes las emisiones o pérdidas de carbono en forma de dióxido de carbono (CO2) durante el barbecho. Para ello, se recomienda la incorporación de cultivos de servicio invernales, como vicia, centeno, cebada, avena o trigo, siempre que las condiciones hídricas lo permitan.

A su vez, destacan, que se deberían realizar este tipo de análisis considerando la incorporación de fertilización durante los ciclos de cultivo, prácticas necesarias para una mayor sustentabilidad del sistema.

Los resultados, publicados en la revista Agriculture, Ecosystems & Environment, representan un avance importante en la investigación y práctica agrícola en el Chaco seco. La implementación de estas estrategias contribuirá a la sostenibilidad del sistema agropecuario, así como a mitigar el impacto ambiental.

AgroNoa