Por Agroempresario.com
En un contexto de alta inflación, Javier Milei anunció que, si se mantienen los números actuales de inflación durante dos meses más, el Gobierno podría reducir el ritmo del crawling peg al 1% y, de continuar con esta tendencia, liberaría el mercado de cambios. La medida, que fue mencionada luego de conocerse el dato de inflación de octubre (2,7%), ha generado reacciones encontradas en el sector agropecuario. Según indican los especialistas citados por La Nación, la convergencia de la inflación local con la reducción del tipo de cambio no cambiaría las condiciones a corto plazo. Sin embargo, se advierte que el "dólar blend" ya no es una opción conveniente para los productores, y que el encarecimiento de los créditos en pesos, tomados al inicio de la campaña, podría perjudicar la rentabilidad del sector.
El economista Jorge Ingaramo analiza que una devaluación más lenta, como la que implica un crawling peg del 1%, no sería favorable para el agro. “En el último mes, el blend 80/20 dio solo 0,70 de devaluación, mucho menos que el crawling peg, por lo que, si esta tendencia continúa, la situación empeoraría”, asegura Ingaramo en la nota de La Nación. Sin embargo, ve con más optimismo un escenario posterior a mediados de enero, cuando, según su visión, se cumplirían las condiciones para salir del cepo cambiario.
El impacto de la política cambiaria se cruza con las expectativas del sector agropecuario respecto a las retenciones. Franco Artusso, investigador de Ieral de la Fundación Mediterránea, subraya que el nivel de competitividad del agro depende de los precios internacionales, las retenciones y el tipo de cambio. Artusso advierte que el atraso cambiario generado por el crawling peg de estos meses ha dejado al tipo de cambio real (TCR) en un nivel bajo, lo que afecta negativamente a las exportaciones argentinas. En este sentido, indica que una reducción del crawling peg al 1% no cambiaría sustancialmente la ecuación del sector a corto plazo, aunque sí sería crucial que, a mediano plazo, el Gobierno avance con la eliminación de las retenciones.
Desde el punto de vista financiero, el consultor Ramiro Farías agrega que una reducción en el ritmo de devaluación tendría un impacto directo en los créditos tomados por los productores a principios de campaña, cuando las tasas de interés eran elevadas. “Un menor ritmo de devaluación implica un mayor costo en dólares para el productor que tiene que cancelar sus obligaciones en pesos”, explica Farías.
Para Ingaramo, la salida del cepo cambiario debería darse en tres etapas: la convergencia de la inflación local y el tipo de cambio, el cumplimiento de los saldos reales positivos, y la gestión del stock de US$9.000 millones en LeFis que los bancos tienen en su poder. Según el economista, la liquidación por parte del campo de unos US$3.500 millones podría ayudar a aliviar la situación, pero advierte que una salida desordenada del cepo podría hacer que esos montos presionen sobre el dólar.
A lo largo de la nota de La Nación, se mencionan las incertidumbres que surgen en torno a las políticas del Gobierno en relación a la flotación cambiaria y la eliminación del impuesto PAIS, previsto para diciembre. De acuerdo con Ingaramo, la salida del cepo debería ser gradual y no con un tipo de cambio fijo para bienes, ya que un enfoque erróneo podría generar más distorsiones en la economía local.
En este escenario, el sector agropecuario sigue de cerca los pasos del Gobierno, esperando señales claras que permitan planificar el futuro con mayor certeza.