Por Agroempresario.com
Promover hábitos alimenticios saludables en los niños sigue siendo un desafío para padres y educadores. Muchos pequeños resisten el consumo de alimentos esenciales como frutas, verduras y proteínas, cruciales para su desarrollo. Sin embargo, un reciente estudio científico ha identificado un factor adicional que podría influir en esta resistencia: las expresiones faciales de los adultos.
Publicada en la revista Frontiers in Psychology, la investigación fue realizada por las Facultades de Psicología de las Universidades de Aston y Birmingham, en el Reino Unido. El objetivo del estudio fue explorar cómo las expresiones faciales de los adultos al consumir ciertos alimentos, en este caso el brócoli crudo, pueden influir en las elecciones alimenticias de otros.
El estudio se centró en mujeres adultas jóvenes que observaron un video en el que adultos desconocidos comían brócoli con expresiones faciales positivas, negativas o neutras. Los resultados fueron claros: las expresiones faciales negativas de los adultos al comer la verdura disminuyeron significativamente el interés de las mujeres por consumirla. Sin embargo, las expresiones faciales positivas no lograron incrementar el gusto por el brócoli, lo que sugiere que las emociones negativas tienen un impacto más fuerte en la percepción del sabor.
Este estudio, aunque centrado en adultos, tiene implicaciones importantes para los hábitos alimenticios de los niños. Katie Edwards, autora principal de la investigación, señala que si los padres o figuras adultas muestran desagrado al comer verduras, esto puede tener efectos negativos en la disposición de los niños a probarlas. "Los niños son muy perceptivos y tienden a imitar lo que ven en los adultos. Las expresiones faciales actúan como señales emocionales que los niños captan y pueden influir en sus preferencias alimenticias", comenta Edwards.
La imitación es una herramienta poderosa en el aprendizaje infantil, y en la primera infancia, el comportamiento de los padres o cuidadores es crucial para formar los hábitos de los niños. Así, si un niño observa que su figura de referencia muestra aversión por ciertos alimentos, como las verduras, es más probable que desarrolle la misma aversión.
Este descubrimiento subraya la importancia de las reacciones emocionales de los adultos al abordar la alimentación infantil. Más allá de ofrecer alimentos de forma atractiva o divertida, es fundamental que los adultos den el ejemplo, mostrando una actitud positiva hacia los alimentos saludables. De esta manera, se podría reducir la resistencia a comer verduras y otros alimentos saludables, contribuyendo a un cambio de hábitos alimenticios que beneficie a las nuevas generaciones.
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