Por Agroempresario.com
El complejo triguero argentino se encuentra en una trayectoria ascendente, con proyecciones que indican un crecimiento del 26% en su aporte económico para 2025, alcanzando un total de US$2.890 millones. Este dato se desprende del informe del departamento de Estimaciones Agrícolas del Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que analiza la campaña 2024/25. Este crecimiento se basa en un aumento del área sembrada del 7% y un crecimiento de la cosecha estimado en 23,2% en comparación con el ciclo anterior. Estos resultados no solo son alentadores para los productores, sino que también tienen implicaciones significativas para la economía nacional, considerando que el trigo es uno de los cultivos más importantes en la matriz agroindustrial argentina.
La administración del presidente Javier Milei, que asumió el poder en 2023, eliminó las restricciones a las exportaciones de trigo que habían sido impuestas por el gobierno de Alberto Fernández. Estas restricciones incluían un sistema de topes conocido como "volumen de equilibrio", que limitaba la cantidad de cereal que se podía enviar al exterior. La eliminación de estas barreras ha generado un ambiente más favorable para los exportadores, permitiendo que el sector se recupere y crezca. Aunque se han eliminado estas restricciones, se mantiene un nivel de Derechos de Exportación (DEX) del 12%, lo que sigue generando un impacto en la rentabilidad del sector. Este contexto de políticas más liberales ha sido un factor clave para el optimismo en el sector triguero, que busca aprovechar al máximo las oportunidades en un mercado global cada vez más competitivo.
El informe detalla que se sembraron 6,3 millones de hectáreas de trigo, lo que representa un 7% más que el ciclo anterior. Este aumento en la superficie sembrada se debe a las condiciones climáticas favorables, especialmente las precipitaciones otoñales que garantizaron la humedad necesaria para la siembra. Además, una mejora en los precios del trigo ha incentivado a los productores a aumentar su inversión en este cultivo, lo que ha llevado a un incremento de aproximadamente 100.000 hectáreas en relación con la proyección inicial. Este crecimiento en la superficie sembrada es un indicador de la confianza de los productores en el mercado y su disposición a invertir en un cultivo que ha demostrado ser rentable en años anteriores.
La producción nacional de trigo para la campaña 2024/25 se estima en 18,6 millones de toneladas, lo que significa un aumento del 23,2% respecto al ciclo anterior, donde se produjeron 15,1 millones de toneladas. Comparando con el promedio de los últimos cinco ciclos, la producción ha aumentado en 8,8%. Este crecimiento es significativo, ya que demuestra la capacidad del sector para adaptarse y prosperar en un entorno cambiante. La combinación de mejores prácticas agrícolas, el uso de variedades de semillas más resistentes y la implementación de tecnologías de riego han contribuido a este aumento en la producción, lo que permite a los agricultores maximizar sus rendimientos.
A nivel nacional, el rendimiento de trigo para la campaña 2024/25 se estima en 30,4 quintales por hectárea (qq/ha), un incremento de más del 7% respecto a la campaña 2023/24, que fue de 28,4 qq/ha. En el sudeste de Buenos Aires, el rendimiento promedio alcanzó los 40,6 qq/ha, aunque se observó una caída del 2,1% en comparación con las campañas entre 2019 y 2024. Estos datos reflejan la variabilidad en la producción y la importancia de las condiciones climáticas en el rendimiento de los cultivos. Los productores han tenido que adaptarse a estas variaciones, implementando técnicas de manejo que les permitan optimizar sus rendimientos incluso en condiciones menos favorables.
El informe de la Bolsa de Cereales prevé que las exportaciones de trigo se recuperen en un 49%, generando ingresos de US$2.910 millones. Este incremento en las exportaciones es crucial para la economía del país, ya que el trigo es uno de los principales productos de exportación de Argentina. Las proyecciones indican que el sector podría enviar al exterior 12,2 millones de toneladas de trigo, lo que representa una oportunidad significativa para diversificar las fuentes de ingresos y fortalecer la balanza comercial. Además, se espera que la cadena triguera aporte US$926 millones en términos de recaudación fiscal, aumentando un 20% respecto al año anterior. Este aumento en la recaudación fiscal es vital para el financiamiento de programas y políticas públicas que beneficien al sector agroindustrial.
En los últimos diez años, las exportaciones de trigo han aumentado en un 6,6% en promedio, y en la campaña 2023/24, este incremento fue del 6,8%. El aumento en la superficie sembrada y los rendimientos superiores al promedio en las zonas productivas del centro y sudoeste de Buenos Aires han permitido mantener un nivel de producción elevado, a pesar de que en otras regiones, como el sudeste, los rendimientos han estado por debajo de lo histórico. Este panorama sugiere que, aunque hay desafíos, hay también oportunidades significativas para mejorar la competitividad del trigo argentino en el mercado internacional.
A pesar de las proyecciones optimistas, el sector triguero enfrenta desafíos. La dependencia de las condiciones climáticas sigue siendo un factor crítico. Las sequías o lluvias excesivas pueden afectar tanto la siembra como la cosecha, lo que podría impactar negativamente en las proyecciones de producción y exportación. Además, la fluctuación de los precios internacionales del trigo puede influir en la rentabilidad del sector. Los productores deben estar preparados para gestionar estos riesgos, implementando estrategias de mitigación que les permitan navegar en un entorno volátil.
Sin embargo, las mejoras en los precios del cereal y de los insumos han tenido un impacto positivo en la intención de siembra en zonas clave del centro y sur del área agrícola. Este contexto favorable podría permitir al sector superar los desafíos y capitalizar las oportunidades en el mercado internacional. La innovación en técnicas de cultivo y el uso de tecnologías avanzadas son esenciales para maximizar la eficiencia y garantizar la sostenibilidad del sector a largo plazo.