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Diego Fenoglio, creador de Rapanui: “La pasión por lo que hacés es el camino al éxito”

El fundador de la reconocida marca de chocolates y helados relató su desafío de reinventarse a los 40 años, dejando atrás la empresa familiar para crear un proyecto que reflejara su esencia

Diego Fenoglio, creador de Rapanui: “La pasión por lo que hacés es el camino al éxito”
lunes 27 de enero de 2025

Por Agroempresario.com

A los cuarenta años, Diego Fenoglio enfrentó una decisión crucial que cambiaría el rumbo de su vida profesional. Lideraba junto a su madre y hermana la empresa familiar de chocolates fundada por su padre en Bariloche, un negocio emblema de la región. Sin embargo, sentía que podía hacer algo diferente, algo que resonara con su visión personal. “Creo que en la vida tenés que hacerle caso a tus entrañas, y yo le hice caso a las mías”, relata.

La historia de los Fenoglio: una raíz dulce en Bariloche

La trayectoria de Diego está estrechamente ligada a la historia de su familia y la ciudad de Bariloche. En 1947, sus padres, Aldo e Inés Fenoglio, inmigrantes italianos que escapaban de la posguerra, fundaron El Tronador, una confitería que con los años evolucionó en una fábrica de chocolates que llevó su apellido. Aldo, pastelero de oficio, transmitió su pasión a Diego, quien pasaba sus veranos ayudando en el negocio familiar.

Diego Fenoglio, fundador de Rapanui

Tras la muerte de Aldo, Inés y sus hijos, Diego e Inés Laura, asumieron la conducción de la empresa. Aunque el negocio prosperaba, Diego sentía que algo faltaba. “Con el tiempo me di cuenta de que me había equivocado en varias cosas. Era impulsivo y tomaba decisiones erradas. A los cuarenta años reflexioné y decidí que podía hacer algo mucho mejor”, confiesa.

La ruptura y el nacimiento de Rapanui

Diego propuso cambios estructurales en la empresa familiar, con el objetivo de priorizar la calidad sobre el volumen de ventas. Sin embargo, sus socias, su madre y su hermana, no compartieron su visión. “Ellas querían seguir como estaba, pero yo necesitaba algo diferente”, explica.

Impulsado por su instinto, Diego tomó una decisión audaz: vender su parte de la empresa y emprender un camino propio. Así nació Rapanui, una chocolatería que llevó su sello personal desde el principio. “Empezamos sin grandes ambiciones, con una rentabilidad baja pero constante. Lo importante para mí siempre fue hacer las cosas con pasión y cuidado”, afirma.

El nombre Rapanui tiene un significado especial. Así se llamaba la casa donde vivió por muchos años en Bariloche. “Me gusta que la marca tenga una parte de tu alma, algo con lo que te identifiques profundamente”, explica.

Franui: el producto insignia

Diez años después de fundar Rapanui, Diego creó un producto que revolucionó el mercado: el Franui. Estas frambuesas bañadas en chocolate nacieron casi por casualidad. “Tenía muchas frambuesas en el jardín de mi casa y se me ocurrió probar algo diferente. Lo hice y lo compartí con mi familia, que quedó fascinada. Supe que había creado algo único”, recuerda.

Hoy, el Franui es uno de los productos más icónicos de Rapanui. “Tiene un balance perfecto entre la acidez de la frambuesa y el dulzor del chocolate. Es un combo casi ideal”, describe Diego. La acogida fue inmediata y entusiasta, llevando a la marca a expandirse más allá de Bariloche.

Diego Fenoglio, fundador de Rapanui

Una expansión global

Lo que comenzó como un negocio local en Bariloche hoy tiene cerca de treinta locales distribuidos en Argentina y el mundo. Rapanui exporta a cuarenta países, incluyendo mercados tan lejanos como Moldavia y Francia, donde el Franui ha conquistado paladares exigentes. “Nunca imaginé que llegaríamos tan lejos. La demanda es tan alta que a veces no podemos abastecerla”, confiesa.

La pasión como motor del éxito

Para Diego, el secreto de su éxito radica en la pasión. “Si hacés las cosas porque te gusta, porque las sentís, te va a ir bien. Si lo hacés solo por dinero, sin amor por lo que hacés, desconfiá”, asegura. También destaca la importancia de aprender de los errores y mantenerse siempre en movimiento: “Soy un obsesivo del trabajo. Siempre estoy pensando qué puedo mejorar o crear”.

Hoy, Diego Fenoglio divide su tiempo entre Buenos Aires y Bariloche, donde planea construir un estadio de hielo con dos pistas olímpicas. “Mi corazón siempre estará en Bariloche. Allí empezó todo, y es donde siento que debo seguir creando”, concluye.

Con Rapanui y su producto estrella, el Franui, Diego Fenoglio ha demostrado que seguir los dictados del corazón, aun en los momentos de incertidumbre, puede llevar a construir algo extraordinario.

 



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