Por Agroempresario.com
En el norte de la provincia de Buenos Aires, el girasol está volviendo a ganar protagonismo en los campos agrícolas. Después de años en los que su superficie sembrada había disminuido, este cultivo resistente a la sequía ha vuelto a destacar por su bajo costo de implantación y su alta rentabilidad, especialmente en tiempos de incertidumbre climática.
Las recientes lluvias, que han traído alivio a la región, permitieron que los cultivos de maíz y soja de primera se recuperaran parcialmente. Sin embargo, el girasol se muestra como una de las opciones más atractivas para los productores que buscan un cultivo menos dependiente de las precipitaciones y con una rápida adaptación a las condiciones cambiantes.
Darío Paoloni, gerente de la Cooperativa Agropecuaria de La Violeta, en el partido de Pergamino, destacó el retorno del girasol a los campos del norte bonaerense, un fenómeno que se está repitiendo en varias zonas de la región. “En los últimos tres o cuatro años, considerando su costo de implantación y el valor de mercado, el girasol ha mostrado un crecimiento sostenido. A diferencia de otras campañas, en esta zona se han sembrado varias hectáreas, y proyectamos una producción de 2.000 toneladas. Es un cultivo que se está recuperando y vuelve a ser protagonista”, afirmó Paoloni en una entrevista con TN.
La ventaja clave del girasol, como resaltó Paoloni, radica en su menor necesidad hídrica y en su capacidad para adaptarse rápidamente a las condiciones climáticas adversas. Este factor ha sido crucial para que los productores lo reintroduzcan en su rotación, especialmente cuando otros cultivos, como el maíz, han sido más afectados por la sequía.
Durante las décadas de 1980 y 1990, el girasol fue uno de los cultivos más importantes en el norte de Buenos Aires, debido a su buena adaptación a los suelos y su rentabilidad. Sin embargo, con la expansión de la soja y los cambios en la estructura económica, su siembra fue disminuyendo, hasta casi desaparecer en algunas zonas.
Ahora, con el aumento de los costos productivos y la necesidad de diversificación, los productores están mirando nuevamente al girasol como una opción viable. Además, la rentabilidad de este cultivo se ve favorecida por la recuperación parcial de los precios internacionales de los commodities agrícolas.
Las lluvias han sido una bendición para muchos cultivos, pero también llegaron tarde para algunos. En el caso del maíz de primera, Paoloni explicó que, aunque el ciclo se vio afectado por la falta de agua en su etapa crítica, el maíz de segunda, que recibió agua a tiempo, tiene una mejor proyección de rendimiento. “Va a tener un promedio aproximado de 60 quintales, con picos de 80, pero la lluvia llegó tarde para ese ciclo. En cambio, al maíz de segunda le llegó a tiempo y tendrá una mejor performance”, detalló Paoloni.
En cuanto a la soja, el gerente de la cooperativa se mostró optimista y expresó que, si el clima se estabiliza y el cultivo logra alcanzar rindes normales, los productores podrán ver una mejora significativa en sus ingresos. “Si se reacomoda con estas lluvias y logra rindes normales, será muy importante para los productores”, afirmó.
A pesar de la mejora en las condiciones climáticas, Paoloni destacó que los costos de producción continúan siendo un desafío central para los productores. “Hoy sembrar es muy importante porque está todo sobrevaluado con respecto al dólar”, dijo, haciendo referencia al impacto de la inflación y el tipo de cambio en los costos de insumos.
Por otro lado, Paoloni valoró positivamente la decisión del Gobierno de reducir temporalmente las retenciones. “Es una muy buena señal. Se divulgaba pero no llegaba, y cuando se anunció, el productor lo tomó muy bien. Son siete puntos menos, lo que repercutió en el mercado”, explicó.
Sin embargo, advirtió que el alto costo impositivo sigue siendo un problema estructural. “Si sumamos retenciones, Ganancias e Ingresos Brutos, hablamos de casi un 60% de costo impositivo. Siempre se dijo que de cada tres camiones, el productor se queda con uno. Hoy ese costo supera el 70% y es necesario reducirlo”, concluyó.
El regreso del girasol en el norte bonaerense es una muestra más de cómo los productores buscan adaptarse a los cambios climáticos y económicos, diversificando su producción y apostando por cultivos rentables y resistentes.