Por Agroempresario.com
El sur de los departamentos Belgrano e Iriondo, en la provincia de Santa Fe, enfrenta un fenómeno climático preocupante que está afectando gravemente la producción agrícola de la región. En lo que va del año, las precipitaciones acumuladas en esta área apenas superan los 30 mm, una cifra alarmantemente baja considerando que el promedio anual para esta época del año ronda los 100 mm. Los productores de maíz y soja están atravesando una crisis debido a la falta de agua, lo que podría impactar seriamente los rendimientos y la rentabilidad de los cultivos.
La situación ha sido calificada por los productores como un fenómeno extraño, donde parece que la lluvia los esquiva. Según informes del INTA, en otras zonas del país, como la región norte de Santa Fe, se registraron entre 90 y 100 mm de lluvia la semana pasada, mientras que en el sur de Belgrano e Iriondo no se alcanzaron los 5 mm. Este fenómeno de precipitación irregular está afectando a una región de 82.600 hectáreas, donde las reservas hídricas de noviembre, cuando llovieron 150 mm, ya no son suficientes para sostener los cultivos.
El impacto más visible se observa en los cultivos de maíz, donde los productores de primera, sembrados en septiembre, han logrado sobrellevar el período crítico gracias a las lluvias de finales de noviembre. Sin embargo, la falta de precipitaciones durante enero y febrero y las altas temperaturas han afectado el peso del grano. De una estimación inicial de rendimiento de 120 a 130 quintales por hectárea, ahora se espera que los rendimientos caigan entre 80 y 100 quintales, lo que representa una pérdida significativa para los productores.
Los maíces sembrados en octubre, que atravesaron su período crítico sin agua y con temperaturas extremadamente altas, también sufrirán un impacto en sus rendimientos. A pesar de las expectativas iniciales, los rendimientos de estos cultivos se verán mermados debido a la falta de humedad en el suelo y las condiciones climáticas desfavorables. Mientras tanto, los maíces tardíos, sembrados en diciembre, se mantienen en vilo, dependiendo de las lluvias pronosticadas para el fin de semana.
Por otro lado, la soja de primera también está siendo afectada. La escasez de agua ha generado aborto de vainas y caída de flores, lo que se traduce en una pérdida estimada de entre el 10% y el 20% del rendimiento. Para la soja de segunda, el panorama es aún más complicado. La falta de agua ha provocado la muerte de muchas plantas y una reducción en el stand de cultivo, lo que agrava las pérdidas económicas.
El sorgo, un cultivo de menor demanda hídrica, se mantiene en mejor estado en los suelos de mayor calidad. Sin embargo, en terrenos de menor calidad, se está viendo afectado por la falta de lluvias. En cuanto al girasol, que ha incrementado su superficie sembrada este año, se observan rendimientos intermedios. A pesar de no ser tan susceptible a la sequía como otros cultivos, su desarrollo también depende de las condiciones climáticas, que este año no han sido las ideales.
María José Dickie, ingeniera agrónoma especializada en Climatología del INTA, explicó que la situación sigue siendo crítica y que las previsiones meteorológicas no ofrecen mucha esperanza a corto plazo. Según Dickie, se esperan algunas precipitaciones entre el sábado y el domingo, lo que podría mejorar la situación de los cultivos en caso de que se concreten. Además, se anticipa una posible inestabilidad climática para mediados de la próxima semana, aunque aún debe confirmarse.
A pesar de que las lluvias puedan llegar en los próximos días, la incertidumbre sigue siendo alta. La falta de agua acumulada y las altas temperaturas previas ya han causado daños irreversibles en muchos cultivos. La humedad ambiental generada por las lluvias menores podría favorecer la aparición de patógenos, lo que afectaría aún más la calidad del grano y reduciría los rendimientos.
Más allá del daño en los cultivos, la crisis climática está teniendo un fuerte impacto económico en los productores. Según los cálculos de los expertos, el costo de producción del maíz por hectárea ronda los 80 quintales. Si los rendimientos caen por debajo de esta cifra, los productores no podrán cubrir sus costos, lo que podría generar pérdidas económicas importantes.
Para la soja, la situación es aún más incierta. Si no se registran lluvias en los próximos días, las pérdidas podrían superar las expectativas y reducir aún más los ingresos de los productores. La falta de agua, sumada a la posible aparición de plagas y enfermedades, podría dejar una huella significativa en la economía local.