Por Agroempresario.com
Argentina se encuentra en una encrucijada energética. Mientras que el gas barato de Vaca Muerta sigue siendo una pieza clave en la matriz energética del país, otra fuente de energía, las energías renovables, ha comenzado a posicionarse como una opción cada vez más competitiva. En una década, la generación eléctrica proveniente de fuentes renovables ha crecido significativamente, representando actualmente el 16,1% del total de la matriz energética del país. Sin embargo, a pesar de los avances, el camino hacia una mayor participación de las energías limpias está lleno de obstáculos que limitan su expansión y desarrollo.
Desde la sanción de la Ley 27.191 en 2015, que fomentó el uso de energías renovables mediante incentivos fiscales, el sector ha experimentado un crecimiento notable. En 2014, las energías renovables representaban apenas el 1,65% de la matriz energética de Argentina, mientras que en 2024 este porcentaje alcanzó el 16,1%. En este contexto, las energías eólica y solar han sido las principales protagonistas del cambio, con la construcción de parques eólicos y solares que han aumentado la capacidad instalada de manera significativa.
La Ley 27.191, que estableció un régimen de fomento nacional para las fuentes renovables, es una de las piezas clave en este proceso. La normativa permitió la creación de un marco estable para el desarrollo de energías limpias, y a pesar de los inconvenientes económicos y políticos que ha atravesado Argentina en la última década, el mercado de renovables logró crecer. En los últimos años, el país sumó alrededor de 7.200 MW de capacidad instalada, de los cuales más de 5.900 MW fueron renovables, principalmente de energía eólica y solar.
En términos de fuentes de generación, las renovables se sitúan como la tercera fuente más importante de energía en el país, después de la térmica (53%) y la hidráulica (23,5%), y por encima de la energía nuclear (7,4%). Sin embargo, el sector aún enfrenta desafíos significativos, tanto en términos de infraestructura como de políticas públicas, que dificultan su expansión.
Uno de los aspectos más controvertidos de la generación de energía renovable en Argentina es el tratamiento de la energía hidráulica en la matriz energética. Aunque las hidroeléctricas, como Yacyretá y las represas del Comahue, generan energía limpia y renovable, no están contempladas dentro de la Ley 27.191. La razón de esta exclusión radica en el impacto ambiental que generan los proyectos hidroeléctricos de gran escala, con una capacidad instalada superior a los 50 MW. Estas grandes represas no se consideran dentro de la normativa de fomento porque sus efectos ambientales son considerados sustanciales.
El régimen de fomento a las renovables fue un paso crucial para garantizar que la energía limpia pudiera desarrollarse de manera sostenible. Sin embargo, en la actualidad, la falta de renovación de esta ley, que vence el 31 de diciembre de 2024, representa una amenaza para la continuidad del impulso a las energías renovables. En el sector privado ya hay solicitudes formales para prorrogar la ley, y la incertidumbre sobre el futuro legislativo pone en riesgo la estabilidad del sector.
A pesar de los avances, las energías renovables aún enfrentan varios obstáculos para crecer dentro de la matriz energética del país. El principal de estos obstáculos es la infraestructura. En particular, las líneas de transmisión de electricidad son un cuello de botella importante que limita la expansión de los parques eólicos y solares. La falta de planificación por parte del Estado ha llevado a que las inversiones en parques de energías renovables se concentren en áreas donde la infraestructura de transmisión es insuficiente, lo que obliga a los proyectos a ubicarse en lugares menos óptimos desde el punto de vista de la capacidad de generación.
Martín Brandi, CEO de PCR, una empresa que opera parques eólicos y solares, señala que la falta de infraestructura afecta particularmente a las energías renovables. “La falta de líneas de transporte es una restricción para cualquier tipo de tecnología, pero a las renovables las afecta más, ya que los parques se invierten en lugares que tal vez no son los más óptimos según las condiciones de viento y sol, sino donde hay espacio para despachar la energía”, explica Brandi.
Además de la infraestructura, el sector de energías renovables también se ve afectado por la falta de incentivos fiscales efectivos. Aunque la Ley 27.191 ofreció un marco de estabilidad, algunos de los incentivos prometidos, como la devolución anticipada del IVA o la amortización acelerada de bienes, no se materializaron completamente. Las empresas del sector han expresado que las devoluciones de IVA llegaron tarde y en pesos, lo que redujo su efectividad en un contexto de alta inflación.
Otro de los factores que limita el crecimiento del sector es el bajo nivel de demanda. Aunque las licitaciones Renovar y la resolución 281 de la Secretaría de Energía crearon un mercado para la compra de energía renovable por parte de grandes empresas, este mercado está llegando a su límite. “El problema con el Mater es que se está agotando. Cada vez hay menos empresas a las que se les puede vender energía renovable”, afirma Bernardo Andrews, gerente general de Genneia, una de las empresas líderes en el sector. En la actualidad, el foco está en cómo se ordena la demanda, ya que la oferta de energía renovable está disponible, pero no siempre tiene un mercado al cual destinarse.
A pesar de estos obstáculos, las energías renovables siguen siendo una opción competitiva. Según datos de la consultora Economía y Energía (EyE), el costo promedio de la energía eólica y solar es de US$58 por MWh, solo por debajo de la energía nuclear (US$73). En comparación, la generación térmica tiene un costo promedio de US$39 y la hidráulica de US$15.
Aunque las energías renovables siguen siendo más caras que las fuentes convencionales de generación, su precio sigue bajando gracias al avance tecnológico en los aerogeneradores y paneles solares. Además, las energías renovables tienen la ventaja de una instalación rápida: los parques pueden estar en funcionamiento en aproximadamente un año, en contraste con otros tipos de generación que pueden tardar más tiempo.
Uno de los aspectos que hace que las renovables sean competitivas a largo plazo es su capacidad de adaptación a las condiciones locales. En Argentina, por ejemplo, la energía eólica tiene un factor de capacidad de 50%, lo que la hace más eficiente que en otras regiones del mundo, como Europa, donde no superan el 40%. Los parques solares, por su parte, tienen un factor de capacidad del 30%, que, aunque inferior, sigue siendo competitivo en comparación con otras regiones.
El futuro de las energías renovables en Argentina depende en gran medida de la política pública. El gobierno de Javier Milei ha expresado su apoyo al desarrollo de las energías renovables, pero también ha destacado la necesidad de seguir explotando las fuentes de energía convencionales para garantizar la independencia energética del país. Desde la Secretaría de Energía aseguran que no van a restringir el desarrollo de energías convencionales, pero continúan evaluando la posibilidad de prorrogar la Ley de Renovables.
Por otro lado, el sector privado se muestra optimista. Javier Constanzó, abogado especializado en energía, señala que el marco creado por la ley ha sido clave para el crecimiento de las energías renovables, y si bien el sector ya no necesita incentivos fiscales, es esencial mantener la estabilidad fiscal y evitar nuevos impuestos que puedan desalentar las inversiones.