Por Agroempresario.com
Río de Janeiro enfrenta una intensa ola de calor que podría llevar la sensación térmica a niveles extremos, alcanzando hasta 62,7°C en los próximos días. Este fenómeno es producto de una compleja suma de factores que convierten a la ciudad en una verdadera “isla de calor urbana”, afectando la calidad de vida de sus habitantes.
Según el Instituto Nacional de Meteorología (Inmet), la capital carioca registrará temperaturas superiores a los 40°C a la sombra, mientras que la sensación térmica podría ser mucho mayor debido a la alta humedad.
El meteorólogo Wallace Menezes, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), explica que la ciudad se encuentra en una ubicación geográfica que potencia el efecto del calor. Rodeada de montañas y con terrenos bajos, el aire caliente queda atrapado, intensificando las temperaturas.
Además, la urbe está cubierta por asfalto y cemento, materiales que absorben y retienen el calor, mientras que las emisiones de vehículos e industrias contribuyen a un efecto invernadero local. Este fenómeno se ve agravado por un sistema de altas presiones, que comprime y seca el aire, impidiendo la formación de nubes y acelerando el calentamiento del ambiente.
Otro factor clave es la influencia de los “ríos voladores” del Amazonas, masas de aire húmedo que transportan calor desde la selva. Sin embargo, al llegar a Río de Janeiro, han perdido gran parte de su humedad, aumentando la temperatura de la región.
Las previsiones indican que la temperatura diaria en la ciudad superará los 36°C, con picos de 40°C y una humedad de hasta el 80%, lo que puede generar una sensación térmica extrema. Según los expertos, con 39°C y un 50% de humedad, la térmica ya alcanzaría los 51,6°C.
Las autoridades sanitarias recomiendan evitar la exposición prolongada al sol, mantenerse hidratado y buscar refugio en lugares frescos, ya que estos niveles de calor pueden causar golpes de calor, deshidratación y otros problemas de salud graves.
La ola de calor en Río de Janeiro resalta la necesidad de medidas urbanísticas para mitigar el calentamiento, como la expansión de espacios verdes y el uso de materiales de construcción más adecuados. Mientras tanto, los habitantes de la ciudad deben prepararse para enfrentar días de calor extremo que pondrán a prueba su resistencia.