Por Agroempresario.com
El 2024 marcó una fuerte recuperación en la actividad de crushing de soja en Argentina, impulsada tanto por la producción local como por el abastecimiento de soja importada. En diciembre, la molienda de la oleaginosa alcanzó los 3,6 millones de toneladas, estableciendo un récord histórico para ese mes y consolidando la tendencia ascendente observada en la campaña. Entre abril y diciembre de 2024, el volumen total procesado rozó los 35 millones de toneladas, equiparando el récord de la campaña 2014/15.
Sin embargo, un factor determinante en este crecimiento fue el significativo volumen de soja importada. Argentina ingresó 5,75 millones de toneladas de soja desde el exterior, lo que representa el 17% del total procesado, situando a la campaña 2023/24 como la tercera con mayor participación de materia prima extranjera en la molienda.
Desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destacan que la elevada actividad en la industria aceitera estuvo fuertemente vinculada al dinamismo de las exportaciones de subproductos. Durante el año pasado, la comercialización de harina y aceite de soja alcanzó niveles comparables solo con las campañas 2006/07 y 2014/15. En lo que va del 2025, la tendencia se mantiene firme, con embarques que alcanzaron 360.000 toneladas de aceite y 1,83 millones de toneladas de harina de soja en enero, los volúmenes más altos en los últimos cuatro años.
La menor participación del poroto sin procesar en los embarques también es un reflejo del creciente interés por los productos con mayor valor agregado. La BCR subraya que este fenómeno beneficia a la industria local, ya que permite una mejor captura de valor en la cadena agroindustrial y fortalece la generación de divisas.
Los medios paraguayos resaltaron el récord de exportación de soja guaraní hacia Argentina durante la campaña 2023/24, con un volumen de 4,9 millones de toneladas. Este abastecimiento representó el 84% de las exportaciones paraguayas de soja, posicionando a Argentina como su principal destino, seguido por Brasil (10%) y Rusia (3%).
La importancia de Paraguay en el esquema comercial argentino no es menor. En los últimos nueve ciclos, las importaciones desde el país vecino representaron en promedio el 73% del total de soja importada. Además, el ingreso de estos volúmenes suele darse en una ventana clave del calendario productivo argentino, anticipándose a la cosecha local y garantizando un flujo constante para la molienda.
No obstante, la incertidumbre ronda la disponibilidad de soja paraguaya para el próximo ciclo. Según estimaciones de febrero de StoneX, la cosecha de soja paraguaya 2024/25 podría reducirse un 8,2% respecto del ciclo anterior, alcanzando los 8,77 millones de toneladas. A pesar de que las siembras tempranas mostraron buenos rendimientos, la falta de lluvias afectó a los cultivos tardíos, limitando la oferta disponible.
Si se considera la cosecha principal y la producción de zafriña, la producción total de Paraguay podría cerrar en 10,05 millones de toneladas. De confirmarse esta caída, la industria aceitera argentina podría verse obligada a ajustar su esquema de abastecimiento o buscar otros orígenes para suplir la menor disponibilidad de poroto paraguayo.
El ingreso de soja a Argentina se encuentra enmarcado dentro del régimen de "importación temporaria de mercaderías destinadas a recibir perfeccionamiento industrial", regulado por el decreto 1330/2004. Este mecanismo permite la importación de insumos con la condición de que los productos resultantes sean exportados, contribuyendo a la generación de divisas y evitando la competencia con la producción local.
Bajo este esquema, la soja importada se transforma en harina y aceite, los cuales son comercializados en mercados internacionales, reforzando la posición de Argentina como uno de los principales exportadores de derivados de soja a nivel global.
A diferencia de la euforia exportadora en Argentina, la industria aceitera paraguaya enfrenta serios desafíos. La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) ha manifestado su preocupación por la falta de incentivos que permitan fortalecer la industrialización local.
Actualmente, el 75% de la soja producida en Paraguay se exporta sin procesar, mientras que solo el 25% se destina a la industria local. Esta situación contrasta con la tendencia en otros países productores, donde las políticas gubernamentales favorecen la transformación de materias primas en productos con mayor valor agregado.
Un obstáculo adicional es la estructura fiscal. La falta de devolución del IVA para las exportaciones de productos industrializados coloca a los procesadores paraguayos en una posición desventajosa frente a sus competidores regionales, lo que limita el crecimiento del sector y fomenta la exportación de poroto sin procesar.