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Por Agroempresario.com
En un resultado electoral que ha reconfigurado el panorama político alemán, Friedrich Merz, líder del bloque conservador CDU/CSU, ha prometido actuar con rapidez para reducir la dependencia de Estados Unidos, en un giro estratégico para asegurar la autonomía de Europa en el contexto actual de incertidumbre global. La promesa de Merz, tras ganar las elecciones federales del domingo, refleja no solo un deseo de reforzar la política exterior alemana, sino también un cambio profundo en la dinámica interna de Alemania, marcada por el ascenso de la ultraderecha y el resurgimiento de la extrema izquierda.
El bloque CDU/CSU, dirigido por Merz, logró el 28,5% de los votos, posicionándose como el partido más votado, pero lejos de la victoria contundente que esperaban, quedando a merced de posibles coaliciones para asegurar una mayoría en el Bundestag. La Alternativa para Alemania (AfD), el partido ultraderechista, experimentó una victoria histórica, duplicando su votación y alcanzando el 21%, lo que marca un hito para la extrema derecha en Alemania. Este resultado no solo refleja el creciente malestar con los partidos tradicionales, sino que también pone de manifiesto el desafío al que se enfrentará Merz en su camino hacia la formación de un gobierno funcional.
A pesar de que la coalición bipartidista con el Partido Socialdemócrata (SPD) de Olaf Scholz es una opción para Merz, este resultado coloca a la AfD y a los partidos de izquierda en una posición que podría limitar las posibilidades de maniobra del nuevo gobierno, especialmente en lo que respecta a aumentar la inversión en defensa y otros sectores clave para la seguridad nacional.
En su discurso tras el cierre de las urnas, Merz no tardó en expresar su postura sobre la relación de Alemania con Estados Unidos. "Nunca pensé que tendría que decir algo así… pero después de las declaraciones de Donald Trump, está claro que los estadounidenses, al menos este gobierno estadounidense, son en gran medida indiferentes al destino de Europa", señaló el líder conservador. Esta declaración no solo resalta la creciente desconfianza hacia Washington, sino también el intento de Alemania de recuperar su autonomía en un momento de creciente tensión internacional.
Merz subrayó que Alemania debe "rehacer radicalmente sus mecanismos de seguridad", buscando independencia no solo en términos de defensa, sino también en las decisiones políticas y económicas que puedan depender de las directrices de Washington. Esto parece ser una reacción directa al estilo impredecible de Donald Trump y a la necesidad de Europa de tomar decisiones más autónomas para asegurar su estabilidad frente a desafíos globales.
En el marco de este giro hacia la derecha, un factor crucial en el resultado electoral ha sido el auge de la AfD, que ha logrado movilizar a una gran cantidad de votantes que antes no acudían a las urnas. Según las encuestas, alrededor del 40% de los votantes que se unieron a la AfD en esta elección eran personas que no habían votado en las elecciones de 2021. Este fenómeno subraya el descontento generalizado con las políticas tradicionales y el enfado creciente hacia las élites políticas.
Además, la AfD ha logrado consolidarse como la fuerza política más grande en los estados del este de Alemania, donde la desindustrialización y el malestar con las políticas migratorias han alimentado su popularidad. Aunque no logró vencer en su primera circunscripción en el oeste, el avance de la AfD en el valle del Ruhr, un bastión históricamente socialista, refleja el cambio de mentalidad de los votantes en algunas regiones clave del país.
A la par del resurgimiento de la extrema derecha, la extrema izquierda también ha logrado una notable victoria, sobre todo entre los votantes más jóvenes. El partido Die Linke, liderado por figuras como Heidi Reichinnek, ha obtenido un impresionante 8,8% de los votos, destacándose como el partido preferido entre los jóvenes de 18 a 24 años, quienes buscan respuestas a las incertidumbres económicas y sociales que enfrenta Alemania. Su campaña en plataformas como TikTok, junto con un mensaje de oposición a las políticas del establishment, ha resonado profundamente entre los jóvenes votantes que sienten que sus intereses han sido ignorados.
Aunque el partido de extrema izquierda ha tenido un buen desempeño, la AfD sigue siendo la fuerza política más fuerte entre los votantes de entre 25 y 44 años, lo que indica una polarización creciente entre los votantes más jóvenes y los más adultos en términos ideológicos. Esta división entre derecha e izquierda está marcando una tendencia preocupante para la estabilidad política alemana en los próximos años.
Uno de los aspectos más destacados de esta elección ha sido la declinación de los partidos tradicionales, especialmente el CDU/CSU y el SPD, que históricamente dominaron la política alemana. La CDU/CSU experimentó uno de sus peores resultados en la historia, con solo el 28,5% de los votos, una cifra muy por debajo de sus expectativas. La razón principal de esta caída ha sido la falta de entusiasmo en el electorado, exacerbada por el largo mandato de Angela Merkel y las divisiones internas que surgieron durante su gestión.
Por su parte, el SPD sufrió su peor derrota electoral desde 1887, cayendo al 16,4% de los votos. La coalición de Scholz con los Verdes y los Demócratas Libres (FDP) fue ampliamente criticada por su incapacidad para manejar la crisis económica derivada de la invasión rusa de Ucrania y otros problemas internos, lo que generó un fuerte descontento en la población.
La Gran Coalición, que alguna vez fue la norma en Alemania, podría regresar debido a la incapacidad de los partidos pequeños de superar el umbral del 5% de los votos para ingresar al Bundestag. Sin embargo, incluso con la CDU/CSU y el SPD combinados, la mayoría parlamentaria sería bastante limitada, lo que complica aún más el panorama político del nuevo gobierno.
En este contexto, el futuro de Alemania parece estar marcado por una gran fragmentación política. Con el ascenso de la AfD y el resurgimiento de Die Linke, el país se enfrenta a un panorama político más polarizado y dividido. Merz, a pesar de su victoria, deberá navegar en un entorno donde los partidos de extrema derecha y extrema izquierda tienen un poder creciente, lo que complicaría la formación de alianzas políticas estables y de largo plazo.
La política exterior alemana también cambiará, especialmente en lo que respecta a la relación con Estados Unidos. La promesa de Merz de lograr una mayor independencia de la política estadounidense podría traer consigo una nueva orientación geopolítica, donde Alemania y Europa busquen reforzar sus propios intereses frente a la creciente influencia de potencias globales como China y Rusia.
En definitiva, las elecciones alemanas de 2023 marcan un punto de inflexión en la política alemana. Con la derecha ascendiendo, la extrema izquierda ganando terreno y la gran coalición en la cuerda floja, Alemania se prepara para un futuro incierto en el que las alianzas políticas tradicionales se verán desafiadas y los ideales de independencia y autonomía europea podrían definir el rumbo del país.
