Por Agroempresario
La guerra comercial entre Estados Unidos y China sigue escalando, y las nuevas restricciones impuestas por ambas potencias están modificando el comercio global de alimentos. En respuesta a los aranceles impuestos por Washington, Pekín anunció un aumento en los gravámenes sobre productos agrícolas estadounidenses, lo que abriría la puerta a que América Latina y la Unión Europea refuercen su papel como proveedores clave de carne, productos lácteos y cereales para el gigante asiático.
Según analistas del sector, la decisión del gobierno de Xi Jinping de diversificar sus importaciones afectará significativamente a los mercados agrícolas mundiales. Países como Brasil y Argentina, líderes en la exportación de soja, podrían aumentar su participación en el mercado chino, al igual que Australia en el suministro de trigo y Europa en carne de cerdo y productos lácteos.
China aplicará aranceles de entre el 10% y el 15% a productos agrícolas estadounidenses por un valor de 21.000 millones de dólares, lo que representa un golpe para los productores norteamericanos. A su vez, esta medida se suma a los recientes aumentos arancelarios impuestos por el expresidente Donald Trump sobre productos chinos, así como a bienes provenientes de Canadá y México.
En 2024, China se consolidó como el principal comprador de productos agroalimentarios de EE.UU., con importaciones por 29.250 millones de dólares. Sin embargo, con las nuevas tarifas, Pekín buscará alternativas en Sudamérica y Europa.
“El comercio de carne de cerdo, especialmente vísceras y patas de pollo, cambiará de rumbo”, explicó Pan Chenjun, analista de Rabobank. Según el especialista, China aumentará sus compras en Brasil, España y Países Bajos para compensar la menor adquisición de productos cárnicos norteamericanos.
Europa también podría beneficiarse de esta disputa, ya que sus exportaciones de carne de cerdo y productos lácteos mantienen un flujo constante con China. Aunque el gobierno chino inició investigaciones antidumping sobre estos productos, las restricciones no han afectado significativamente las ventas.
El impacto de la guerra comercial también se hará sentir en el sector de los granos. China es el mayor comprador de soja del mundo, y aproximadamente la mitad de las exportaciones estadounidenses de esta oleaginosa tienen como destino el mercado chino. Sin embargo, las tensiones con Washington han llevado a Pekín a reducir su dependencia de EE.UU. desde el primer mandato de Trump, fortaleciendo la posición de Brasil y Argentina como proveedores clave.
Además, el arancel del 10% sobre el sorgo estadounidense podría impulsar las exportaciones de Australia, que también se perfila como un gran ganador en la venta de cebada y trigo. “Australia está teniendo una cosecha abundante, lo que la convierte en un proveedor atractivo para China”, señaló Rod Baker, analista de Australian Crop Forecasters.
A medida que la guerra comercial avanza, los productores de América Latina y Europa ven una oportunidad para consolidar su relación con China y ocupar el espacio que deja Estados Unidos en el suministro de alimentos al gigante asiático.