Por Agroempresario
La mostaza es una de esas plantas que no solo añaden color y sabor a cualquier jardín, sino que también enriquecen nuestra cocina con una gran variedad de usos. Ya sea para preparar una deliciosa salsa, acompañar carnes, o dar un toque especial a ensaladas, esta planta tiene infinidad de aplicaciones. Además, su cultivo es tan sencillo que no necesitas ser un experto en jardinería para tenerla en casa.
Perteneciente a la familia Brassicaceae, la mostaza es conocida por su rapidez de crecimiento y su adaptabilidad. Es ideal para jardines, huertas y, si no cuentas con mucho espacio, incluso para macetas en balcones o terrazas. Su ciclo de cultivo es relativamente corto, lo que significa que podrás disfrutar de sus hojas frescas en un mes y sus semillas para hacer el famoso aderezo en tan solo unas semanas más.
El éxito de su cultivo radica en algunos factores clave: el tipo de suelo, la ubicación y, por supuesto, el tipo de mostaza que decide cultivar. Existen tres variedades principales de mostaza que se adaptan a diferentes necesidades y gustos. La mostaza blanca (Sinapis alba), la mostaza negra (Sinapis nigra) y la Brassica juncea 'Red Giant', que se caracterizan por sus hojas grandes y tiernas, ideales para consumir frescas.
Para empezar a cultivar mostaza, lo primero que necesitas es elegir la variedad adecuada para tu espacio y condiciones climáticas. En términos generales, la mostaza es una planta resistente que se adapta a casi todos los suelos, pero lo ideal es plantarla en un sustrato rico en materia orgánica y que drene bien el agua. Para ello, si vas a sembrarla en tierra, puedes mezclarla con compost o tierra abonada. En el caso de las macetas, asegúrese de que tengan suficiente espacio y buen drenaje.
La siembra de la mostaza generalmente comienza en marzo. Se puede hacer directamente en el lugar definitivo o en almácigos, desde donde luego se trasplantan las plántulas al jardín. Si las semillas son de buena calidad, en apenas 6 a 8 días comenzarán a germinar, y podrás ver los primeros brotes asomando a la superficie.
En cuanto al riego, es importante mantener la humedad del suelo al principio, pero evitando el exceso de agua. Si bien la mostaza es resistente, el encharcamiento puede generar problemas en sus raíces. A medida que las plantas crecen, las hojas de mostaza se pueden cosechar para consumo personal. Al mes de haber plantado, las primeras hojas tiernas estarán listas para ser cortadas, siempre dejando algunas para que continúen su crecimiento.
Una de las mayores satisfacciones al cultivar mostaza es la posibilidad de cosechar sus semillas para hacer el aderezo clásico. Cuando la planta termina de florecer, comienza a formar las típicas vainas o silicuas que contienen las semillas. Es cosecha esencialr estas vainas antes de que caigan naturalmente al suelo. El proceso de maduración es gradual, por lo que puedes cortar las vainas de abajo hacia arriba, asegurándose de no perder los frutos.
La cosecha se realiza durante la primavera, cuando las vainas ya tienen un color castaño oscuro. Para extraer las semillas, simplemente coloque las vainas en un recipiente y, con las manos, ábrelas para liberar los pequeños granos. Es importante ser cuidadoso al hacerlo, ya que las semillas son pequeñas y pueden dispersarse fácilmente.
Una vez que tengas tus semillas de mostaza, es hora de preparar el condimento para tus comidas. Para hacerlo, necesitarás los siguientes ingredientes:
El proceso de preparación es sencillo y solo requiere de paciencia para el reposo. Primero, muele las semillas de mostaza en un mortero o molinillo. Puedes dejar algunas enteras para darle una textura rústica al aderezo. Luego, mezcle las semillas molidas con el vinagre, el agua, la sal y la miel en un tazón. Remueva hasta obtener una pasta homogénea.
Deja reposar la mezcla tapada durante al menos 24 horas en un lugar fresco. Esto permitirá que los sabores se integren y que la mostaza adquiera más intensidad. Después del reposo, verifique la textura de la mezcla. Si está muy espesa, puede agregar más agua o vinagre hasta lograr la consistencia deseada.
Finalmente, transfiera la mostaza a un frasco limpio y hermético, y guárdala en la heladera. Podrás disfrutar de tu mostaza casera durante varias semanas, acompañando todo tipo de platos.