Por Agroempresario.com
La crianza artificial de terneros es un aspecto clave en la producción lechera, especialmente en las primeras semanas de vida, cuando los animales dependen completamente de una fuente líquida para su nutrición. En este sentido, se presenta un debate constante sobre la elección más adecuada: ¿leche fluida o sustitutos lácteos? Ambos tienen ventajas y desventajas, pero la tecnología ha hecho que los sustitutos lácteos se consoliden como una opción viable para mejorar la eficiencia productiva.
Tradicionalmente, la leche fluida ha sido la opción predilecta para alimentar a los terneros en la fase inicial de su vida, debido a su alta digestibilidad y contenido de nutrientes esenciales. Sin embargo, el aumento de costos, la variabilidad en la calidad de la leche y los riesgos sanitarios asociados a su manejo han llevado a muchos productores a explorar otras alternativas, como los sustitutos lácteos.
Los avances en la tecnología de alimentos han permitido que los sustitutos lácteos se conviertan en una opción más eficiente y rentable. A diferencia de los primeros sustitutos, que contenían leche en polvo y proteínas vegetales de baja calidad, las nuevas fórmulas están compuestas por ingredientes de alta calidad, como proteínas de suero y aminoácidos esenciales, que permiten un crecimiento similar al que proporciona la leche fluida, pero con un mayor control sanitario.
Uno de los principales beneficios de los sustitutos lácteos es la optimización de la digestibilidad proteica. Estas fórmulas están diseñadas para mejorar la conversión alimenticia y el crecimiento de los terneros, alcanzando tasas similares a las de la leche fluida. Además, la reducción de la dependencia de los horarios de ordeñe en los tambos hace que los sustitutos lácteos favorezcan la independencia operativa y la flexibilidad en la administración del alimento.
Sin embargo, la leche fluida sigue siendo una opción nutricionalmente valiosa, especialmente para los sistemas menos intensivos, que prefieren sus propiedades naturales y su bajo costo en comparación con los sustitutos. La decisión sobre cuál utilizar depende del sistema de producción, los costos operativos y los objetivos a largo plazo del productor.
En definitiva, la clave para una crianza eficiente y sustentable radica en adaptar las estrategias alimenticias a las necesidades del sistema productivo, considerando tanto el bienestar animal como la productividad en el tiempo.