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Por Agroempresario.com
Colombia es uno de los países con mayor riqueza natural del planeta. En términos de biodiversidad, se encuentra en el segundo lugar, sólo superado por Brasil. Sus diversos ecosistemas, que incluyen selvas amazónicas, bosques andinos y manglares, albergan miles de especies de animales y plantas. Cerca de Bogotá se encuentran unas impresionantes palmeras que sólo crecen allí y que destacan por su altura: algunas alcanzan hasta 60 metros.
Se trata de la palma de cera del Quindío, que recientemente obtuvo el récord Guinness como la palmera más alta del mundo, superando ampliamente a otras especies de Cuba, Madagascar, Medio Oriente y África, que no superan los 40 metros. Más allá de su impactante tamaño, esta planta juega un papel fundamental en la preservación de los bosques nublados colombianos, brindando alimento y refugio a numerosas especies.
Científicamente conocida como Ceroxylon quindiuense, la palma de cera del Quindío es una especie endémica de Colombia y, desde 1985, ha sido declarada el árbol nacional del país en reconocimiento a su valor ecológico y paisajístico. Se encuentra en los departamentos de Quindío, Risaralda, Caldas y Tolima, dentro de la región andina. Su tronco cilíndrico, delgado y recto está coronado por una copa de hojas en forma de abanico, que caen elegantemente en todas direcciones.
Las hojas, de un color verde oscuro, pueden alcanzar hasta 5 metros de largo. A medida que la palma madura, su tronco adquiere una tonalidad grisácea con una textura plateada y lisa, lo que aporta una belleza única a los paisajes donde crece. Además, estas palmeras están recubiertas de cera y pueden vivir hasta 200 años.
Las palmas de cera del Quindío crecen principalmente en los bosques nublados de los Andes, entre 1500 y 3100 metros sobre el nivel del mar, con su hábitat más representativo en el Valle del Cocora. Son fundamentales para el ecosistema, ya que contribuyen a la captura y retención de agua en las zonas montañosas.
Además, juegan un papel crucial en la alimentación y refugio de diversas especies de flora y fauna. En particular, el loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis) depende casi exclusivamente de estas palmeras para su alimentación y reproducción.
A pesar de su relevancia ecológica, la palma de cera del Quindío enfrenta amenazas constantes debido a la deforestación, la urbanización y la explotación no sostenible. Históricamente, se talaban para extraer su cera y fabricar velas, lo que redujo drásticamente su población. Además, sus hojas suelen recolectarse para celebraciones religiosas como el Domingo de Ramos.
El cambio climático es otro factor que pone en peligro su conservación. Ante esta situación, Colombia ha implementado leyes que prohíben su tala y ha impulsado programas de conservación para proteger esta icónica especie y garantizar su supervivencia en el futuro.
