Por Agroempresario.com
Mientras la industria energética argentina celebra el auge de Vaca Muerta, un fenómeno global que continúa atrayendo inversiones y consolidándose como uno de los yacimientos no convencionales más importantes del mundo, algunas grandes empresas extranjeras están tomando la decisión de vender sus activos en la región. Este fenómeno puede parecer paradójico, especialmente considerando el entorno favorable impulsado por la desregulación del sector, las reformas en la política económica del país y el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), que están estimulando la expansión del shale oil y shale gas. Sin embargo, detrás de estas ventas existen factores estratégicos que explican la reestructuración de las operaciones de estas compañías en un contexto mundial complejo.
El auge de Vaca Muerta representa una oportunidad histórica para las empresas locales que buscan aumentar su participación en la producción de hidrocarburos no convencionales. Sin embargo, para algunas multinacionales, esta bonanza parece ser el momento adecuado para desinvertir, en lugar de seguir expandiendo su presencia en la Argentina. Esta aparente contradicción tiene que ver con una serie de decisiones estratégicas tomadas desde las casas matrices de las empresas, que se centran en consolidar las operaciones más rentables y revaluar su presencia en mercados emergentes como el argentino.
Una de las voces que expresó esta realidad fue Patrick Pouyanné, CEO de TotalEnergies, quien mencionó en la conferencia CERAWeek de Houston que las decisiones de venta de activos como los de la petrolera francesa en la provincia de Neuquén fueron tomadas con una visión a mediano y largo plazo. Pouyanné destacó que el potencial de Argentina es enorme, pero reconoció que el país no es todavía un jugador relevante dentro del competitivo mercado energético global, especialmente cuando se compara con gigantes como Estados Unidos, Israel o Guyana.
Un claro ejemplo de esta reestructuración es la venta de activos de ExxonMobil en Vaca Muerta, realizada en 2024. La multinacional estadounidense decidió concentrar sus esfuerzos en la explotación offshore en Guyana y vender, por aproximadamente 2.000 millones de dólares, sus concesiones en Bajo del Choque-La Invernada, Los Toldos y Pampa de las Yeguas. La venta fue un proceso que se ajustó a la estrategia global de la empresa, que prioriza otros mercados con mayor rentabilidad en este momento. La venta a Pluspetrol y YPF refleja el proceso de reconfiguración que están atravesando muchas de estas empresas, que buscan simplificar sus operaciones.
A pesar de esta salida, ExxonMobil sigue presente en Argentina, pero con un enfoque renovado en otras áreas estratégicas. Este tipo de movimientos son cada vez más comunes en la industria energética global, donde las empresas ajustan su presencia en función de la rentabilidad y el riesgo asociado a cada mercado.
Otro caso relevante es el de Equinor, la petrolera noruega que también evalúa su salida de Vaca Muerta. La compañía contrató al Bank of America para gestionar la venta de sus activos en los bloques Bandurria Sur y Bajo del Toro Norte, donde comparte participación con YPF. Este tipo de decisiones refuerza la tendencia de las multinacionales a revaluar su presencia en mercados con características propias, y la necesidad de ajustar sus operaciones a las prioridades estratégicas globales.
Petronas, la petrolera malaya, también está considerando la venta de su participación en el bloque La Amarga Chica, un área compartida con YPF. Este proceso de desinversión refleja el cambio de enfoque de la firma en su estrategia global, con un énfasis en optimizar su portafolio de activos en lugar de expandirse en regiones menos rentables.
Las razones detrás de la salida de estas grandes multinacionales están relacionadas con un contexto global incierto, marcado por factores económicos y geopolíticos que han afectado la rentabilidad de muchas operaciones. La guerra comercial, la incertidumbre sobre una posible recesión en Estados Unidos y las políticas energéticas impulsadas por el expresidente Donald Trump, entre otros factores, generaron una caída en los precios internacionales del petróleo, lo que afectó la rentabilidad de las operaciones en mercados no convencionales como Vaca Muerta.
Si bien el mercado local sigue siendo competitivo y presenta grandes oportunidades, los precios más bajos del crudo podrían poner en riesgo el desarrollo de algunos proyectos a largo plazo, dificultando la planificación de futuras inversiones. Para las empresas extranjeras, este entorno puede ser un freno para seguir invirtiendo en un mercado como el argentino, donde las fluctuaciones de los precios internacionales pueden afectar la rentabilidad de las operaciones.
Frente a la salida de las multinacionales, las empresas locales están tomando un rol cada vez más destacado en el desarrollo de Vaca Muerta. YPF, la principal petrolera de Argentina, se está posicionando como un actor clave en la región, con planes de consolidar su inversión en el shale de Vaca Muerta para 2026. La empresa busca aumentar su participación en el sector, especialmente en las áreas de producción y transporte de hidrocarburos, lo que permitirá una mayor capacidad de exportación de petróleo y gas.
El crecimiento de las inversiones locales en Vaca Muerta está respaldado por el gobierno argentino, que ha incentivado el desarrollo de infraestructura, como el proyecto Vaca Muerta Oil Sur (Vmos), que incluirá un oleoducto de 430 kilómetros entre Neuquén y Río Negro. Este megaproyecto, que demandará una inversión de hasta 2.900 millones de dólares, permitirá aumentar la capacidad de transporte de shale oil y facilitar la exportación del producto. Se estima que la Argentina podría alcanzar un nivel de exportación de petróleo superior a los 15.000 millones de dólares anuales en los próximos años.
Según el informe de la consultora Aleph Energy, las inversiones en exploración y producción de hidrocarburos en Argentina alcanzaron en 2024 los 11.360 millones de dólares, de los cuales el 70% se destinó a Vaca Muerta. Este auge de las inversiones, junto con el avance de los proyectos de infraestructura, augura un futuro prometedor para la industria del shale oil en Argentina. Si las proyecciones del sector se cumplen, y la producción de gas natural licuado (GNL) se incrementa, las exportaciones del país podrían superar los 30.000 millones de dólares anuales hacia 2030.