Según el último informe Macro de CREA, el escenario económico internacional, históricamente más previsible, ha entrado en una etapa de mayor incertidumbre. La reciente postura del presidente estadounidense Donald Trump, con señales de menor involucramiento en Europa y una ofensiva comercial contra China, está reconfigurando el tablero global. Las bolsas reaccionan: Wall Street acumula un retroceso del 6% en el último mes y compañías como Tesla cayeron un 26%.
En paralelo, el repunte del gasto en defensa en Europa disparó las acciones de las principales empresas del sector: Rheinmetall subió un 166% en seis meses, BAE Systems un 28% y Airbus un 26%. La perspectiva de un EE.UU. menos comprometido con la seguridad europea acelera decisiones en el viejo continente.
Pero el impacto de este cambio también golpea a países como Argentina. La política proteccionista de la nueva administración estadounidense, que incluye aranceles del 25% al acero y aluminio, ha provocado represalias chinas sobre productos clave como soja, maíz, carne y trigo. El resultado: el comercio mundial se tensiona y la economía norteamericana proyecta una caída del 2,4% para el primer trimestre de 2025, según la Reserva Federal de Atlanta.
En Argentina, el efecto se siente principalmente en la presión cambiaria. Con el tipo de cambio móvil desacelerado al 1% mensual y un tipo de cambio real similar a la convertibilidad, el superávit comercial se debilitó. En enero y febrero, fue de apenas US$ 162 millones y US$ 227 millones respectivamente, un desplome interanual del 79% y 83%. La cuenta corriente ya muestra el peor déficit mensual desde junio de 2023.
Las reservas del Banco Central también se erosionan. Al 18 de marzo, las brutas sumaron US$ 27.208 millones, pero las netas estaban en negativo: US$ 4.862 millones. Si bien el Gobierno atravesó el tramo más difícil del cambio de calendario, los próximos meses requerirán financiamiento externo para afrontar vencimientos de deuda en julio por US$ 4.300 millones y pagos al FMI por otros US$ 2.300 millones.
Así lo detalla el último informe Macro elaborado por CREA, que advierte también sobre la lentitud en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. Aunque el Gobierno sobrecumplió las metas fiscales y monetarias, persisten diferencias en torno al uso de los fondos, el esquema cambiario y las condiciones del programa.
Pese a las turbulencias, el oficialismo busca apoyarse en sus dos principales logros económicos: superávit fiscal primario del 0,62% del PBI y financiero del 0,16%, además de un control estricto de la base monetaria. Según el ministro de Economía, Luis Caputo, estos pilares reducen la presión sobre el dólar.
En cuanto a la inflación, si bien febrero marcó un leve repunte por el ajuste en el precio de la carne (+10,5% mensual), la tendencia sigue siendo descendente. La mejora del poder adquisitivo también aporta: creció 16% interanual y se ubicó por encima del nivel de multas de la administración anterior.
En un año electoral, el Gobierno apostó todo a consolidar esta desaceleración inflacionaria. Para eso, necesita estabilizar el frente cambiario, cerrar un acuerdo con el FMI que brinde respaldo financiero y definir un cronograma creíble para la salida del cepo. El éxito o fracaso de esa estrategia puede marcar el destino político de la administración actual.
AgroNoa