Por Agroempresario.com
La producción de soja en la zona núcleo registra una notable recuperación tras las lluvias de marzo, que mejoraron la humedad en los suelos y favorecieron el llenado de granos. Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), se espera que la cosecha supere en 1,7 millones de toneladas a la del año pasado, alcanzando las 200.000 toneladas más. No obstante, el rinde estará por debajo del potencial estimado con condiciones climáticas normales, que era de 19,2 millones de toneladas.
El agua fue un factor clave en esta mejora productiva. En solo 12 días de marzo, el 60% de la región núcleo superó la media histórica de precipitaciones del mes. En promedio, se acumularon 105 mm, con registros máximos de 181 mm en Bell Ville y 160 mm en General Pinto. En contraste, zonas como Canals y Maggiolo apenas llegaron a 54 mm.
Gracias a este escenario, las reservas de humedad en el suelo se recuperaron completamente, eliminando la escasez hídrica que había afectado a los cultivos durante enero. La soja de primera muestra una mejora significativa: el 90% de los lotes están en condiciones buenas o excelentes. En soja de segunda, que había sufrido mayores pérdidas, el 83% de los cultivos está en buen estado.
A pesar del alivio que trajeron las lluvias, los especialistas advierten sobre dos factores de riesgo que podrían afectar el rendimiento final de la campaña: el exceso de humedad y la posibilidad de heladas tempranas.
El exceso de agua podría comprometer la calidad del grano en la soja de primera, provocando inconvenientes en la cosecha y aumentando la posibilidad de enfermedades fúngicas. En tanto, la soja de segunda enfrenta un riesgo mayor si se presentan heladas tempranas, ya que aún se encuentra en etapas de desarrollo críticas.
El norte de Buenos Aires es la región donde la soja ha mostrado la mayor recuperación. Hace un mes, el 100% de los lotes de soja de segunda estaban en estado regular o malo, con un 35% de la superficie completamente perdida. Ahora, la situación mejoró y solo el 20% de los cuadros siguen en condición regular.
La soja de primera también experimentó una notable mejora: anteriormente, el 50% de los lotes estaban en mal estado o regulares, pero actualmente no quedan cuadros en condiciones malas y solo un 20% sigue regular.
Mientras la soja sigue su desarrollo, la cosecha de maíz temprano avanza a un ritmo más lento de lo habitual debido a las lluvias. En los últimos 15 días, el progreso fue de solo 7 puntos porcentuales, alcanzando el 17% del área cosechada.
En Carlos Pellegrini, la recolección comenzó a fines de febrero, pero se detuvo por las precipitaciones. Se espera que las tareas se reanuden a fines de esta semana. En esta localidad, los primeros lotes de maíz han mostrado rindes superiores a los 100 quintales por hectárea (qq/ha), mientras que en El Trébol los registros alcanzan los 130 qq/ha.
En el extremo sur de Santa Fe, donde apenas se ha cosechado el 3% del área de maíz temprano, se necesitan varios días de sol para continuar con las tareas. En Pergamino, Buenos Aires, la cosecha se está retomando con rindes de entre 50 y 70 qq/ha. En el sudeste de Córdoba, el avance es del 20%, con Marcos Juárez reportando rendimientos de 115 qq/ha.
A pesar de las buenas expectativas en soja y maíz, la campaña 2024/25 aún está lejos de definirse. El impacto de las lluvias ha sido positivo, pero los agricultores y técnicos advierten que el exceso hídrico podría retrasar la cosecha, mientras que una helada temprana podría afectar el rinde de la soja de segunda.
El factor climático sigue siendo determinante para el desenlace de la campaña agrícola en la región núcleo. Si bien las lluvias permitieron una recuperación notable de la soja y mejoraron el rendimiento del maíz, el exceso de humedad y el riesgo de heladas podrían definir el resultado final.
Con una proyección de cosecha superior al año pasado pero por debajo del potencial estimado en condiciones normales, los productores continúan atentos a la evolución del clima. La próxima etapa será clave para consolidar los rindes y determinar el impacto final de los desafíos climáticos sobre la producción de soja y maíz en Argentina.