Por Agroempresario.com
La crisis del tomate golpea con fuerza a los productores del norte argentino, particularmente en las provincias de Jujuy y Salta, donde la sobreproducción, la caída del consumo, el aumento de costos y la competencia de importaciones han creado un escenario crítico. Muchos agricultores están enfrentando precios tan bajos que ni siquiera les conviene cosechar el tomate.
"Nos ofrecen entre 3.000 y 4.000 pesos por cajón, y a veces hasta 2.000", relatan los productores. Con estos valores, no logran cubrir los costos de producción. Algunos cosechan sólo por el compromiso con la mano de obra que depende de la actividad. La situación ha llegado al punto de realizar un "tomatazo" en la Plaza Manuel Belgrano de San Salvador de Jujuy, donde los agricultores regalaron tomates para visibilizar la problemática.
El productor Sergio Alarcón, con fincas en Monterrico y Fraile Pintado, explica: "La verdura no vale nada, y el tomate es costoso de producir. Encima, Paraguay, Chile, Brasil y Bolivia están metiendo tomate en el mercado argentino". Esta presión importadora es uno de los factores que han desatado la crisis actual.
El ingeniero agrónomo Juan García, productor en Colonia Santa Rosa, describe una dinámica típica del sector hortícola: tras un año bueno, muchos amplían su producción, lo que genera una sobreoferta y, en consecuencia, caída de precios. El año pasado fue excelente, lo que motivó a muchos a sembrar más, incluyendo a productores extranjeros.
"El año pasado lograban vender a más de 25 dólares por cajón. Hoy, con el tipo de cambio actual, importar es fácil y barato. Y si bien Brasil tuvo problemas sanitarios, Chile y otros países aprovecharon para ingresar con fuerza al mercado argentino", señaló.
Nicolás Licudis, de la empresa Río Grande Semillas SRL de Perico, explicó que la problemática tiene varias aristas. "El año pasado fue excelente, entonces muchos incrementaron la superficie sembrada. Esto generó un exceso de oferta. Si a eso le sumamos el tomate importado, sin regulaciones, el precio se desploma", advirtió.
El retraso en los pagos también afecta a proveedores de insumos. "En junio de 2024, casi todos los productores habían pagado. Ahora, en agosto de 2025, el 40% de las cuentas siguen impagas. Pagan de a poco, porque no pueden más".
Sergio Alarcón detalló los costos productivos por hectárea: sólo en semillas, una variedad como Reggina demanda más de 2,6 millones de pesos. A eso se suman el abono (1,1 millones por tonelada), el arriendo de tierras (2 millones por hectárea), maquinaria, agroquímicos, jornales, fletes, y más. En total, se necesitan entre 12 y 15 millones de pesos por hectárea.
"Antes podíamos competir en calidad. Hoy, ni eso. El tomate de menor calidad, el que iba a la industria, ya no sirve porque desaparecieron los compradores. Es más barato importar salsa de tomate de China que producirla en Argentina", lamentó García.
Nicolás Licudis destacó una nueva dinámica comercial: "Antes, el comisionista te pagaba al recibir la fruta. Ahora dicen que te pagan después. Hay especulación y falta de confianza. Eso también perjudica al productor que necesita liquidez inmediata".
Los productores denuncian la falta de controles en las fronteras. Un ejemplo es el caso de la Finca Karina en Aguas Blancas, donde se detectó ingreso ilegal de productos. El contrabando es una amenaza permanente para los productores locales.
"Con el dólar actual, nos quedamos caros para exportar, pero baratos para que nos inunden de importaciones. El sector frutihortícola debería ser estratégico, pero nunca se lo protegió", afirmó José Luis Checa, presidente de la Asociación de Productores de Frutas y Hortalizas de Salta.
"No podemos exportar a Paraguay o Chile, siempre hay una traba. Pero nosotros recibimos mercadería de todos lados. Nunca hubo reglas claras ni reciprocidad con los países vecinos".
"El consumidor tiene poco poder adquisitivo, entonces se consume menos. La oferta aumenta, la demanda cae, y el precio también", señaló Checa. A esto se suma la aparición de productos extranjeros en todas las provincias. "Hoy ves mangos peruanos, paltas peruanas, bananas extranjeras y tomates bolivianos en los mercados. Esto antes no pasaba con esta frecuencia".
En Argentina se destinan unas 17.000 hectáreas al cultivo de tomate, tanto para industria como para consumo fresco. En Salta y Jujuy, la producción se concentra en el valle del río San Francisco, la cuenca del Orán y parte del río Bermejo. La cosecha se extiende entre abril y octubre, con rindes de hasta 50 toneladas por hectárea.
La crisis del tomate en el norte argentino es multifactorial: sobreproducción, importaciones desreguladas, costos dolarizados, consumo deprimido y ausencia de políticas públicas. Los productores reclaman reglas claras, diálogo con el gobierno, protección frente al ingreso de productos extranjeros y condiciones para sostener una actividad clave para la alimentación y el empleo rural.
Si no se toman medidas urgentes, el futuro de la producción de tomate en el norte argentino podría enfrentar un deterioro aún mayor.