Por Agroempresario.com
Los aranceles recíprocos implementados por el expresidente estadounidense Donald Trump desde el 5 de abril ya generaron una recaudación de 500 millones de dólares, según confirmó la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). Aunque el monto es considerable, se encuentra muy por debajo de las proyecciones anunciadas por el propio Trump, quien había prometido ingresos diarios de hasta 2.000 millones de dólares.
De acuerdo con información publicada por la agencia EFE, la cifra corresponde exclusivamente a los nuevos aranceles aplicados desde abril bajo el esquema recíproco promovido por la administración republicana. Si se consideran todos los aranceles vigentes desde enero, incluyendo los anteriores a esta política, la recaudación total asciende a 21.000 millones de dólares, con un promedio de ingresos diarios de 250 millones.
Estas cifras marcan un contraste notable con las declaraciones del exmandatario, quien durante sus apariciones públicas y publicaciones en la red Truth Social aseguró que los aranceles generaban ingresos diarios significativamente mayores y que podrían alcanzar hasta los 3.500 millones de dólares en el futuro. Las estimaciones oficiales, sin embargo, no acompañan esa narrativa.
Desde su anuncio, la política arancelaria de Trump generó movimientos en los mercados internacionales y preocupación entre analistas económicos. Diversos bancos y organismos financieros manifestaron inquietud ante la posibilidad de que las medidas proteccionistas contribuyan a una desaceleración económica global.
En ese contexto, JPMorgan Chase, la entidad financiera más grande de Estados Unidos, elevó su estimación de la probabilidad de una recesión mundial del 40% al 60%, mencionando la incertidumbre generada por la política comercial estadounidense como uno de los principales factores de riesgo. La volatilidad de los mercados, el aumento en los costos de importación y el posible efecto inflacionario figuran entre las principales consecuencias señaladas por los analistas.
El miércoles pasado, en un giro inesperado, Trump modificó parte de su estrategia arancelaria. Estableció un arancel generalizado del 10% a la mayoría de los países y regiones, incluida la Unión Europea, por un plazo provisional de 90 días. Paralelamente, incrementó los aranceles aplicables a productos importados desde China hasta un 145%, aunque dejó fuera de la medida a ciertos productos sensibles como teléfonos celulares y componentes electrónicos, evidenciando un enfoque más selectivo.
Además, se mantienen vigentes otros aranceles específicos sobre industrias clave para la economía estadounidense, como el sector automotriz, el acero y el aluminio. Estas medidas son parte del enfoque proteccionista que caracterizó el mandato de Trump y que ahora intenta reeditar como parte de su estrategia de campaña electoral.
Uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, Japón, también se ve afectado por la nueva política comercial. El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, confirmó que su país no logró ningún alivio inmediato respecto a los aranceles durante una reciente misión diplomática a Washington encabezada por el enviado especial Ryosei Akazawa.
Aunque calificó los encuentros como “un primer paso positivo”, Ishiba reconoció que las próximas rondas de negociaciones “no serán fáciles”. El mandatario japonés destacó la importancia de mantener el diálogo abierto, especialmente en sectores clave como la industria automotriz, que representa uno de cada diez empleos en Japón.
Durante su visita, Akazawa mantuvo reuniones con Trump, el secretario del Tesoro Scott Bessent y el representante comercial Jamieson Greer. Los encuentros se centraron en las crecientes tensiones comerciales bilaterales y la posibilidad de llegar a un acuerdo antes de que finalice el plazo de 90 días impuesto por la administración estadounidense.
En declaraciones posteriores a la prensa, Akazawa señaló que Estados Unidos manifestó su intención de alcanzar un entendimiento dentro del plazo estipulado, y afirmó que Japón también desea cerrar un acuerdo lo antes posible. Sin embargo, evitó brindar detalles sobre el contenido de las negociaciones, aunque aclaró que el tipo de cambio del yen no formó parte de la discusión.
La política arancelaria impulsada por Trump refleja una estrategia comercial agresiva con implicancias globales. Mientras que el expresidente insiste en que los aranceles son una herramienta eficaz para fortalecer la economía estadounidense, los datos oficiales muestran una recaudación menor a la esperada y una creciente preocupación por los efectos colaterales.
A medida que avanzan las negociaciones con socios estratégicos como Japón, y en un contexto internacional marcado por la incertidumbre económica, las decisiones en materia de comercio exterior adoptadas por Estados Unidos seguirán generando debate. El desenlace de estas políticas podría tener un impacto significativo no solo en la economía norteamericana, sino también en el comercio global.