Por Agroempresario.com
En medio de una creciente tensión comercial con Estados Unidos, el presidente de China, Xi Jinping, concluyó una gira diplomática por el Sudeste Asiático que lo llevó a Vietnam, Malasia y, finalmente, a Camboya, donde este jueves inició una visita de Estado de dos días. El objetivo de la gira: consolidar el liderazgo económico y político de Beijing en una región clave, afectada por los nuevos aranceles globales anunciados por Washington.
La visita a Camboya, la primera desde 2016, marca un gesto contundente de respaldo hacia uno de los aliados más firmes de China en la región. Xi fue recibido en el aeropuerto internacional de Phnom Penh por el rey Norodom Sihamoni, con quien mantuvo una audiencia protocolar antes de reunirse con el primer ministro camboyano, Hun Manet, y el presidente del Senado, Hun Sen, padre del actual mandatario y figura central de la política del país durante más de tres décadas.
Durante su declaración a la prensa, Xi Jinping afirmó que “Camboya es una prioridad en la diplomacia vecinal de China” y prometió un apoyo incondicional para “preservar su autonomía estratégica” y consolidar un modelo de desarrollo “adaptado a sus condiciones nacionales”.
El viaje del líder chino coincide con un momento de especial sensibilidad geopolítica: pocos días antes, el gobierno de Donald Trump anunció un nuevo paquete de tarifas comerciales que afecta directamente a países del Sudeste Asiático. Camboya, en particular, podría enfrentar un arancel del 49 % a sus exportaciones hacia Estados Unidos, una vez que expire la suspensión temporal dispuesta por Washington.
En este contexto, la visita de Xi busca proyectar a China como un socio confiable, defensor del libre comercio y dispuesto a ofrecer certidumbre frente al proteccionismo estadounidense. En Vietnam y Malasia, el presidente chino enfatizó la importancia de fortalecer los lazos comerciales e invertir en proyectos conjuntos, además de promover el multilateralismo y oponerse a “todas las formas de unilateralismo”.
Astrid Norén-Nilsson, profesora titular de Estudios del Sudeste Asiático Contemporáneo en la Universidad de Lund, en Suecia, consideró que el momento elegido para la gira no fue casual. “Es una oportunidad extraordinariamente auspiciosa para China. Xi puede recorrer la región con la autoridad moral de un amigo leal y un socio comercial confiable, justo cuando los países del Sudeste Asiático sienten la presión del nuevo esquema arancelario estadounidense”, explicó la académica.
Durante su estadía en Phnom Penh, Xi y Hun Manet presidieron la firma de 37 acuerdos de cooperación en áreas tan diversas como comercio, infraestructura, educación, finanzas, agricultura, salud, turismo y derechos de las mujeres. Estos documentos consolidan la creciente presencia económica de Beijing en el país, que se ha transformado en su principal inversor y socio comercial.
En 2024, el comercio bilateral entre China y Camboya superó los 15.000 millones de dólares, lo que representa cerca del 30 % del comercio total camboyano, con una balanza claramente favorable a Beijing. El financiamiento chino ha sido clave para el desarrollo de infraestructura estratégica, como el Aeropuerto Internacional Angkor Siem Reap y la circunvalación de Phnom Penh, obras que llevan nombres chinos y que Hun Manet calificó como “símbolos de una asociación de primera clase”.
A principios de abril, el mandatario camboyano inauguró una carretera construida con apoyo chino, desde donde declaró que “China seguirá siendo el principal inversor en Camboya en 2024”. Esta retórica subraya la profundidad de una relación que va más allá de lo económico y se asienta también sobre afinidades políticas y una visión compartida de desarrollo.
La visita también coincidió con el 50º aniversario de la llegada al poder de los Jemeres Rojos, un régimen de inspiración maoísta que provocó la muerte de aproximadamente 1,7 millones de personas. Aunque China fue su principal aliado internacional, ese capítulo oscuro de la historia común entre ambos países rara vez se menciona en los discursos oficiales.
Actualmente, la cooperación militar también genera debate. China financió la expansión de la Base Naval de Ream, en la costa sur de Camboya, lo que despertó sospechas sobre un posible uso exclusivo por parte de la armada china. Phnom Penh ha negado insistentemente que exista un acuerdo en ese sentido y afirmó que el nuevo muelle estará abierto a todas las armadas extranjeras “amigas”.
En un gesto que parece respaldar esa afirmación, Japón anunció que este fin de semana enviará dos dragaminas a la base naval de Ream, en la primera visita de una marina extranjera desde que se completó su ampliación.
Con esta gira, China refuerza su posición como potencia dominante en el Sudeste Asiático, una región vital para las cadenas de suministro globales y cada vez más disputada por Washington y Beijing. Frente a la presión de los aranceles estadounidenses, Xi Jinping despliega una diplomacia de cercanía, basada en inversiones, cooperación y una narrativa de estabilidad compartida.
En un mundo donde la rivalidad comercial y geopolítica entre las dos principales economías del planeta se intensifica, la región busca equilibrar sus vínculos estratégicos. Mientras tanto, China avanza con pasos firmes para convertir su influencia económica en poder político, consolidando alianzas que trascienden coyunturas y apuntan a un nuevo orden regional con centro en Beijing.