Por Agroempresario.com
En una maniobra clave para sostener su hoja de ruta económica y cumplir con las exigencias pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno nacional confirmó que podrá contabilizar una parte de los dólares que ingresarán a través del préstamo “repo” acordado por el Banco Central con un consorcio de bancos internacionales por USD 2.000 millones. Esta posibilidad está contemplada en una cláusula técnica del nuevo acuerdo firmado con el organismo multilateral y podría ser decisiva para alcanzar el objetivo de acumulación de reservas netas en un contexto de extrema fragilidad cambiaria.
El préstamo, que en las próximas jornadas será anunciado formalmente en términos de su ejecución, permitirá al Gobierno tener un margen mayor de maniobra para sumar divisas en las arcas del Banco Central antes del primer corte de evaluación que se realizará el 31 de mayo. En ese análisis, el staff del FMI verificará si la Argentina logró cumplir con los compromisos asumidos en materia de reservas, una de las variables más sensibles del programa debido a la histórica falta de dólares genuinos en la economía.
Desde el Palacio de Hacienda y el Banco Central confían en que la operación “repo” permitirá no solo incorporar liquidez para afrontar pagos y estabilizar expectativas, sino también cumplir con la letra del acuerdo técnico. Según lo estipulado, los desembolsos directos del FMI no computan para el objetivo de reservas netas. En cambio, sí lo hace el endeudamiento externo con acreedores privados, aunque solo hasta un tope de USD 1.500 millones. De este modo, de los USD 2.000 millones del préstamo repo, USD 500 millones podrán ser utilizados para sumar en el conteo de reservas exigido por el Fondo.
Esto implica que, si bien el préstamo no resuelve por sí solo el desafío, representa un empujón importante en la dirección correcta. Así lo refleja el análisis de la consultora PxQ, que destacó como principal novedad del nuevo acuerdo la redefinición del punto de partida y las metas de acumulación: tomando como base un stock de reservas netas de -USD 2.400 millones al cierre de 2024, el FMI espera que hacia fines de mayo ese número se acerque a los -USD 500 millones. Esto obligaría al Banco Central a acumular al menos USD 4.500 millones en pocas semanas, sin contar los giros del propio FMI.
En ese sentido, el panorama sigue siendo desafiante. De acuerdo a estimaciones de mercado, las reservas netas habrían tocado un piso de -USD 7.400 millones hacia mediados de abril, lo que amplía aún más la brecha a cubrir. Consultoras como Adcap calculan incluso que, para alcanzar el objetivo mínimo de reservas al próximo corte de revisión, el Gobierno debería sumar entre USD 6.000 y 6.500 millones, un monto elevado que sólo podría conseguirse mediante una combinación de compras sostenidas en el mercado oficial, ingresos financieros por préstamos y otras operaciones.
Una de estas operaciones será, justamente, la recompra de Letras Intransferibles del Tesoro por parte del Banco Central. Se trata de títulos emitidos entre 2006 y la actualidad que sirvieron para que distintos gobiernos utilizaran las reservas del BCRA para cancelar deuda externa, dejando a la autoridad monetaria con activos de baja liquidez y rentabilidad marginal. Con parte de los USD 12.000 millones que giró recientemente el FMI, el Gobierno planea recomprar una porción significativa de estas letras, aliviando el balance del Central y reduciendo, al menos contablemente, la deuda bruta del Estado.
La operación aún no tiene fecha confirmada, pero fuentes oficiales anticipan que podría concretarse esta semana o a más tardar la próxima. Según estimaciones privadas, el stock total de Letras Intransferibles alcanza los USD 69.300 millones, aunque en los libros del BCRA esa cifra es significativamente menor, en torno a los USD 23.500 millones, debido a una reevaluación del valor de recupero realizada en 2024. Aun así, se espera que la recompra tenga un impacto favorable en los indicadores fiscales y contribuya a mejorar la relación entre pasivos remunerados y reservas líquidas.
El préstamo “repo”, por su parte, responde a una figura clásica de financiamiento utilizada por bancos centrales de países emergentes. Se trata de un contrato por el cual el BCRA entrega en garantía títulos públicos o activos de alta liquidez, a cambio de un préstamo en dólares por parte de entidades financieras extranjeras. Es una forma de conseguir financiamiento sin necesidad de emitir nueva deuda soberana en los mercados internacionales, aunque también conlleva compromisos de recompra y tasas de interés elevadas.
En esta ocasión, el Gobierno argentino logró cerrar el acuerdo con cinco bancos internacionales, que aportarán los USD 2.000 millones bajo condiciones aún no reveladas en detalle, pero que incluirían garantías en bonos soberanos. El préstamo se suma a otras fuentes alternativas de financiamiento que el equipo económico de Luis Caputo ha estado gestionando para sostener el programa sin depender exclusivamente del FMI, cuyas metas y plazos siguen siendo estrechos.
El impacto del repo en el corto plazo será principalmente político y comunicacional. Servirá como una muestra de respaldo externo y credibilidad para una administración que apuesta todo a la estabilización macroeconómica vía superávit fiscal, disciplina monetaria y desregulación de la economía. Al mismo tiempo, será una herramienta clave para sortear con éxito la primera revisión del nuevo acuerdo con el FMI y obtener un nuevo desembolso de USD 2.000 millones, vital para reforzar reservas y garantizar los pagos de deuda de los próximos meses.
Sin embargo, los analistas advierten que estas maniobras financieras no resuelven los problemas estructurales de la economía argentina. La falta de dólares genuinos, la caída del comercio exterior, la sequía del crédito y el lento ingreso de divisas por exportaciones siguen condicionando el desempeño de la macro. De hecho, el mayor ingreso de divisas por la cosecha gruesa de soja —que se concentra en este trimestre— será clave para completar la meta de reservas. Cualquier desviación en volúmenes o precios podría volver a tensionar las cuentas externas.
En Balcarce 50 apuestan a que la combinación de disciplina fiscal, tranquilidad cambiaria y medidas de incentivo al agro contribuirán a mantener un flujo positivo de dólares en el mercado oficial, permitiendo al BCRA reforzar su posición sin alterar la dinámica de tipo de cambio. Aún así, el escenario es de extrema fragilidad, y la viabilidad del programa con el FMI dependerá de que estas apuestas se traduzcan en resultados concretos en un plazo muy corto.
El Gobierno, por ahora, juega todas sus cartas con un enfoque gradualista en lo monetario, prudente en lo financiero y liberal en lo regulatorio. El éxito de esa fórmula, más allá del repositorio de dólares temporales que consiga, dependerá en última instancia del retorno sostenido de confianza —y divisas— al sistema económico argentino.